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Esperanza


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  644 Palabras (3 Páginas)  •  161 Visitas

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La filosofía es la rama de la vida Buenas noches a todos. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a mis compañeros, que me han dado la oportunidad de hablar en representación de ellos y particularmente a los dos cursos de ciencias de segundo de bachiller, tanto el de ciencias de la salud como el de ciencias tecnológicas, los cuales me gustaría que se sintiesen representados en este discurso. Puesto que somos de ciencias, que mejor manera de empezar a hablar que echando unos cálculos. Muchos estamos en el colegio 15 años, lo que equivale a 5475 días, que sin contar vacaciones, festivos y fines de semana se quedan en 2775 y si lo miramos en horas vienen a ser 66.600 y así podríamos pasarnos un buen rato haciendo números. 

Pero como siempre dicen los profesores, las matemáticas en sí, no tienen utilidad, solo nos sirven para aplicarlas a otras ciencias como podrían ser la física o la informática. Esta noche, únicamente las vamos a utilizar para resaltar, que después de tanto tiempo entre estos muros, es difícil olvidarlos, más bien imposible. Pero esta noche no quiero hablar de los muros, pues al fin y al cavo, solo son piedras. En esta velada quiero recordar verdaderamente el significado que estos conllevan, el de colegio, que no tendría sentido sino estuviesen en el, todas las personas que hoy estamos aquí, tanto los alumnos que lo llenamos, como los profesores, como la familia, que siendo niños tomaron la mejor decisión para nosotros, y que no tendría éxito, si cada año no saliesen de él alumnos como todos nosotros, que sin lugar a dudas hemos aprendido en él, hemos recibido cariño y hemos hecho infinitas amistades.  En este colegio hemos tenido tiempo para todo. Hemos pasado momentos de alegría que nunca olvidaremos, como cuando misteriosamente, las cruces se movían solas por las paredes o entrabas a clase y el aroma te embriagaba, recorriéndote por el cuerpo un extraño escalofrío. También hemos llorado por razones como caernos siendo niños para estrenar nuestros pantalones nuevos con un parche, o de mayores por razones más serias, como pueden ser, que no te vayan bien los exámenes o que te falle un amigo.  

Pero todos estos momentos no han servido para otra cosa que no sea formarnos verdaderamente como somos y que algún día lleguemos donde queramos. En esta tarea, han tenido mucho que ver los profesores que ahora os encontráis ahí sentados, nos habéis enseñado además de las diferentes materias a soñar, a sentir, a creer, a no rendirnos. En esta labor me gustaría destacar especialmente a alguien, alguien que con un pellizco en el pezón podía hacer que te metieses los faldones en menos de un segundo, o por el contrario que escupieras en chicle de la boca al instante en que empezaba a apretar, alguien que al grito de ¡eres un cínico! o ¡nene, tu no eres consciente! Te hacía saltar de la silla y reflexionar si estaba bien lo que estabas haciendo.  Sí,

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