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Ensayo: Del Juzgar


Enviado por   •  26 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  1.336 Palabras (6 Páginas)  •  303 Visitas

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Del juzgar.

La vida –entre humanos– se encuentra condicionada a una serie de normas o pautas que se han creado con el correr del tiempo, todas y cada una de ellas con propósito de lograr una estancia más sana, duradera y cómoda.

Tales normas han pesado sobre los hombres de cada generación, acompañadas de terribles consecuencias, por si acaso alguien se atrevía a depravarlas con su naturaleza humana.

Claro, para cada época esto funcionó ya que cierta élite se encargó de que así fuese. Pero, ¿era –y es – esto algo que debiera hacerse? y, suponiendo una afirmación, entonces, ¿cómo saber quién debe decidir qué hay que castigar y qué premiar?, ¿quién dictamina qué es bueno y qué malo?, o tan siquiera si existe algún sentido en juzgar cada acto que se ponga frente.

Estás son cuestiones con respuestas varias e interesantes a la vez, sin embargo, el propósito en está ocasión no irá más allá de indagar brevemente entre el tipo de ser merecedor de jugar a ser dios.

A-nomen.

Bien se ha intentado definir qué es esa cosa realmente importante, aquello a lo que todos deberían estar sujetos, siéndole fieles sin reproche y con felicidad genuina. Si preguntásemos, el cristiano contestará dios, el avaro dirá dinero, el enamorado te contará de su amor, un pacifista sobrepondrá la paz, un libertino hablará de placer, mientras que un sumiso se mostrará humilde. Pues todos tienen razón y están equivocados a la vez, aunque sin duda, desde su punto más fuerte tratarán de convencer al resto de continuar su disciplina.

Es así como a-nomen (sin- nombre) aparece –se utiliza el término en base a su definición etimológica y el significado inexistente que deseamos impregnarle–, siguiendo las convicciones de cada cual, con el único propósito de ser meritorios del puesto más elevado en la jerarquía del hombre.

Aún tras esto, y con el conocimiento de que detrás de una demanda se esconde una razón, quizá la más importante para el hombre en cuestión, todavía no hay fundamento alguno para definir quién debe mandar, o más correctamente dicho, juzgar al otro.

Un poco de historia.

En cada una de las épocas estudiadas por el humano, se han encontrado pruebas de un sistema que permitía establecer quiénes valían más que otros, ayudando así a juzgar en base a sus propios criterios si alguien merecía un castigo por cierto acto que perturbase la sociedad.

Están los claros ejemplos de la antigüedad, donde la longevidad era la que determinaba si alguien merecía opinar o someterse a la voluntad ajena, interpretando que el más viejo era el que más sabiduría poseía. Más tarde, en la Edad Media, nos topamos con nuevas reglas, que se acompañaron de la divinidad, poniendo a mundos enteros a sus pies a base de relatos sobre el ser con más poder en el mundo, teniendo el cuidado de advertir un destino miserable en caso de corromper cualquiera de las reglas marcadas. Con afán de ser más diplomáticos y modernos aparecieron las ideas democráticas, aquí la palabra tomó un papel importante, pues quien supiese hablar con diplomacia y ciertas mañas tenía mejores posibilidades de apoderarse de un pueblo y sus riquezas. Y por supuesto, no pueden faltar quienes por casualidad surgieron en un contexto favorecedor. Todos los anteriores cubiertos con un traje de “sabios”, “emperadores”, “pontífices”, “reyes” o “políticos”.

Es así como al correr de la historia unos se han apoderado de otros, saqueando sus tierras, quedándose sus tesoros, arrebatando sus vidas y apoderándose de su idiosincrasia. Pero, ¿con qué razón? Sólo por creerse mejores, por ambición, por naturaleza, o porque en verdad creían estar haciendo un bien común.

¿Por qué alguien tendría que ser mejor juzgador que otro?

Buena pregunta, en qué basarse para decidir quién debe juzgar a quién o por qué actos. Quién tiene la culpa de que una burbuja se reviente, la mano que la estruja, el viento que la lleva a su peor encuentro, o la fragilidad misma de la burbuja,

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