El libro SEIS SOMBREROS básicamente nos plantea dos tipos de pensamiento

UNIVERSIDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO[pic 1]

FACULTAD DE ECONOMÍA, CONTADURÍA Y ADMINISTRACIÓN

“LOS SEIS SOMBREROS”

TRABAJO: Resumen.

ALUMNA: Lluvia Vanessa Reyes Hernández.

FACILITADOR: Carlos Víctor Herrera Ortega.

ASIGNATURA: Mercadotecnia lll.

GRUPO: 7mo semestre.

MODALIDAD: Virtual.

CAMPUS: Canatlán

FECHA DE ENTREGA: Domingo 25 de agosto del 2012.

El libro SEIS SOMBREROS básicamente nos plantea dos tipos de pensamiento, uno es el automático y el otro el deliberado. El primero es aquel que utilizamos para reaccionar en situaciones cotidianas como comer, caminar, dormir, ver televisión, etc., muchas de esas cosas las hacemos sin meditarlas mucho, se vuelven parte de nuestra vida y las hacemos como su nombre lo indica de manera “automática”. El segundo se refiere al pensamiento más profundo, al que utilizamos solo en aquellas ocasiones que captan más nuestro interés y que requieren más atención, como contestar un examen, tomar una decisión importante, solucionar un problema, etc.

En la lectura se hace más énfasis en el pensamiento deliberado, tal vez por su  complejidad o la importancia que cobra en nuestras vidas. Nos dice que a diferencia de en el pensamiento automática, en el deliberado debemos de trazar una especie de mapas mentales, como lo expresa el programa PMI, el cual consiste en visualizar el lado positivo, después el lado negativo y por último el lado interesante de nuestra situación, de esta manera se crea el mapa y el pensador elige la ruta que seguirá.

Según el autor para ser pensador hay que tener primero la intención de serlo, pero no bastara con eso, la pura intención no actúa por sí sola, hay que pensar para considerarnos pensadores. El ejemplo de los estudiantes me parece muy claro para entender el punto anterior, no importa si se es el mejor o el peor alumno de una escuela, es el estudiar el que lo hace serlo, su desempeño será el que determine si es bueno o malo.

Los seis sombreros reafirmaran la intención de hacer las cosas (explícitamente de pensar), pues representan seis alternativas distintas para transformar la intención en un desempeño efectivo.

Al pensar una persona se vuelve actor, y como tal debe tener un  personaje para cada situación (héroe, malvado, brillante, loco, etc.,) los seis sobreros nos sirven para adoptar el personaje que requiere la situación, es como una especie de “caracterización del pensamiento”. De esta manera al cambiar de sombrero cambiaremos también de rol, es decir, si teníamos el sombrero negro de la bruja del cuento y lo cambiamos por el sombrero azul, debemos de adoptar también una personalidad distinta, de príncipe por ejemplo, todo esto metafóricamente hablando.

Todo esto forma parte del tipo de pensamiento constructor de mapas. Como se mencionó, cada sombrero de color representa un color distinto que puede utilizarse en la impresión de un mapa. Finalmente los colores se fusionan para dar el mapa completo.

Los propósitos de los “seis sombreros para pensar” son:

1.- disfrazarnos para poder actuar de manera distinta a lo habitual y de esta manera no afectar nuestro ego.

2.- dirigir la atención a la secuencia que llevara nuestra “actuación” es decir, despertar el interés de conocer lo que sigue.

3.- el simbolismo de los diferentes colores sugiere y motiva un cambio, en terceras personas o en nosotros mismos.

4.- ir mas allá de lo tangible, es decir incita a creer más allá de lo que conocemos.

5.- aprender a acatar las reglas del juego, para trazar mapas en lugar de discutir.

En este juego mental los colores representan un factor importante en el comportamiento de quien lo porta. Por ejemplo:

Sombrero Blanco:

El blanco es neutro y objetivo. El sombrero blanco se ocupa de hechos objetivos y de cifras

Sombrero Rojo:

El rojo sugiere ira, (ver rojo), furia y emociones. El sombrero rojo da el punto de vista emocional.

Sombrero Negro:

El negro es triste y negativo. El sombrero negro cubre los aspectos negativos por qué algo no se puede hacer.

Sombrero Amarillo:

El amarillo es alegre y positivo. El sombrero amarillo es optimista y cubre la esperanza y el pensamiento positivo

Sombrero Verde:

El verde es césped, vegetación y crecimiento fértil, abundante. El sombrero verde indica creatividad e ideas nuevas.

Sombrero Azul:

El azul es frío, y es también el color del cielo, que está por encima de todo. El sombrero azul se ocupa del control y la organización del proceso del pensamiento. También del uso de los otros sombreros

En el juego, trazar mapas es lo que importa para luego elegir la ruta más adecuada. El sombrero blanco se utiliza para presentar lo hecho y la cifras, como tales, solos, sin conclusiones, simplemente como datos, como lo hace una computadora. La contrariedad de esto es que los datos pueden ser interminables  y abrumadores. Para evitar esto es que al solicitar que alguien se ponga el sombrero blanco debemos ser claros y precisos en nuestra preguntas, a manera de que las repuestas lo sean también y así obtener solo la información que requerimos.

Mucho de lo que pasa por hecho es simplemente un comentario de buena fe o una cuestión de creencia personal del momento. La vida debe continuar. Es imposible verificar todo con el rigor que exige un experimento científico. Por lo tanto, en la práctica establecemos una especie de sistema doble: hechos creídos y hechos verificados. Ciertamente, con el pensamiento de sombrero blanco se nos permite exponer hechos creídos, pero debemos aclarar, sin dejar lugar a duda, que se trata de hechos de segunda clase.

La opinión propia es inadmisible en el pensamiento del sombrero blanco. Destruiría por completo el objetivo de este sombrero. Puedes informar, por supuesto, la opinión de alguna otra persona.

Cuando lleva el sombrero blanco, el pensador propone enunciados que son "ingredientes" neutrales. Los pone sobre la mesa. No cabe utilizarlos para apoyar un determinado punto de vista. Tan pronto parezca que se está usando un enunciado con ese propósito, el enunciado es sospechoso: se está abusando del rol del sombrero blanco. A su debido tiempo, el rol del sombrero blanco se convierte en segunda naturaleza. El pensador ya no trata de deslizar afirmaciones para ganar discusiones.  

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