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Etíca Para La Vida


Enviado por   •  2 de Junio de 2015  •  1.976 Palabras (8 Páginas)  •  169 Visitas

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Ética para la Vida

Mario Alberto Ferrusca Ruiz

Para L. Boff, E. Dussel y F. Hinkelammert, la acción humana está limitada por tres crisis, la social, la ambiental y la del trabajo, que han sido subyugadas a través de la historia moderna con una finalidad utilitaria, cuya ética ha sido la del desarrollo y el mercado que nos dará (de forma metáfora) el cielo en la tierra, estas son.

De tal manera que la propuesta de una Ética para la Vida, formula un principio para juzgar la factibilidad de todas nuestras acciones y proyectos de vida (el principio empírico de imposibilidad). Si un proyecto de vida o una institución contradice o impide la reproducción y crecimiento de la vida será perverso. Por ello la ética comienza cuando afirmamos la vida y negamos la muerte.

El tema que nos ocupa es la ética, no obstante, el mismo será abordado desde el sujeto (material encarnado desde F. Hinkelammert ) vivo, es decir desde la conciencia despierta en relación con la vida, la del otro, la de todos, pues la perspectiva del nosotros se ha perdido, en tanto para nada importa proteger nuestra vida. Es importante destacar que lo ético lo entendemos a partir de la solidaridad no como un valor absoluto universal, la comunicación, pero sobre todo a partir de la responsabilidad por el otro.

La situación mundial es de cuidado, pues los seres humanos explotan la naturaleza sin importarles lo que pueda pasar, lo cual ha generado crisis de todo tipo. La crisis ambiental presente en el mundo está acompañada de una crisis espiritual que comienza a manifestarse negativamente en la humanidad, en la medida en que la adquisición de bienes materiales es hoy en día una necesidad absoluta que sirve de elemento aislante del principio espiritual.

La humanidad está atrapada en la fuerza del dominio y en la sed de poder que se ha generado a partir de las sociedades industriales. Esto lo podemos apreciar en la miseria y en el hambre que sufren los pobres del mundo, lo cual no es más que la lastimosa consecuencia de un modelo de desarrollo que se apoya en la tecnociencia. La misma no sólo destruye la naturaleza sino a las diversas minorías que por tradición viven de la tierra. Ellas, generalmente son obligadas a dejar sus dominios, debido a que los planes y programas sociales de los diferentes países del norte (centrales: USA, Rusia, CE, entre otros) chocan con sus planes y programas de índole economicistas que generalmente se basan en la explotación de los recursos naturales vitales para la vida y una nueva dominación del hombre sobre el hombre (un nuevo vasallaje), con la refinada filosofía de un crecimiento desmedido sin una conciencia más que la del obtener utilidades y riquezas.

Así lo debió entender otro autor, Antonie de Saint-Exupéry en 1943, al escribir El Principito, un clásico de la literatura infantil. En el cuento, su personaje principal, el principito (una especie de niño que hace filosofía sobre la vida), llega a cierto planeta extraño. Un planeta que sólo es habitado por una persona: el rey del planeta, un rey único, un monarca absoluto y universal, cuyos vestidos cubrían al planeta entero. Pero un rey solo. “¡Ha! he aquí un súbdito”, exclama el rey al ver llegar al principio, “¿Cómo puede reconocerme si nunca antes me ha visto?”, pregunta el principito; porque para los reyes, el mundo es muy simple: “todos los hombres son súbditos”, nos dice el escritor. Planeta en el que no existen amigos. Planeta de poder. Pero planeta de soledad.

Todo esto es fomentado por la irracionalidad de lo racional (la medición utilitaria de costo-beneficio) que se apoyan de las llamadas leyes del mercado que contribuyen a desvirtuar los patrones de vidas de las sociedades. Esta crisis se caracteriza por la contaminación del aire que respiramos, de la tierra que pisamos y del agua que consumimos, así como también peligra la vida submarina de ríos, de mares y de océanos, pero sobre todo. En otras palabras nos desdoblamos en un modelo de destrucción.

El sueño de un crecimiento ilimitado ha producido el subdesarrollo de dos tercios de la humanidad, la voluptuosidad de la utilización óptima de los recursos de la Tierra ha llevado al agotamiento de los sistemas vitales y a la desintegración del equilibrio ambiental. Tanto en el socialismo como en el capitalismo se ha deteriorado la base de la riqueza, que es siempre la tierra con sus recursos y el trabajo humano. Hoy en día la tierra se encuentra en fase avanzada de agotamiento y el trabajo y la creativi-dad, debido a la revolución tecnológica, la informatización y la robotización, son de-jados de lado y los trabajadores excluidos hasta del ejército de reserva del trabajo explotado. Ambos, tierra y trabajador, están heridos y sangran peligrosamente” Boff (1996 :22)

Pero esto se trata de la globalización, a partir de la cual se practica el exterminio paulatino y sistemático del planeta, sólo toman en cuenta alguna retraída alternativa para que nuestros recursos duren más tiempo, para que sean explotados por la industria, sin visionar que de lo que se trata es de conservar el planeta en las mejores condiciones para preservar la vida.

Desde esta concepción se rescataría una filosofía de la vida y para la vida en consonancia con la armonía con la naturaleza. Donde los mecanismos que se establezcan predominen en función de un modo de vida más humano y no precisamente en lo más rentable, es decir no de acuerdo a la racionalidad económica.

La política internacional se centra fundamentalmente en la dominación del ser humano a partir del mercado, de hecho resalta la industria bélica, cuya política mercantil, sólo es eso una política de destrucción.

¿Cuál es el precio que tenemos que pagar por todos los bienes recibidos, el precio de esta cómoda servidumbre, de todos estos logros, que se nos hace pagar a la gente que está muy lejos de la metrópoli y dista muchísimo de su opulencia? ¿Tiene la sociedad opulenta conciencia de lo que está haciendo, de cómo está propagando el terror y la es-clavitud, de cómo

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