El enfoque y la relatividad

El error está en el enfoque de querer evitar que un problema presente no evoque lo que un pasado turbio, turbió, en cierto aspecto. En querer que no aparezcan problemas y en no aceptar los problemas, cuando estos siempre están, siempre estarán y siempre vendrán en la medida en que se cataloguen como problemas.

El nuevo enfoque trata al problema como el camino para liberar ese nuevo sentimiento que siempre surge, hacemos nuestro y enjaulamos. Es entonces cuando sin juzgar negativamente al ”problema” incomprendido y fuera de control al que da forma, hay que tratar de cuidarlo, de entenderlo y de aceptarlo, por muy malo que parezca, pues este juicio es el que determina como se va a comportar. Ya lo dice la cuántica cuando afirma que la realidad la crea el observador, pues la realidad del “problema” y como evolucione lo crea el juicio que la mente del observador le otorgue.

Quizá desde que el volcán tan solo está en erupción pero las nubes negras ya no tiñen de rojo sangre el valle sea más sencillo ver y apreciar un brote verde.

Sin embargo cuando la montaña está en su más bello esplendor es un matorral seco el que altera el paisaje. Aquí reside otra relatividad, siempre condicionada por una carga de pasados que establecen como han sido y por lo tanto como deberían seguir siendo los paisajes, y es en el momento en el que suceden cambios, que estos acaparan toda la atención.

Podría parecer equilibrado si sucede en ambos sentidos, más casi siempre suele ocurrir en el sentido de la espiral del “problema” enjaulado. Puesto que aunque insista el ser en creer que son muchos los matorrales secos, lo cierto es que de un simple vistazo al paisaje, es el verde el que se expande por la naturaleza.

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