Ficha Resumen Del Amor Nuestro De Cada día
tecmil11024 de Noviembre de 2014
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Que todos amamos, es una realidad objetiva, cotidianidad necesaria para existir y supervivir. El amor es lo más simple y elemental como la generación sucesiva de la vida. Podemos observarlo, aun para los ojos más desatentos, que está ahí como una objetividad patente, presencial, que verificamos todos los días y a todas horas.
Se ha creído siempre que el amor es un privilegio extraño de los seres sensibles y que solo las bellas almas, dotadas de poderosos sentimientos, pueden vivir la gran diosidad sublime del amor. Sin embargo Kant explica que lo sublime es una totalidad inhumana que nos sobrepasa, como el espectáculo del mar sin fin, de la montaña solemne o de los espacios ilimitados de la estepa. Por el contrario, el amor tiene su raíz en la vida cotidiana, como el trabajo, y nace de la relación entre los seres humanos: de una mirada fugas, de un contacto de las manos, de una sonrisa.
El amor es una realidad tan natural y evidente que no se puede ocultar, salta a los ojos: Siempre estamos asistiendo a la formación del amor, por que el ser no es estático” Siendo el ser y las transformaciones del ser lo fundamental”. En consecuencia, el amor no solo tiene su génesis en la vida cotidiana, usual de la existencia humana, si no que se engendra o genera a si mismo. Todo lo que está presente, “el ser ahí” que dice Hartmann, es un resultado de la estratificación o cosificación la cosa en si la realidad de un des venir. La pareja que vemos amarse o reñir ásperamente, es la consecuencia de una historia, de una vida o de un largo proceso de armonía o confusión.
El amor esta siempre ahí, es una esfera objetiva, pero parcial, de la totalidad del mundo. La pequeña o absoluta orbita que es el amor, para unos es nada o muy poco, para los indiferentes un menguado sector y para otros puede adquirir, y adquiere de hecho, una dimensión de trascendencia y totalidad.
Es el método introspectivo de Marcel Proust, quien lo descomponía en sutilezas efímeras, por carecer de la síntesis final proyectiva para llegar a su conocimiento objetivo y real. Sin embargo, la parcelación atomística de la realidad amorosa es necesaria si se quiere llegar a comprenderlo. Mejor dicho, el amor se divide en una serie de actualidades parciales no sólo para llegar a constituirse sino que , ya creado, vive descompuesto en estructuras diferentes.
En consecuencia, para entender el amor, debemos utilizar el método genético-ontológico, es decir analizar cada estadio amoroso como una estructura sui generis para averiguar de dónde procede y hacia donde se proyecta.
En su obra Der Mensch Arnold Gehlen afirma que la mano ve, a veces, mejor que los ojos ,Hipótesis teórica antropológica que comprobaría experimentalmente el psicólogo soviético Ananiev, demostrando que la mano percibe, y la piel lo cutáneo, también es visual por que refleja las cosas que toca. Conclusión a la que no llega Heidegger, que sin embargo, señala los límites de la percepción visual. Solo la mano nos da inteligibilidad del objeto para su utilidad instrumental. Por la manualidad del objeto comprendemos su realidad intrínseca, pues el que manipula un objeto, a la vez lo teoriza. También la visión es cognoscitiva, pues conocemos, por los trabajos de Arnold Gehlen, que hay visiones táctiles que no solo contemplan pasivamente el objeto, sino que lo tocan y adentran en él como la mano.
Así el amor tiene su génesis en la práctica más simple de la vida cotidiana. Es el arte de saber ver y de lograr poseer, lo cual requiere una sabiduría que se obtiene a través de profundo aprendizaje con los ojos y las manos.
Los ojos y las manos crean así el mundo subjetivo y propio del amor.
Los sentidos materiales también los espirituales nos afirman en el mundo objetivo. Los sentimientos y las pasiones no solo son determinaciones antropológicas sino, también, ontológicas como dice
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