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Filosofia


Enviado por   •  4 de Marzo de 2014  •  4.431 Palabras (18 Páginas)  •  257 Visitas

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El aburrimiento.

Una mirada desde el Psicoanálisis

1.- Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo abordar el tema del aburrimiento desde el psicoanálisis. Utilizaremos algunos ejemplos de la clínica para ilustrar el concepto. Trazaremos un recorrido de lectura que además incluye a la filosofía y a la literatura para situar un problema que devino vigente.

2. Desarrollos

2.1.- Aburrimiento y tareas escolares. Ejemplo clínico.

Un relato clínico: se trata de una púber de 11 años que no quiere hacer tarea hogareña ni escolar, razón por la cual ha repetido de grado. Es traída por su madre la que refiere que quiere que se “arregle sola” con “sus cosas”. Al encontrarnos con Alicia advertimos que nada está más alejado de ese anhelo manifiesto materno. Alicia se define como una niña “que se aburre” y con “vagancia encima”, siente sólo placer por los juegos de computadora. Todas las quejas de Alicia van dirigidas hacia su madre ya que su padre falleció hace 11 años. De a poco durante las entrevistas se van desplegando desde la fantasía intereses ocupacionales y hasta deportivos que se encuentran bastante alejados de su realidad concreta. Desinterés, falta de aseo, lentitud y queja la caracterizan como un sujeto en formación que “no se saca el polvo de encima” y al escucharla se tiene la impresión de estar frente a una anciana rezongona a la que la vida le pesa. Durante las entrevistas se ha logrado que cedan sus malas contestaciones hacia miembros de su familia, se le ha ofrecido un lugar donde quejarse pero no solo eso. Por un lado, nos planteamos intervenciones clínicas para abordar su falta de ganas, quejas, pasividad, sobrepeso marcado y algunos otros síntomas que se desarrollan durante el estado de dormir y que son de carácter oral. Nos preguntamos si se puede elaborar un duelo de alguien al que casi no se conoce y remitimos a la función paterna y a la ausencia en cuerpo presente del padre.

Actualmente Alicia empezó a subjetivar una queja: no se puede organizar con las tareas, el telón de fondo es el hastío y agobio por “todo lo que tiene que hacer”, expresión que denota agotamiento precoz. Si no se quiere hacer algo, todo resulta un doble esfuerzo y, si muy pocas cosas realmente motivan, el resto es frecuentemente aburrido. Hasta aquí el recorte clínico para tan solo disparar algunas cuestiones acerca del tema, referidas a la tristeza y al hastío en ésta púber.

2.2.- “…estoy aburrido”

Los analizantes adultos recuerdan su infancia con la niebla propia de quien ve de lejos. Evocan sus juegos infantiles repetitivos pero siempre placenteros, otros menos felices. Si preguntáramos qué los divertía o aburría cuando eran niños seguramente aparecerán relatos interesantes. En general, la capacidad de asombro e investigación infantil previene del aburrimiento, por ello resulta extraña la frecuente expresión “es aburrido”, la que no se reserva solo a las obligaciones y los deberes escolares. En esos casos: ¿Será que los niños reflejan el estado generalizado del llamado “mundo adulto” contemporáneo o que el aburrimiento es esencial en la especie humana? Y aunque divertirse también puede trasformarse en imperativo, la expresión “aburrido” deja entrever una cierta verdad: la captación del mundo desde la impotencia o desde cierta sobreadaptación. Pero nadie queda al margen del aburrimiento como estado psíquico y afecto especial. Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Porqué un niño pierde capacidad de asombro?, ¿Qué del contenido escolar puede resultar “aburrido” mas allá de una rutina que nunca es tal?. Dependerá del caso y de su circunstancia. La expresión común: ¬“Mamá,…estoy aburrido” constituye un llamado a la presencia del Otro para que propicie el deseo y manifiesta lo estructural de la cuestión.

Aburrido resulta ser una expresión frecuente para calificar algo que no merece la pena ser experimentado. Sujetos niños o adultos aburridos, fastidiados, molestos, hastiados, cansados. El aburrimiento a veces llega a transformarse en nuestro enemigo, pero ¿Porqué lo experimentamos de cuando en cuando?, ¿De qué se trata en el aburrimiento?, ¿El aburrimiento puede anteceder a lo creativo?, o por contrario ¿El aburrimiento puede conducir a lo peor?, ¿El aburrimiento puede ser manifestación de la tristeza vital que acompaña a estados de melancolización?, ¿Es un mal de época? A partir de éstos interrogantes podemos diferenciar algunas formas en que el aburrimiento puede presentarse.

2.3.- Modos del aburrimiento

Mencionaremos siete formas de aburrimiento, existen otras que el lector podrá por sí mismo discernir. Primero, el aburrimiento que surge frente a determinadas situaciones. Segundo, el aburrimiento durante el ejercicio de una actividad, a un hacer como dormido o en automático pero en vigilia. Tercero, el aburrimiento engendrado por hacer nada que se considere valioso. Cuarto, el aburrimiento que nace de la tristeza o del sinsentido de la vida. Quinto, el aburrimiento que surge de estar solo, que puede parecerse o bien a un miedo al propio inconsciente y a la asociación libre surgida del silencio: ¿Cuántos de nosotros hemos sido o creado asesinos potenciales?, o bien a la experiencia de cierta sensación de vacío que se experimenta durante su transcurso.

El aburrimiento tiene relación con ciertas características de la época, para mencionar su sexta forma, el aburrimiento contemporáneo, si consideramos que el hastío también se encuentra en el punzante empuje al consumo, la saturación por medio de la imagen, la escasez de tiempo libre por la complejización de las actividades humanas, la desocupación laboral. El aburrimiento puede ser una forma de conectarnos con determinados objetos del mercado, especialmente cuando se acercan a nosotros mas que nosotros a ellos, mediante un lazo que evocará, sin embargo, a la historia, a la nuestra, a la de cada cual. Aburrirse en la era tecnológica… ¿será una forma nueva de exceso?

Pero también el aburrimiento puede anteceder a un momento de quietud y de introspección que posibilite una salida por la vía de la creación, su séptima forma, y por ello favorecer un lazo social particular. La elección sobre los modos de atravesarlo siempre serán responsabilidad de cada quien.

También podemos mencionar otros aburrimientos, a saber: el aburrimiento de ser quien se es, el aburrimiento marital representado por el protagonista masculino de la obra de Arthur Miller El descenso

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