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FUNDAMENTO CIENTIFICO PARADIGMA EMERGENTE


Enviado por   •  14 de Octubre de 2014  •  8.823 Palabras (36 Páginas)  •  496 Visitas

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Hacia una mejor y más profunda comprensión de los principios y valores del paradigma emergente

Pedagogía desde el corazón es un rizoma que engloba los Principios y Valores del Nuevo Paradigma. Toda educación lleva implícita una ética, tanto del enseñar como del aprender; además, involucra procesos que tienen que ver con la identidad no solamente personal (autoreconocimiento) sino con la identificación con otras personas que conviven en el planeta indistintamente de la región en que habiten (reconocimiento).

La complejidad y la incertidumbre son principios que rigen el modo de funcionamiento del mundo actualmente. Tenemos que introducirnos más profundamente en la comprensión del funcionamiento del universo sobre la base de lo que nos aporta la teoría del caos y poner a un lado las que consideran el control y la predicción como los postulados fundamentales que explican el funcionamiento del mundo. Así podríamos captar las coincidencias que nos ocurren y que no podemos entender desde los esquemas tradicionales (sincronicidad).

Podemos suponer que si un individuo se reconoce como parte de su entorno y asume que no todo ocurre sólo en el plano material sino que toma conciencia de que existen otros planos como el espiritual, empieza a vislumbrar o experimentar fenómenos asociados a la alegría, al gozo, a la ternura, a la felicidad, que lo llevan a conformar su proceso de autonomía y que le imprimen un carácter humanista que, a su vez, lo llevaría a relacionarse de modo tolerante con los demás.

Profundizar en los aspectos espirituales de los individuos no se contradice con el desarrollo del conocimiento; por el contrario, complementa e integra al ser con el saber, en sus planos intelectual, físico y espiritual, los cuales, al fin y al cabo, conforman una unidad armonizada.

Principios del paradigma emergente

El enfoque newtoniano-laplaciano y la utilización de ecuaciones matemáticas para calcular casi cualquier cosa en física, química o biología, han sufrido muchos reveses al querer predecir el comportamiento humano. El concepto matemático de sistemas dinámicos se relaciona con la recurrencia (reversibilidad) de los fenómenos, idea que presupone que todo fenómeno tiende a volver al estado inicial. Pero, considerando lo antes dicho en cuanto a la dificultad para predecir el comportamiento humano, o a la dificultad para predecir el clima y otros fenómenos similares, más allá de ciertos períodos de tiempo determinados, ¿a qué podemos atribuir esta dificultad (digamos, más bien, indeterminación)?

Si consideramos que todo lo que integra el universo forma parte de un sistema en no-equilibrio, con un funcionamiento caracterizado por la no recurrencia (irreversibilidad), de que el orden y el desorden, el determinismo y el azar pueden ser diferentes estados del mismo fenómeno (Prigogine, 1997), de que si variamos las condiciones iniciales de un fenómeno, puede darse lugar a tantos cursos de acción o resultados, más amplios o mayores, aún cuando las variaciones iniciales hayan sido pequeñas (efecto mariposa), podemos suponer que lo único cierto en el universo conocido es la indeterminación o incertidumbre y que ello, en términos de Briggs y Peat (1999), es una cosa muy estimulante, porque nos permite la posibilidad de innovar, de crear o de reformular las ideas preconcebidas o estereotipadas.

Indeterminación (Incertidumbre)

Las leyes de Newton y de otras teorías físicas trajeron como resultado la idea del determinismo científico, expresado inicialmente por Laplace. Fue en 1927 cuando Werner Heisenberg, físico de origen alemán y dedicado al estudio de la física teórica, se dio cuenta de que las reglas de la probabilidad que gobiernan las partículas subatómicas nacen de la paradoja de que dos propiedades relacionadas de una partícula no pueden ser medidas exactamente al mismo tiempo y que cualquier intento de medir ambos resultados, conlleva a imprecisiones.

Esta afirmación de Heisenberg se tradujo en lo que fue denominado Principio de Incertidumbre, mejor llamado Principio de Indeterminación, el cual vino a decir al mundo que el resultado de una observación está vinculado a la presencia del observador.

El Principio de Indeterminación afectó profundamente al pensamiento de los físicos y de los filósofos y ejerció una influencia directa sobre los aspectos filosóficos asociados al concepto de causalidad, pero sus implicaciones para la ciencia no son las que se suponen generalmente. Pareciera que lo derivado del principio de indeterminación tiende a anular toda certeza acerca de la naturaleza, al suponer que el conocimiento científico está a merced de los caprichos imprevisibles de un universo donde el efecto no sigue necesariamente a la causa. Nada más lejos de la “verdad”: Si, por ejemplo, no se puede predecir con certeza el comportamiento de las moléculas individuales en un gas, también es cierto que las moléculas suelen acatar ciertas leyes, y su conducta es previsible sobre una base estadística, tal como las compañías aseguradoras calculan con índices de mortalidad fiables, aunque sea imposible predecir cuándo morirá un individuo determinado.

Por su parte, una perspectiva que plantea el fin de la certidumbre (en términos de Prigogine), nos permite apreciar y entender al mundo y a los seres vivos en permanente interacción y no como elementos separados; ha permitido entender procesos tales como la absorción atómica de los núcleos; ha permitido entender que el universo es complejo pero no irracional, al favorecer la integración, mediante la mecánica cuántica, de conceptos aparentemente contradictorios como determinismo y azar, desorden y orden.

A manera de corolario, afirmamos que:

•Podemos convivir en y con un universo lleno de probabilidades.

•Es posible el desorden y el orden, el azar y el determinismo: Esto es el caos.

•Lo único cierto es la indeterminación.

•Complejidad más anticipación igual a incertidumbre más acción (Wagensberg, 2003).

•La vida sólo es posible en un universo alejado del equilibrio (Prigogine, 1997).

•Necesitamos la incertidumbre para establecer relaciones afectivas, para aumentar nuestros conocimientos, para fortalecer nuestra conciencia, y para desarrollar nuestra autoestima. La incertidumbre ante el futuro, ha sido y será el motor que mueve a la humanidad hacia delante. La seguridad absoluta en todos los órdenes es parálisis, castradora de la personalidad y arrullo

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