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Filosofia

14 de Agosto de 2014

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Supuestos antropológicos

El problema de la filosofía de la educación que aborda el tipo de ser humano que se desea formar, se ubica en el ámbito de la antropología filosófica y, es importante, por cuanto si la educación tiene por propósito la transformación del individuo a través del conocimiento, una filosofía de la educación debe partir del ser humano. En este sentido, Carr señala como importante la búsqueda en la formación integral del sujeto; un sujeto que ha de formarse para vivir y convivir en sociedad, de esta manera, el individuo es asumido como una entidad básicamente social. Su punto de vista tiene afinidad con el planteamiento de Castoriadis, ya que para este autor el ser humano es creado por la sociedad, capaz de poner en funcionamiento su imaginario radical, esto entendido como la característica del sujeto que permite el imaginario social instituyente. Según Tapiero y García (2009)

En otra postura, Bachelard plantea que el ser humano debe primero propender por su formación individual, esto implica liberarse, autodestruirse, emanciparse, lo cual implica básicamente la necesidad de reconstruir todo su saber, para luego emancipar a los demás; sin embargo, Maturana reconoce que el observador es una entidad biológica y, como una de las características de la objetividad con paréntesis, plantea que en el ser humano sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos, ya que son alterados cuando su biología es alterada y desaparece con él o ella en el momento de la muerte. Resulta entonces que no es legítimo en el vivir y convivir humanos obligar a nadie con la fuerza del argumento. Así, el proyecto de investigación asume como característica antropológica la perspectiva de educar para la transformación social y personal, ya que se pretende a través de la labor del profesor germinar en los estudiantes semillas que representan personas críticas, autónomas y creativas capaces de encarar la tarea de toma de decisiones y de responder a los retos y necesidades de su tiempo a partir del desarrollo de competencias específicas. En particular, se pretende innovar los modelos tradicionales en la enseñanza de la geometría al realizar una intervención en las prácticas pedagógicas donde los actores implicados, docente investigador y estudiantes, se convierten en protagonistas en el proceso de construcción del conocimiento, a partir del desarrollo del pensamiento espacial para contribuir al fortalecimiento de competencias matemáticas.

Desde esta perspectiva, se concibe al estudiante como un sujeto capaz de entender su realidad y transformarla. La educación tiende a la formación de conciencias críticas, donde educarse es un proceso de potenciación, capacitación y habilitación crítica de los individuos y los grupos, que pueda transformar sus formas de percibir, comprender y actuar con el mundo, logrando la autoafirmación, autonomía y responsabilidad a través del cambio social para tratar la situaciones problémicas que se le presenten en su diario vivir.

Supuestos axiológicos

El problema de la filosofía de la educación que aborda los valores e ideales humanos hace referencia al componente axiológico, por tal razón, cuestiona acerca del para qué se educa al ser humano y los criterios éticos y morales que deben orientar el proceso de formación humana en la escuela. De esta manera, para Carr, es indispensable en la formación del estudiante estimular su curiosidad natural y facilitar sus propias indagaciones. Bachelard plantea la necesidad del concepto de formación asociado en términos de una auténtica actitud científica. Al respecto, Maturana propone la aceptación de la diversidad de ideas respetando las ideas de los otros; es decir, un vivir y un convivir humanos comprendidos y explicados desde una objetividad entre paréntesis permite vivir y convivir sabiamente, sin la pretensión que tensiona de querer dominar a otros a partir de su negación como legítimo otro. Así mismo, Castoriadis afirma que el ser humano sólo existe como el producto de una institución imaginaria de la sociedad. Dicha institución requiere producir individuos a su medida y, estarán siempre regidos por un sistema particular de significancias imaginarias. Dichas significancias aportan un sentido organizador, el cual hace que los miembros de una sociedad se uniformen, asuman posiciones idénticas y sobre todo hace que el deseo sea conforme a unas relaciones de poder. Por lo tanto se requiere que cada individuo pueda producir nuevas significaciones (imaginario instituyente) que pongan en cuestión las significancias instituidas, tal como se propone desde el problema teleológico de la educación. El ser humano sabio desde esta reflexión comprende que la negación del otro es su propia negación, por eso prefiere vivir y convivir en comunidades sociales que prefieren la cooperación antes que las relaciones de poder. De acuerdo con lo anterior, se puede inferir un complemento entre los planteamientos descritos, todo ello en términos de peldaños en la formación del sujeto, donde se establece como primera medida la formación para despertar curiosidad natural y facilitar sus propias indagaciones, un segundo momento relacionado con la formación en términos de una actitud científica, la cual es posible mediante la imaginación y la capacidad de poner en cuestión a la escuela como el lugar de una sociedad instituida, pero todo articulado desde la aceptación y reconocimiento de la diversidad de ideas. En este sentido, el proyecto de investigación asume el componente axiológico de la filosofía de la educación en el desarrollo del pensamiento matemático como eje fundamental en la formación de los educandos, específicamente desde el pensamiento espacial considerado esencial para el pensamiento científico, ya que es usado para representar y manipular información en el aprendizaje y en la resolución de problemas.

