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El principio vital


Enviado por   •  10 de Agosto de 2014  •  Ensayos  •  2.278 Palabras (10 Páginas)  •  223 Visitas

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Alma:

Es el principio vital que, se supone, rige las manifestaciones espirituales. El alma se considera como una sustancia, es decir, una realidad por sí misma. El concepto de alma se contrapone al concepto de cuerpo. En algunas teorías, como la platónica, ambos conceptos están radicalmente separados, mientras que en otras, por ejemplo aristotélicas, se encuentran imbricados.

Fedro o del Amor

Discurso de Licias

Amantes. El objeto amado. Pasión, etcétera. …Amor hacia una pareja por pasión, hacia la familia o amigos hay amistad por un dulce habito.

…los amantes, desde el momento en que se ven satisfechos, se arrepienten ya de todo lo que han hecho por el objeto de su pasión. …es la fuerza de la pasión la que les ha movido a hacer a sus amigos todo el bien que han podido. Los amantes consideran el daño causado por su amor a sus negocios, alegan sus liberalidades, traen a cuenta las penalidades que han sufrido, y después de tiempo creen haber dado pruebas positivas de su reconocimiento al objeto amado.

La pasión llega a mudar de objeto, no dudará en sacrificar sus antiguos amores a los nuevos…

…los mismos amantes confiesan que su espíritu está enfermo y que carece de buen sentido. Saben bien, dicen ellos, que están fuera de sí mismos y que no pueden dominarse. Y entonces sí, llegan a entrar en sí mismos, ¿cómo pueden aprobar las resoluciones que han tomada si están en un estado de delirio?

…lo más natural es, que un amante sea indiscreto por vanidad. Aquel que dueño de sí sismo, no se deja extraviar por el amor, preferirá la seguridad de su amistad al pacer de alabarse de ella.

…es al amante a quien debes sobre todo temer. Un nada le enoja, y cree que lo que se hace es para perjudicarle. Por otro lado, la mayor parte de los amantes se enamoran de la belleza del cuerpo, antes de conocer la disposición del alma y de haber experimentado el carácter, y así no puede asegurarse si su amistad debe sobrevivir a la satisfacción de sus deseos. …un amante alabará todas tus palabras y todas tus acciones sin curarse de la verdad ni de la bondad de ellas, ya por temor de disgustarte, ya porque la pasión le ciega. Libre de amor, yo seré dueño de mí mismo.

Discurso de Sócrates

Retórica

La mayor parte de los hombres ignoran la esencia de las cosas, y en su ignorancia, de la que apenas se dan cuenta, desprecian desde el principio plantear la cuestión. Así es que, avanzando en el discurso, les sucede necesariamente no entenderse, ni con los demás, ni consigo mismo. …puesto que se trata de saber si debe uno entregarse al amante o al que no lo es, comencemos por fijar la definición del amor, su naturaleza y sus efectos.

Amor (naturaleza del amor)

Que el amor es un deseo, es una verdad evidente; así como es evidente que el deseo de las cosas bellas no es siempre el amor. Cada uno de nosotros debe reconocer que hay dos principios que le gobiernan, que le dirigen, y cuyo impulso, cualquiera que sea, determina sus movimientos: el deseo instintivo del placer y el gusto reflexivo del bien. Cuando el gusto del bien, que la razón inspira, se apodera del alma entera, se llama sabiduría; cuando el deseo irreflexivo que nos arrastra hacia el placer llega a dominar, recibe el nombre de intemperancia. Cuando el deseo irracional, sofocando en nuestra alma este gusto del bien, se entrega por entero al placer que promete la belleza, y cuando se lanza con todo el enjambre de deseos de la misma clase sólo a la belleza corporal, su poder se hace irresistible, y sacando su nombre de esta fuerza omnipotente, se le llama amor.

(Influencias del amor en la persona)

El que está poseído por un deseo y dominado por el deleite, debe necesariamente buscar en el objeto de su amor, el mayor placer posible.

El hombre enamorado verá con impaciencia a uno que le sea superior o igual para con el objeto de su amor, y trabajará sin tregua en rebajarle y humillarle hasta verle debajo.

Se esforzará en todo y por todo en mantenerle en la ignorancia, para obligarle a no tener más ojos que los del mismo amante, y le será tanto más agradable cuanto más daño se haga a sí mismo.

