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El Status Y El Ser


Enviado por   •  23 de Noviembre de 2013  •  1.221 Palabras (5 Páginas)  •  420 Visitas

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Crisis en la investigación científica mexicana

EN los años setenta del presente siglo se hacen muy notorias dos series de estorbos a la investigación humanística en México, concentrada, en sus cuatro quintas partes, en la capital de la República. Una de las series la constituyen los excesos de la investigación metropolitana y la otra, las deficiencias de los chisguetes de investigación en distintos lugares del país. Dan cuerpo a la serie mayor los problemas gigantismo, la burocracia excesiva, la esclerosis galopante, la fuga de cerebros hacia la política, la neurosis, la ideología en turno y la jerigonza. A la serie provinciana concurren poco oficio, pobreza, exceso de erudición, enanismo, falta de eco y esclavitud docente.

La estructura agigantada de casi todos los centros de investigación científica de la metrópoli se nota en el número tan crecido de sus investigadores verdaderos, en el albergue que da a simples parásitos de la labor académica y en lo desmesurado del personal administrativo. Por investigaciones recientes se sabe que en un instituto se estorban unos a otros más de medio centenar de científicos, en vez de ayudarse. De otro lado, los que se cuelan, y no saben o no les gusta investigar, contribuyen a la gordura de las instituciones. Peor sucede con los burócratas. Sabios, seudosabios y administrativos agigantan el tamaño de las comunidades académicas capitalinas. Además, los parásitos y los burócratas contribuyen también a los fenómenos de la esclerosis y la evasión o fuga de cerebros.

La esclerosis de la gran mayoría de los centros de investigación metropolitanos suele manifestarse en la escasa producción de libros y artículos (o sea, en el caminar con lentitud) y en la sobredosis de personal de apoyo (es decir, el moverse con pies ajenos). Las publicaciones y su repercusión en el ámbito de la cultura son por ahora los mejores útiles para medir la agilidad de un instituto de ciencias del hombre. Si se aplican estas medidas a los institutos metropolitanos de México muy pocos resultan medianamente ágiles. La gran mayoría denota reumatismo paralizante muy avanzado, produce poco y de poca valía porque no se puede repicar y andar en la procesión al mismo tiempo.

Se advierte en no pocos institutos capitalinos dedicados a la investigación humanística una tendencia a evadirse, a fugarse de sus funciones propias para ir en ayuda del sector gubernamental, para obtener buenos recursos a cambio de servicios especiales y para hacerse de una imagen prestigiosa. En la ciudad de México se juntan los tres peligros mayores de toda labor científica: el poder, el dinero y la fama. La ciencia pierde muchas horas hábiles de los científicos porque se dejan tentar por las tareas administrativas, los puestos de rector y director de instituciones culturales, la buena vida, los empleos bien pagados, el ir de una reunión de cultos a otra, el andar de entrelucido, las comparecencias en televisión, el hacerse del micrófono, el recibir honores y el ser el centro del sarao.

Por otra parte, la región menos transparente del aire, la que ya no reconocería como suya José María Velasco, es poco recomendable para una buena ejecutoria de paisajistas y de investigadores. La neurosis de muchos científicos, atribuida al neblumo, la sonoridad mecánica, los itinerarios largos y lentísimos, el juntismo, la comititis, las excesivas obligaciones docentes y de otra índole y la falta de corazón de la capital, es obstáculo para la hechura de obras científicas en la cazuela capitalina. Cada vez es más el número de defeños convencidos de que se puede vivir con los nervios de punta y sin alegría con muchos transportes, espectáculos fabulosos y millones de seres humanos de mirada torva.

La búsqueda de la verdad ha dejado de ser el principio rector de muchos investigadores de la monstruosa metrópoli.

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