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FILOSOFIA


Enviado por   •  10 de Enero de 2014  •  1.341 Palabras (6 Páginas)  •  198 Visitas

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Marco histórico, sociocultural y filosófico de Tomás de Aquino (1225-1274)

CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIO-CULTURAL

Santo Tomás pertenece a la época histórica que se conoce como Baja Edad Media (S.XI – S.XIV). En el siglo XIII europeo -como en todo el medievo---, la influencia de lo religioso en los elementos políticos y socio-culturales con­tinúa siendo una constante. La sociedad sigue inmersa en la mentalidad teocén­trica.

A lo largo del siglo perviven fenómenos político-religiosos iniciados con anterioridad. Tal es el caso de las cruzadas -de la cuarta en adelante-, que si­guen aportando, entre otros elementos, savia oriental a la civilización europea. También hay que tener en cuenta la continuidad de la Reconquista española, en tanto que facilitaba el contacto con la cultura musulmana y lo que ella su­ponía -no se olvide la importancia del averroísmo en esta época-.

En el campo político, comenzaron a consolidarse las grandes mo­narquías europeas, como las de Castilla, Aragón o Inglaterra, destacando entre todas ellas, por su poder, el reino de Fran­cia. También se planteó la idea de una “cristiandad univer­sal”, concepto que dio lugar a un grave enfrentamiento entre dos grandes poderes, el del Emperador y el del Papa, cuyos ámbitos de actuación no estaban claramente delimitados. El conflicto estalla entre Enrique IV (1050-1106), emperador de Alemania, y el Papa Gregorio VII, con el deseo de ambos de que se reconociera su supremacía dentro de la cristiandad. El resultado de esta pugna es el debilitamiento del cargo de Emperador y la reducción de la influencia espiritual de los papas. Tras la muerte de Federico II (1250) el sueño de la reconstrucción de un Imperio universal se tornará algo utópico y el poder de papado se ve afianzado. Durante buena parte del S.XIV el Papado se trasladó a Avignon produciéndose el cisma de Occidente, en donde la Iglesia tuvo dos papas a la vez, uno en Roma y otro en Avignon.

Frente a la caída del Imperio y del Papado, las monarquías hereditarias cobraron auge, dando lugar, a la larga, a la idea de nación que a la postre supondrá el inicio de la concepción de una Europa de Estados nacionales.

Tras unos siglos de escasez material y de rigidez social Europa sufre un período de expansión (S.XI–S.XIII) provocado por el progreso habido en la agricultura, fuente básica de la economía medieval (avances técnicos como el molino hidráulico, la rotación en los cultivos, etc…). Hay un resurgir de las ciudades (París, Oxford, Brujas, etc…) que crecen de población apareciendo una nueva clase social, la de los comerciantes enriquecidos por el comercio (burguesía) y se respira un nuevo ambiente en la actividad cultural que desembocará en la creación de las universidades. La crisis de este periodo se producirá en el S.XIV cuando fueron apareciendo las tres grandes calamidades de aquel tiempo: la guerra, el hambre y la peste negra.

El sistema de organización social siguió siendo feudal, divi­diéndose la sociedad en tres estratos sociales, vinculados en­tre sí por relaciones de vasallaje: la nobleza, el clero y el campesinado. A pesar de ello, los burgueses, es decir, los habitantes de las ciudades, dedicados sobre todo a la artesa­nía y al comercio, mantuvieron un espíritu de relativa inde­pendencia, ya que las ciudades solían tener un gobierno au­tónomo. Dentro del artesanado, los gremios (carpinteros, tejedores, orfebres, etc.) controlaban el ejercicio de los dife­rentes oficios. Las ciudades, con el desarrollo de la industria y el comercio, van consiguiendo paulatinamente cotas más elevadas de progreso económico y social, bajo las directrices de una burguesía más pujante de día en día.

El crecimiento urbano estuvo unido a un resurgir de la cul­tura: es imprescindible recordar la aparición de las Universidades: comunidades de maestros y estudian­tes dotadas de una organización que, en bastantes aspectos, recuerda la gremial. En su origen no tienen la vocación investigadora que muy posteriormente irán adquiriendo. La de París alcanzó pronto renombre en toda Europa; también fue­ron famosas las de Oxford, Cambridge, Bolonia, Nápoles y Salamanca. Las enseñanzas impartidas en ellas se basaban en el comentario y la discu­sión de los textos de diversas autoridades filosóficas, jurídi­cas, médicas o religiosas, como Aristóteles, Avicena, de la Biblia o de los escritos de los Padres de la Iglesia.

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