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El lugar de un hombre en la natruraleza


Enviado por   •  7 de Mayo de 2023  •  Trabajos  •  1.284 Palabras (6 Páginas)  •  24 Visitas

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  1. El lugar del hombre en la naturaleza

George John Romanes (1848-94) es un raro ejemplo de un victoriano cuya duda religiosa se originó de los argumentos de la ciencia natural que se oponían a la evidencia del propósito de Dios en el mundo. El fuel un lector de los trabajos de Charles Darwin (1808-82).
Darwin pasó sus notas sobre los instintos al joven que difundió sus ideas en libros sobre psicología comparada y teoría evolucionista.

Darwin, se encontró que mucho de lo que una vez hizo que su trabajo pareciera revolucionario, estaba inserto en su cultura intelectual. Las teorías sobre el desarrollo histórico del lenguaje habían explorado ya la evolución de la naturaleza humana, y la fisiología había fusionado la naturaleza y la naturaleza humana en una perspectiva naturalista.
Darwin no tenía predecesores que tenían las mismas ideas que él, sino que varias áreas de pensamiento además de las propias contribuyeron al “darwinismo”, la perspectiva evolucionista científica a la que se unió su nombre.

Darwin hizo plausible la creencia de que los seres humanos, como las plantas y los animales, se originan en la naturaleza física y de un modo acorde con las leyes causales. La evidencia de que los seres humanos han evolucionado desde la naturaleza física confirmaba la conclusión de que la naturaleza humana y la naturaleza física son entendibles en los mismos términos. Darwin mostró que la ciencia natural abarca al hombre.

La imagen de Darwin en conflicto con la religión, en palabras del Génesis, “Dios creó al hombre a su imagen”, en palabras de Darwin, “el hombre con todas sus nobles cualidades… con todos estos poderes elevados – el hombre aun carga en su marco corporal la estampa indeleble de su modesto origen”. Estas palabras contrastantes aún parecen demandar a mucha gente una elección, incluso después de más de un siglo.

El Primer Ministro británico, Benjamin Disraeli, preguntó, en relación al trabajo de Darwin, “¿El hombre es un simio o un ángel?” y se declaró a sí mismo, “del lado de los ángeles”

Hay tres puntos interrelacionados en la lógica del argumento evolucionista que son especialmente pertinentes para entender el lugar que este llegó a ocupar en las ciencias humanas.

  • El primero se refiere a la autoridad que adquirió la teoría de la evolución como prueba de que el hombre tiene un ancestro animal. En la teoría de Darwin ejemplificó una forma de pensar sobre la vida y la naturaleza humana que los científicos aceptaron porque era para ellos la única manera de hacer ciencia.
    Como observe G. H. Lewes (1817-78), colega de George Eliot, la apelación al pensamiento evolucionista fue la del supuesto “de que a lo largo de toda la Naturaleza –incluyendo los fenómenos sociales y morales– los procesos están subordinados a la Ley inmodificable…”

  • El segundo punto es que quienes proponían la teoría de la evolución supusieron la continuidad entre el mundo animal y el mundo humano para justificar la extensión de su argumento a los seres humanos. Al mismo tiempo, ellos usaron evidencia sobre el pasado evolucionista del hombre como autoridad empírica para el principio de continuidad.
    Fueron las dimensiones filosóficas y científicas juntas las que hicieron que la teoría de la evolución resultara significativa para las ciencias humanas. Además, dado que filosofía y hecho estaban tan íntimamente conectados, los observadores pensaron que Darwin provocó una revolución en las ideas.

  • Tercero, el impacto de Darwin se centró en su imagen de los hombres y las mujeres como animales. Al comienzo de su tratamiento de la moralidad, escribió: “Hasta donde yo sé, nadie (hasta ahora) la ha abordado exclusivamente desde el lado de la historia natural”. Pero tal abordaje de la moralidad era precisamente lo que los oponentes no concederían en primer lugar; ellos no aceptaban que la moralidad fuera un tema de la “historia natural” o que la esencia del hombre fuera un tema de la ciencia natural. En última instancia, esto no era una cuestión de disputa empírica sino un debate sobre los términos en los que era posible tener conocimiento del hombre.


Muchos victorianos evolucionistas apasionados fueron evolucionistas precisamente porque la teoría evolucionista unificaba la ciencia natural y humana, y sus sucesores, tales como los sociobiólogos activos en las décadas de 1970 y 1980, compartieron esta posición.

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