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Filosofar es prepararse a morir


Enviado por   •  8 de Marzo de 2020  •  Informes  •  600 Palabras (3 Páginas)  •  397 Visitas

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Juan Pablo Sánchez Martínez   -   11º C

Filosofar es prepararse para morir

La muerte debe ser esperada con una actitud de sosiego e imperturbabilidad, pues es un hecho casi que preconcebido, y totalmente inevitable. Dice entonces Michel de Montaigne, que es un acto absurdo el pensar con recelo sobre el fin de sí mismo, sobre tal hecho y sus antecedentes puesto que, desde el nacimiento, cada persona está en camino a su defunción, experimentando con gozo de la vida, sufriendo, y disfrutando de los placeres.

Claramente, el óbito de una persona es un paso antes y después de la vida, y a pesar de que es un acontecimiento luctuoso, es la pura calaña de la realidad y el orden del universo, puesto que debe ser esperado en cada momento, estándose preparado para desistir de todo.

La lectura, podría ser erróneamente interpretada con facilidad, como un superficial argumento subjetivo a favor de la autoinmolación de una persona, sino una confrontación sobre un tabú que se ha conservado por mucho tiempo en la cultura, sobre el miedo cuestionado a morir y lo que puede conllevar dicho acontecimiento.

“Filosofar no es más que aprestarse a la muerte”, sostiene Montaigne desarrollando su propia consideración sobre este asunto, con la tesis de que solo aquellos que reconocen la certeza de su muerte y constantemente se acercan a ella pueden ser libres en un sentido profundo y lograr una existencia tranquila y sabia.

Para la mayoría de personas la muerte constituye un motivo de tormento; la presencia de esa nada les impide regocijarse y no hallan otra alternativa diferente que echarla fuera de sus mentes. Según Montaigne, el problema de esta evasión es que se parece demasiado a la locura, es sustraerse de lo real pues nada hay más cercano y cierto que la misma muerte, y solo es necesario abrir los ojos para comprobarlo; por igual mueren todos, sin distingos de edad o sexo.

Como ejemplo de este aleccionamiento, se daba el caso de que civilizaciones como los egipcios tendían a la costumbre exhibir esqueletos o símbolos representativos a la muerte en sus festines y celebraciones, para dar conciencia y rememorar, en medio del gozo; que se espera el fin de cada persona que había en presencia, independientemente del tiempo que ese suceso tarde o de las circunstancias que conlleven a ello.

Contemporáneamente, la muerte sufre un proceso de banalización; al parecer, fenómenos sociales y culturales como la guerra, la violencia y la destrucción, han convertido la experiencia de la muerte en algo que no reviste mucha importancia. Se habla sin afectación de los índices de homicidios o víctimas fatales, y las mismas personas se encuentran tan inmersos en sus vidas cotidianas y materiales, que la pregunta sobre su muerte permanece en segundo plano. Según esto, dice Montaigne: “Preciso es retirar la máscara lo mismo de las cosas que de las personas, y una vez quitada no hallaremos bajo ella a la hora de la muerte nada que pueda horrorizarnos.”

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