Filosofía YOLO

Filosofía YOLO.

        La filosofía imperante en nuestra sociedad postmoderna es aquella que promueve el YO como el centro del universo, el culto al cuerpo, el hedonismo en su máxima expresión; esta escuela de pensamiento está bien sintetizada en el acrónimo YOLO; siendo este el “nuevo” lema que predica, aparentemente, el vivir bien, puesto que sólo vivimos una vez; mas sólo hace falta que veamos un poco más allá del “bonito” cuadro que nos pintan, para darnos cuenta de todo lo que permite este tipo de afirmaciones (que, por cierto, son aceptadas y seguidas por la sociedad).

        Se utiliza YOLO para permitir situaciones  o actos, en los que se llegan a poner en riesgo la integridad de distintos aspectos (intelectual, moral, físico /) tanto de la persona que los realiza, como de quien puede terminar viéndose afectado por ellos. Sin embargo, expresiones como esta, han sido acuñadas desde mucho tiempo atrás; como lo hizo Horacio en su obra “Odas”, aproximadamente por el año 23 AC (aprovecha el día, creyendo muy poco en el futuro). Esta idea ha continuado a través de las épocas tomado distintos matices según el contexto y las circunstancias del momento; de éste modo sucedió particularmente en los periodos renacentista, barroco y romántico.

        De las corrientes filosóficas más recientes e influyentes, “afiliadas” a este pensamiento, podemos destacar la Hippie. Ésta hace su aparición en los años sesenta, con su eslogan “Si se siente bien, hazlo”. Muy similar a la filosofía YOLO. Hacen su aparición (de nueva cuenta) promoviendo, aparentemente, la tolerancia, el respeto, el amor y la paz, cuando en realidad, en los hechos a lo que llegaron fue al desorden, tanto social, como político, moral y sexual. Este es el tipo de pensamiento que ha sido promovido a lo largo de los años, y es, todavía, el que se sigue sosteniendo hoy.

Al ver los problemas que heredó en su momento la era Hippie (como otras corrientes en su tiempo), podemos darnos cuenta de la falsedad de la afirmación YOLO.
Un Rey sabio una vez dijo “no hay nada nuevo bajo el sol”. Y, si bien es cierta esa afirmación, también podemos decir que de la Historia aprendemos para no condenarnos a repetirla

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