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Etica Por La Vida

angelamunozf23 de Septiembre de 2014

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ÉTICA POR LA VIDA.

ELOGIO DE LA VOLUNTAD DE PODER

Según el autor Enrique Leff, la ética se define como la filosofía y el arte de la buena vida, de la calidad de vida. Esta ética de la vida está íntimamente relacionada con ese deseo y voluntad de vivirla satisfactoriamente, con pasión e imaginación. Por tal motivo, el objetivo de la ética es entonces recrear los sentidos de la vida y darle vigor a esa falta de decisión, carácter y autonomía que tanta falta le hace a los hombres de hoy en día. Es importante tener presente que la ética del desarrollo sustentable “implica la necesidad de conjugar un conjunto de principios básicos dentro de la ética del bien común y de la sustentabilidad” [1], o entendido de otra manera, es la ética de la racionalidad económica.

El funcionamiento y sostenimiento general de la sociedad, independiente de la cultura y la época ha generado cambios en los ecosistemas que desencadenan desequilibrios directos en la naturaleza e indirectos en la sociedad. A su vez, la modernidad ha desencadenado una transformación de la naturaleza sin precedentes, en donde el poder de la ciencia y la tecnología han llevado a un proceso progresivo de producción, priorizando el valor a corto plazo y olvidando las consecuencias de dicho proceso a largo plazo en los ecosistemas en que tiene lugar. Esta racionalidad instrumental ha llevado a un desarrollo económico sin límites, asumiendo erróneamente que la naturaleza se comporta igual [2]. De esta forma este proceso es incapaz de permitir el avance parejo de los procesos naturales y los sociales.

Con esta ética utilitarista se ha garantizado una economía estable a costa de un futuro en un planeta sobreexplotado. Mostrándose cómo la modernidad se ha fiado en la certeza que le ofrece la ciencia. Sin embargo, la actual globalización no se basa en una verdad común sino en supuestos resultados de un conocimiento sin evidencias, que en palabras de Nietzsche, representa un peligro para la humanidad, la alegría en la sinrazón humana. Resaltándose una disciplina de la mente que nos lleva a someternos a acuerdos sin importar la veracidad o falsedad de estos [3].

Así, no sorprende encontrarse con que el “desarrollo sostenible” que se profesa actualmente, se fundamente más en creencias e intereses que en evidencias y valores de la vida; hasta llegar a un punto en que se desligan la razón y el sentimiento. Se debe buscar una ética de sustentabilidad que facilite la convivencia entre culturas y naturaleza, además de una ética ambiental que mediante valores como la solidaridad con el planeta y la búsqueda de bienes y derechos colectivos, permita encontrar el sentido del ser antes que el valor de tener.

Se define así, la ética ambiental como una “racionalidad poética” (y no como una ética ecológica), en la que es necesaria un pensamiento creativo y de una acción social para la búsqueda de un bienestar ecológico y global. Por otro lado, es necesario construir principios éticos que sean parte de los derechos del hombre y fundamento de una nueva racionalidad pero focalizada en el ser y abierta al mundo. Así, la ética es la creación de los derechos como propiedad del género humano y no de la naturaleza; derechos que buscan orientar los comportamientos humanos con el fin de “seguir la lógica compleja de la naturaleza para asegurar un lugar para todos y condiciones de supervivencia para todos” (Boff, 2000).

Si se busca una transición hacia la sustentabilidad, debe ser necesaria la construcción de una ética del proceso transformador, consistente con sus fines morales, puesto que ese camino hacia la sustentabilidad está movilizado por valores y por objetivos materiales.

Finalmente, resalta el autor la importancia de la actuación del ser en sociedad, o como él lo define en otredad,

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