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Filosoofia Edad Media


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  932 Palabras (4 Páginas)  •  181 Visitas

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Teniendo en cuenta la proyección que hace Aniceto en el anterior fragmento y las premisas que antes hemos enumerado, podría esbozarse una opinión sobre este asunto siendo fieles al contenido de la obra, así: la transmisión de una condición criminal sólo es factible cuando para ello coinciden factores familiares y de predisposición individual, los cuales, en el caso de Hijo de Ladrón, no llegan a cumplirse. Pensemos: si es verdad que es más fácil transmitir un oficio cuando el padre lo practica en casa y es visto por su hijo, pues esta condición no aparece en la novela, debido al deseo del ladrón de no mezclar a su familia con su trabajo; asimismo, si es verdad que la transmisión se facilita al existir una predisposición en la persona, una “virtuosidad” para el oficio, tampoco se llega a ver esto en la obra, ya que Aniceto Hevia es un hombre inclinado por naturaleza a la honradez.

Discurrir de este modo soluciona parte del asunto, pero abre las puertas hacia una cuestión mucho más profunda que tiene que ver con la pregunta: ¿si Aniceto Hevia no es un criminal entonces por qué los otros lo conciben así continuamente? La respuesta es compleja, Aniceto es víctima de un juego caracterizado por el prejuicio y, sobre todo, por algo que podría llamarse las marcas sociales. Los policías que se llevan al muchacho por primera vez a la cárcel, junto a su madre, culpados de no cooperar con la justicia, no se toman el tiempo para indagar si hay en la familia del ladrón la transmutación de sus crímenes, o si son inocentes de ellos; simplemente se asume prejuiciosamente que son tan culpables como el padre al que buscan.

Aquí hay que tener en cuenta un hecho y es que la pobreza es un ambiente compartido: los criminales viven en él tanto como la gente honrada, pero a los ojos del otro, del que no pertenece a este nivel de la sociedad, ambos, “buenos” y “malos” se confunden irremediablemente. Si se tratara de esto, lo único de lo que podría juzgarse a un hombre como Aniceto es de entender las acciones de los criminales, de saberlas, en ocasiones, justificadas. “No pueden pensar en otra cosa que en subsistir –se declara cierto día- y el que no piensa más que en subsistir termina por encanallarse; lo primero es comer, y para comer se recurre a todo; algunos se salvan, pero en una ciudad existen cientos y miles de estos grupos familiares, y de ellos salen cientos y miles de niños; de esos miles de niños salen aquellos hombres, algunos cientos no más, pero salen, inevitablemente”.

En la raíz de esta doble relación, esto es, entender las acciones de los criminales aunque no compartirlas y, alternativamente, ser tomado como parte de ellos por el resto sociedad, en la raíz de esto, decimos, se ubica la soledad de Aniceto Hevia. No está completamente ni de un lado ni del otro: es pobre, sí, pero no criminal, y por esto su vida es todavía más pesarosa, difícil

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