Supuestos teleológicos

Un referente a tener en cuenta es el aspecto teleológico, para lo cual es indispensable definir el fin esencial del proceso de formación humana y la perspectiva científica y sociocultural sobre la cual proyectar el proceso de formación humana; por tal razón, el componente axiológico que dentro de sus tareas pretende orientar la concepción del ser humano y plantear la formación como fuente de emancipación del sujeto y la sociedad, guarda una estrecha relación con el componente teleológico.

De ahí es importante reconocer la necesidad de ideas claras que orienten el verdadero sentido de la formación humana, ideas que superen los fines inmediatos, utilitaristas e instrumentales para centrarse en una formación integral del sujeto que aprende. La forma de concebir tradicionalmente al sujeto que aprende es la que pone sobre el tapete la forma cómo los profesores, construyen la visión que tiene de sus estudiantes en cuanto sujetos del aprender, cuando la forma de ver la educación no va más allá de una simple instrumentalización de la misma, donde su único fin es el de proporcionar a los educandos contenidos para tener éxito en una sociedad sin identidad propia.

Este modelo tradicional de concebir al sujeto que se forma como un ser pasivo, receptivo, predecible y controlable, ajeno a su entorno sociocultural e histórico, va en contravía de la búsqueda incesante de la formación integral para la autonomía racional y la libertad intelectual del educando, aspecto clave de la filosofía progresista (Carr, 1996). De acuerdo a lo anterior, es imprescindible un replanteamiento en el concepto de formación, una formación que en términos de Bachelard va más allá de la reproducción de teoría o enfoques que representan el conocimiento como simple copia o captación de lo real; es decir, el concepto de formación implica una acción profunda ejercida sobre estudiante, tendiente a la trasformación de todo su ser que apunta simultáneamente sobre el saber hacer, el saber obrar y el saber pensar. Para Maturana como fin último de la formación del sujeto, se pretende que este debe ser capaz de reconocer y comprender la realidad desde un camino explicativo de objetividad entre paréntesis, porque la objetividad sin paréntesis no permite que el sujeto participe activamente de la construcción del conocimiento, sino que deba responder u obedecer a lo establecido como verdad absoluta. Castoriadis por su parte afirma que es indispensable crear nuevas significaciones, crear en los educandos una capacidad de imaginación e invención o creación incesante de social histórica y psíquica de figuras y formas, en síntesis, de una producción de significaciones colectivas. En este vacío de significaciones en el que aparecen hundirse los estudiantes, siempre existe la posibilidad de una búsqueda colectiva de nuevas producciones de sentido. Para que esa búsqueda responda a la necesidad de establecer nuevas significaciones, es indispensable operar aquello que el autor denomina imaginario social instituyente. Si el punto de partida de lo social es la construcción designificaciones, estas significaciones instituyentes serán las únicas capaces de dar una respuesta a lo social como totalidad.

En ese orden de ideas, en el aspecto teleológico el proyecto de investigación asume que es importante potenciar los niveles de desarrollo de competencias en los estudiantes. Así, la incorporación actual del concepto de competencia en el campo educativo abre una visión amplia sobre el tipo de ser humano que se desea formar. Se requiere un concepto de competencia que vaya más allá de una obsesión competitiva del mercado; es decir, como una simple instrumentalización de la educación que priorice las necesidades materiales en la relación: educación – trabajo. Es por ello que la educación vista como un proceso

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