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GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PROFETA (1923)


Enviado por   •  4 de Mayo de 2020  •  Apuntes  •  4.281 Palabras (18 Páginas)  •  233 Visitas

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UNIVERSIDAD JUAREZ AUTONOMA DE TABASCO [pic 1][pic 2]

DIVISION ACADEMICA DE CIENCIAS DE LA SALUD

LICENCIATURA EN CIRUJANO DENTISTA  

MATERIA

Filosofía

CATEDRÁTICA

Jazmín Márquez Bautista

ALUMNA

Sandra Ivet González Zacarías

ACTIVIDAD

6

SEMESTRE

Ciclo largo 2020-A

GRADO


Título: GIBRÁN KHALIL GIBRÁN EL PROFETA (1923)

MI OPINIÓN DEL LIBRO

El profeta da a todos los hombres, de acuerdo con las leyes de Dios, impulsos para reflexionar y respuesta sobre los sucesos y anomalías que tienen lugar en este mundo. Además, habla también sobre su tarea y así también sobre sí mismo.

En este libro sólo puede ser disfrutado cuando estás en sintonía con lo que dice y el modo en cómo expresa las verdades que comprendía en cada una de las respuestas a las preguntas del pueblo del cual sale el "profeta". Su estilo sencillo a la vez que maneja logra capturar mi atención.

Es de filosofía directa sin necesidad de perderse en la oratoria. No hace falta estar de acuerdo con todo lo que dice para aprender determinadas cosas y recordar otras que ya teníamos olvidadas.

RESUMEN DEL LIBRO

El Profeta

Almustafá, el elegido y bienamado, el que era un amanecer en su propio día, había esperado doce años en la ciudad de orfalese la vuelta del barco que debía devolverlo a su isla natal. A los doce años, en el séptimo día de Yeleol, el mes de las cosechas, subió a la colina, más allá de los muros de la ciudad, y contempló él mar. Se abrieron, entonces, de par en par las puertas de su corazón y su alegría voló sobre el océano. Cerró los ojos y oró en los silencios de su alma.

Sin embargo, al descender de la colina, cayó sobre él una profunda tristeza, y pensó así, en su corazón. Demasiados fragmentos de mi espíritu he esparcido por estas calles y son muchos los hijos de mi anhelo que marchan desnudos entre las colinas. No es una túnica la que me quito hoy, sino mi propia piel, que desgarro con mis propias manos. Y no es un pensamiento el que dejo, sino un corazón, endulzado por el hambre y la sed.

Porque el quedarse, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse y cristalizarse y ser ceñido por un molde. Entonces, cuando llegó al pie de la colina, miró al mar otra vez y vio a su barco acercándose al puerto y, sobre la proa, los marineros, los hombres de su propia tierra. Estoy listo a partir y mis ansias, con las velas desplegadas, esperan el viento. Tú que eres la paz y la libertad para el río y el arroyo.

Y luego iré hacia ti, como gota sin límites a un océano sin límites. Y, caminando, vio a lo lejos cómo hombres abandonaban sus campos y sus viñas y se encaminaban apresuradamente hacia las puertas de la ciudad.

Y el guardián de la noche la llenará de aceite y la encenderá. Pero mucho quedaba sin decir en su corazón. Y, cuando entró en la ciudad, toda la gente vino a él, llamándolo a voces.

Y los sacerdotes y las sacerdotisas le dijeron

Has caminado como un espíritu entre nosotros y tu sombra ha sido una luz sobre nuestros rostros. Nuestro amor no tuvo palabras y con velos ha estado cubierto. Siempre ha sido verdad que él amor no conoce su hondura hasta la hora de la separación. Y él la miró con enorme ternura, porque fue la primera que lo buscó y creyó en él cuando tan sólo había estado un día en la ciudad.

Profundo es tu anhelo por la tierra de tus recuerdos y por el lugar de tus mayores deseos y nuestro amor no te atará, ni nuestras necesidades detendrán tu paso. Y nosotros la daremos a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, y así no perecerá. En tu soledad has velado durante nuestros días y en tu vigilia has sido el llanto y la risa de nuestro sueño.

El Amor

Aunque su voz destroce nuestros sueños, tal como el viento norte devasta los jardines. Porque, así como el amor os corona, así os crucifica. Así como asciende a lo más alto y acaricia vuestras más tiernas ramas, que se estremecen bajo el sol, así descenderá hasta vuestras raíces y las sacudirá en un abrazo con la tierra. Y os asigna luego a su fuego sagrado, para que podáis convertiros en sagrado pan para la fiesta sagrada de Dios.

Todo esto hará el amor en vosotros para que podáis conocer los secretos de vuestro corazón y convertiros, por ese conocimiento, en un fragmento del corazón de la Vida. Pero si, en vuestro miedo, buscareis solamente la paz y el placer del amor, entonces, es mejor que cubráis vuestra desnudez y os alejéis de sus umbrales. El amor no da nada más a sí mismo y no toma nada más que de sí mismo. El amor no posee ni es poseído.

Porque el amor es suficiente para el amor. "Dios." Y pensad que no podéis dirigir el curso del amor porque él si os encuentra dignos, dirigirá vuestro curso. El amor no tiene otro deseo que el de realizarse. Ser herido por nuestro propio conocimiento del amor.

Despertarse al amanecer con un alado corazón y dar gracias por otro día de amor. Y dormir con una plegaria por el amado en el corazón y una canción de alabanza en los labios.

El Matrimonio

Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días. Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga. Porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.

Y él dijo

Vuestros hijos no son hijos vuestros. Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de sí misma. Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.

Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.

Son éstos los creyentes en la vida y en la magnificencia de la vida y su cofre nunca está vacío. Hay quienes dan con alegría y esa alegría es su premio. Y hay quienes dan y no saben del dolor de dar, ni buscan la alegría de dar, ni dan conscientes de la virtud de dar. Todo aquel que merece recibir sus días y sus noches, merece, seguramente, de vosotros todo lo demás.

Y aquel que mereció beber el océano de la vida, merece llenar su copa en vuestro pequeño arroyo. Porque, a la verdad, es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os creéis dadores, no sois sino testigos. Porque exagerar vuestra deuda es dudar de su generosidad, que tiene el libre corazón de la tierra como madre y a Dios como padre.

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