Para el mismo amante, nada hay que desee tanto como ver a la persona que ama privada de lo más precioso, más estimado, y más sagrado que tiene.

El amante, mientras su pasión dura, será un objeto tan repugnante como funesto; cuando la pasión se extinga, se mostrará sin fe.

Segundo discurso de Sócrates (incluye a Eros y los delirios)

Al delirio inspirado por los dioses es al que somos deudores de los más grandes bienes. Al delirio se han debido las purificaciones y los ritos misteriosos que preservaron de los males presentes y futuros al hombre verdaderamente inspirado y animado de espíritu profético, descubriéndole los medios de salvarse.

Hay una tercera clase de delirio y de posesión, que es la inspiración por las musas; cuando se apoderan de un alma inocente y virgen aún, la transporta y le inspira odas y otros poemas que sirven para la enseñanza de las generaciones nuevas, celebrando las proezas de los antiguos héroes.

Los dioses nos envían esta especie de delirio para nuestra mayor felicidad.

(La naturaleza del alma divina y humana por medio de la observación de sus facultades y propiedades)

Toda alma es inmortal, porque todo lo que se mueve en movimiento continuo es inmortal. El ser que comunica el movimiento o el que lo recibe, en el momento en que cesa de ser movido, cesa de vivir; sólo el ser que se mueve por sí mismo, no pudiendo dejar de ser el mismo, no cesa jamás de moverse; y aún más, para los otros seres que participan del movimiento, origen y principio del movimiento mismo. Un principio no puede ser producido; porque todo lo que comienza a existir debe necesariamente ser producido por un principio, y el principio mismo no ser producido por nada, porque si lo fuera, dejaría de ser principio. Pero si nunca ha comenzado a existir, no puede tampoco ser destruido. Porque si un principio pudiese ser destruido, no podría el mismo renacer de la nada, ni nada tampoco podría renacer de él, si como hemos dicho, todo es producido necesariamente por un principio. Así, el ser que se mueve por sí mismo, es el principio del movimiento, y no puede ni nacer, ni perecer, porque de otra manera el Urano entero y todos los seres que han recibido la existencia, se postrarían en una profunda inmovilidad, y no existiría un principio que les volviera el movimiento, una vez destruido. Lo que se mueve por sí mismo es inmortal, y nadie temerá afirmar que el poder de moverse por sí mismo es la esencia del alma. Todo cuerpo que es movido por un impulso extraño, es inanimado, todo cuerpo que recibe el movimiento de un principio interior, es animado; tal es la naturaleza del alma. Lo que se mueve por sí mismo es el alma, no tiene ni principio ni fin. Su naturaleza está mezclada de bien y mal.

El alma universal rige la materia inanimada y hace su evolución en el universo, manifestándose bajo mil formas diversas. Cuando es perfecta y alada, campea en lo más alto de los cielos, y gobierna el orden universal. Pero cuando ha perdido sus alas, rueda en los espacios infinitos hasta que se adhiere a alguna cosa sólida, y fija allí su estancia; y cuando ha revestido un cuerpo terrestre, que desde aquel acto, movido por la fuerza que le comunica, perece moverse por sí mismo, esta reunión del alma y cuerpo se llama ser vivo, con el aditamento de ser mortal. En cuanto al hombre inmortal, es el formado por la reunión de un alma y de un cuerpo unidos de toda eternidad.

La virtud de las almas consiste en llevar lo que es pesado hacia las regiones superiores, donde habita la raza de los dioses, siendo ellas participantes de lo que es divino más que todas las cosas corporales. Es divino todo lo que es bello, bueno, verdadero, y todo lo que posee cualidades análogas, y también lo es lo que nutre y fortifica las alas del alma.

La esencia sin color, sin forma, impalpable, no puede contemplarse sino por guía del alma, la inteligencia, en torno de la esencia está la estancia de la ciencia verdad toda entera.

El hombre debe comprender lo general; es decir, elevarse de la multiplicidad de las sensaciones a la unidad racional.

(Cuarta especie de delirio)

Cuando un hombre percibe las bellezas de este mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma alas y desea volar; pero sintiendo su impotencia, levanta como un pájaro, sus miradas al cielo, desprecia las ocupaciones de este mundo, y se ve tratado como insensato. En este estado, el alma entra en efervescencia, se reconoce satisfecho y nada en la alegría.

