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El libro de la vida. Santa Teresa de Ávila


Enviado por   •  22 de Enero de 2022  •  Apuntes  •  1.362 Palabras (6 Páginas)  •  100 Visitas

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El libro de la vida. Santa Teresa de Ávila.

Capítulos XVI-XXI.

En estos capítulos Santa Teresa nos habla del tercer y cuarto grado de oración. Más concretamente, en los capítulos XVI y XVII trata los efectos que causa este tercer grado en el individuo y nos advierte del peligro de la imaginación y la memoria.Después, a partir del capítulo XVIII comienza a declarar el cuarto grado de oración: empieza desarrollando como el Señor otorga su favor a las almas que han llegado tan lejos y las anima para que sigan avanzando, aunque recalca que llegar al cuarto grado no es consecuencia de merecerlo sino de la bondad del Señor.En el siguiente capítulo intenta persuadir al lector de que sí ha llegado hasta ese punto no se permita tornar atrás, que no deje la oración; nos advierte de las consecuencias de esto y sus palabras son de gran ayuda para los pecadores. En el capítulo XX declara la diferencia entre unión y arrobamiento, habla sobre el bien que causa este último en el alma en que se da y declara sus efectos. Y por último, en el capítulo XXI: aquí finaliza la explicación del cuarto grado de oración, explica lo que siente el alma que se encuentra en él sobre vivir en el mundo terrenal y de la luz que aporta el Señor para evitar los engaños de este mundo. Una vez expuesto este breve esquema sobre los capítulos en que se tratan el tercer y cuarto grado de oracióny definido levemente de qué trata cada uno de ellos, voyahora a profundizar más en cada uno de ellos y extraer lo máximo posible de sus explicaciones sobre los grados.

Utiliza Santa Teresa para explicar los grados de oración una metáfora que trata de un hortelano (el individuo) que tiene que regar (el agua y su modo de conseguirla representan la oración, la relación con Dios) su huerto (que representa su alma). Para cada grado de oración hay un modo de conseguir el agua: en el primero el hortelano, con mucho esfuerzo, saca el agua de un pozo; en el segundo el hortelano tiene ya una una noria que saca el agua más cómodamente; en el tercero el agua proviene de un río o un arroyo; y en el cuarto ya proviene el agua de las nubes, el hortelano ya sólo tiene que contemplar como el agua de lluvia (que proviene de Dios) riega y nutre su huerto.

En el tercer grado el alma ya posee una conexión muy fuerte con Dios, y los esfuerzos que tiene que hacer para la oración son más leves  (puesto que sólo tiene que conducir el agua, y no sacarla de un pozo) y el beneficio y placer que siente es mayor. Afirma Santa Teresa que llegado este puntoel alma se llena de gozo y deleite, y se aprende aquí la verdadera sabiduría, pero no por medio del entendimiento. Aquí también empiezan a brotar ya las flores en el huerto). Ahora es Dios el que toma el oficio de hortelano para que el alma descanse, quiere que disfrute comenzando a oler las primeras flores, los primeros resultados de tan arduo trabajo. El alma ya desprecia la vida terrenal y ansía encontrarse con el Señor, se deja caer en sus brazos y que Éste decida: “Si quiere llevarla al cielo, vaya; si al infierno, no tiene pena, como vaya con su bien; si acabar del todo la vida, eso quiere; si que viva mil años también. Haga Su Majestad como de cosa propia. Ya no es suya el almade sí misma, dada está del todo al Señor.” Advierte como peligro en este tercer grado la imaginación y la memoria, que pueden atormentar el alma en el tiempo de oración y echar a perder todo este trabajo. Dice ella que debemos sufrirlas con paciencia, pero saber apartarlas y concentrarnos en la oración.

Una vez explicado este tercer grado, paso al cuarto: en este grado de oración tan sólo hay que gozar sin entender de lo que se goza. Anima a los que tratan la oración para que intenten llegar a tan alta meta, pero con igual de alto beneficio. Aquí ya todo el esfuerzo no se siente como trabajo sino como gloria pues el consuelo del alma que conlleva esta relación con el Señor es tan gozoso que opaca cualquier otro dolor o sufrimiento, y empaña todo el trabajo que ha costado llegar a este lugar, pues en comparación a este deleite, a esta locura celestial, no es nada.

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