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Fundamento cientifíco del paradigma emergente


Enviado por   •  5 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  1.789 Palabras (8 Páginas)  •  215 Visitas

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PNFCP – Desarrollo Integral[pic 1]

Barcelona-Anzoátegui

Trayecto Inicial

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Facilitadora:                                                                   Bachilleres:

Almida Salazar                                                       Ana Viloria 27.287.522

                                                                              Carlos Suarez 19.674.284

                                                                               

           

                                                                                        Sección: “04”

Agosto, 2021

El paradigma es como la forma de nosotros visualizar e interpretar los múltiples conceptos, esquemas o modelos del comportamiento en todas las etapas de la humanidad en lo psicológico y filosófico, que influyen en el desarrollo de las diferentes sociedades así como de las empresas, integradas e influenciadas por lo económico, intelectual, tecnológico, científico, cultural, artístico, y religioso que al ser aplicados pueden sufrir modificaciones o evoluciones según las situaciones para el beneficio de todos. En pocas palabras, es el conjunto de cosas que asumimos y creemos, lo cual nos sirve como base o filtro para nuestra percepción e interpretación de la realidad. El paradigma emergente es la resistencia a cambiar algo y si lo manejamos con término emergente, es que tiene dos vías y éste se puede modificar, ya sea por conveniencia o porque no se llega a comprender y se resisten a llevar a cabo el cambio que debe ser una transformación fundamental de nuestros pensamientos, percepciones y nuestros valores. Pero a la vez siguiendo ciertos principios como lo son la indeterminación (incertidumbre), sincronicidad, identidad, complejidad y sostenibilidad manteniendo valores que nos conlleven a desarrollar nuestra conciencia e inteligencia para mejorar nuestra calidad de vida. Por lo que todos estos principias serán desarrollados a continuación.

El futuro en sí mismo es pura incertidumbre y cada segundo que aún no hemos vivido puede llenarse de cualquier acontecimiento, esperado o inesperado. Es evidente, que por mucho que nos preocupemos frente a esa inseguridad que nos ronda, no vamos a solucionarla mejor. La incertidumbre es necesaria para nosotros aumentar el conocimiento, fortalecer nuestra conciencia, establecer relaciones afectivas, entre otras cosas, siendo así la fuerza que genere el crecimiento de la humanidad.

Cualquier cosa que decidamos hacer en nuestra vida, necesita de un espacio de posibilidades que le permita existir en ese futuro que aún está por construir.

En muchos casos esta incertidumbre se ahoga en viejos paradigmas estratégicos basados en simplicidad y linealidad. La estructura de estos modelos no puede dar cuenta de la complejidad de las relaciones. Los significados emergentes del proceso de interacción entre la organización y sus públicos se pierden bajo una estructura rígida y determinista.

La incertidumbre no es más que el hecho concreto de no saber si lo que se espera de nuestras vidas se concretizará, no saber qué nos depara el mañana. Es referirse obviamente a lo inesperado, a lo cambiante de la vida en todos sus aspectos, como lo relativo al poder, a la familia, al amor y sobre todo a la vida misma.

El hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.

El principio de sincronicidad puede ser entendido como “la coincidencia entre una imagen mental y un hecho exterior, que no están vinculados causalmente, pero que establecen entre si una relación de significación. ¿Te ha sucedido alguna vez una coincidencia tan sorprendente que te pareciera mágica, como si el universo te estuviera mandando una señal? Como el filósofo alemán Friedrich Schiller dijera, "no existe la causalidad, lo que se nos presenta como azar surge de fuentes profundas". En 1952, Carl Jung acuñó el concepto de "sincronicidad" para definir "la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero de manera acausal". Es decir, la coincidencia temporal de dos o más eventos, que guardan relación entre sí, pero que no son uno causa del otro, sino que su relación es de contenido.

El poeta francés y teórico del surrealismo André Bretón hablaba también del "azar objetivo" (hasard objectif), que designa la confluencia inesperada o azarosa "entre lo que una persona desea y lo que el mundo le ofrece". El azar objetivo es uno de los conceptos fundamentales del surrealismo: coincidencias o casualidades cuya carga emocional las dota de significado.

Sea como sea, es sabido que los seres humanos somos propensos a un impulso de reconocimiento de patrones que es, incluso, capaz de verlos donde no existen, por ejemplo, en los casos en que la dopamina en el cerebro se encuentra elevada, circunstancia que nos hace propensos al pensamiento mágico y a creer en la buena fortuna. De hecho, ciertos estudios han demostrado que el estrés y los eventos de particular significado emocional nos acercan al pensamiento mágico. Sin embargo, también han probado que el extremo escéptico de ese espectro tampoco es nada saludable: la carencia de capacidad para el pensamiento mágico está, entre otras cosas, ligada a la anhedonia, la incapacidad de experimentar placer.

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