Cada hombre escoge su amor según su carácter…

El joven que se ve servido y honrado al igual que un dios por un amante que no finge amor, sino que está sinceramente apasionado, siente despertarse en él la necesidad de amar. Ama, pues, pero no sabe qué; no se da cuenta de que se ve en su amante como en un espejo. Dueños de sí mismos, viven como hombres honrados, porque han subyugado lo que llevaba el vicio a su alma, y dado y dado un vuelo libre a lo que engendra la virtud.

(La retórica; el arte oratorio…)

La retórica es un arte.

¿La retórica no es el arte de conducir las almas por la palabra?, el que sabe hacer esto con arte hará parecer la misma cosa y a las mismas personas justa o injusta, según él quiera. Sus conciudadanos juzgarán las mismas cosas ventajosas o funestas a gusto de su elocuencia.

El arte de sostener las proposiciones contradictorias, no es sólo el dominio de los tribunales y de las asambleas populares, sino que, al parecer, sí hay un arte que tiene por objeto el perfeccionamiento de la palabra, abraza toda clase de discurso, y hace capaza al hombre para confundir siempre todo lo que puede ser confundido; y de distinguir todo lo que el adversario intenta confundir y oscurecer.

El que posee la verdad puede, mediante el juego de palabras, deslumbrar a sus oyentes.

El que se propone abordar el arte oratorio, deberá haber hecho antes metódicamente esta distinción, haber aprendido a distinguir, según sus caracteres diferentes, las cosas sobre las que fluctúa naturalmente la opinión del vulgo, y sobre las que la duda es imposible. Antes de tratar un objeto particular, debe ver con ojo penetrante, y evitando toda confusión, a qué especie pertenece este objeto.

(delirio, alma)

Hay dos tipos de furor o delirio: el uno, que no es más que una enfermedad del alma; el otro, que nos hace traspasar los límites de la naturaleza humana por una inspiración divina.

(Retórica; Dos procedimientos)

Deben abrazarse de una ojeada todas las ideas particulares desparramadas acá y allá, y reunirlas bajo una sola idea general para hacer comprender, por una definición exacta, el objeto que se quiere tratar.

(Segundo)

Consiste en saber dividir de nuevo la idea general en sus elementos, como otras tantas articulaciones naturales, guardándose, sin embargo, de mutilar ninguno de estos elementos primitivos.

Descomponer y componer de nuevo las ideas, es el orden de aprender a hablar y pensar. Los que este talento son llamados dialécticos.

Lo primero es el exordio, porque así debemos llamar al principio del discurso. Habla de la confirmación y de la subconfirmación. Nos enseña cual debe ser la refutación y la subrefutación en las acusaciones y en la defensa.

Este arte pide un análisis extenso de la naturaleza, uno de la naturaleza del cuerpo, otro de la naturaleza del alma; siempre que no tomes por única guía la rutina y la experiencia, y que reclames al arte sus luces, para dar al cuerpo salud y fuerza por medio de los remedios y el régimen, dar al alma convicciones y virtudes por medio de sabios discursos y útiles enseñanzas.

Lo primero que debemos examinar es el objeto que nos proponemos y que queremos hacer conocer a los demás, si es simple o compuesto; después, si es simple, cuáles son sus propiedades, cómo y sobre qué cosa obra, y de qué manera puede ser afectado; si es compuesto, contaremos las partes que pueden distinguirse, y sobre cada una de ellas haremos el mismo examen que hubiésemos hecho sobre el objeto reducido a la unidad, para determinar así todas las propiedades activas y pasivas.

Es noble ocuparse seriamente, auxiliado por la dialéctica y tropezando con un alma bien preparada, en sembrar y plantar con ciencia discursos capaces de defenderse por sí mismos y defender al que los ha sembrado, y que, en vez de ser estériles, germinarán y producirán en otros corazones otros discursos que, inmortalizando la ciencia, darán a quien la posea la mayor felicidad.

Antes de conocer la verdadera naturaleza del objeto sobre el que se habla o escribe; antes de estar en disposición de dar una definición general y de distinguir los diferentes elementos, descendiendo hasta sus partes indivisibles; antes de haber penetrado por el análisis en la naturaleza del alma, y de haber reconocido la especie de discursos que es propio para convencer a los distintos espíritus; dispuesto y ordenado todo de manera que a un alma compleja se ofrezcan discursos llenos, de complejidad y de armonía, y a un alma sencilla discursos sencillos, es para persuadir, como queda bien demostrado en todo lo que precede.

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