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Giorgio Agamben Profanaciones


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2020  •  Trabajos  •  25.201 Palabras (101 Páginas)  •  153 Visitas

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Giorgio Agamben

Profanaciones

Traducci6n de Flavia Costa y Edgardo Castro

[pic 18]

Adriana Hidalgo editora

Agambc n, G io rgio

Profanacioncs - 1•. ed. 1*. reimp.

B uenos Aires : Ad ri an a H ldalgo, 2005.

126 p. ; 19x13 cm. - (Fil osoffa e historia)

ISRN 987- 1156-34-0

I . Filosoffa Moder na I. Eli ulo[pic 19]

filosofia e historia

Ticulo original: PrpJnnnz/oai

Traducci6n: Flavia Costa y Edgardo Castro

Editor:

Fabifin Lcbenglik

Diseño de cubierta e interiores:

Eduardo Stupfa y G. D.

0 Giorgio Agamben, 2005

O Adriana H idalgo editora S.A., 2005

Cardoba 836 - P. 13 - Of. 1301

(1054) Buenos Aires

e-mail: info&adrianahidalgo.com www.adrianahidalgo.com

Impreso en Argentina

Printed in Argentina

Queda hecho ct dep6sito que indica la ley 11.723

Prohibida la reproducci6n parcial o Total sin permiso escrito de la editorial. Todos los derechos reservados.

GENIUS

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Not my charms are all o’erthrau'n, And  what strength /£«re ii my one.

Pr6spero al publico

Los latinos llamaban Genius al dios a1 cual todo hombre es confiado en tutela en el momento de su nacimiento. La etimologia es transparentc y se la puede observar todavia en nuestra lengua en la cercania que hay entre genio y generar. Que Genius tiene que ver con el general es por otra parte evidente en el hecho de que el objeto por excelencia “genial", para los latinos, era el lecho: genialis lectus, porque en él se realiza el acto de la generaci6n. Y consagrado a Genius era el dfa del nacimiento, al que por esto mismo denominamos todavia genesiac Los regalos y los banquetes con los cuales celebramos cl cumpleanos son, a pesar del odioso y ya inevi- table cantito anglosajñn, un recuerdo de la fiesta / de Nos

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' [N. de T.] En italian o exisie el adjetivo “generliaco", derivado del griego gencthliabds / del latin gencthlicus, que se podrfa traducir por “del naialicio". En castellano, “genetliaco" se aplica al poema o composici6n referido al naci miento de una persona, asi como a la prfictica de pronosticar a alguien su buena o mala fortuna por el dia en que nace. Preferimos usar, entonces, si bicn no es exacro, "genesiaco": rclati vo a la génesis.

Giorgio Agamben

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sacrificios que las familias romanas ofreclan al Genius en el natalicio de sus integrantes. Horacio habla de vino puro, de un lech6n de dos meses, de un cordero “inmolado”, es decir, rociado con la salsa para el sacrificio; pero parece que, en sus origenes, no habia mls que incienso, vino y deliciosas figazas de miel, porque Genius, el dios que preside el nacimiento, no gustaba de los sacrificios sangrientos.

“Se llama mi Genius, porque me ha engendrado (denim mess nominatur, quia me genuit).” Pero eso no basta. Genius no era solamente la personificaci6n de la energla sexual. Cier- tamente cada ser humano varon tenta su propio Genius  y cada mujer tenfa su Juno, ambos manifestaciones de la fecun- didad que genera y perpetua la vida. Pero, como es evidente en el rérmino ingenfum, que designa la suma de las cualidades fisicas y morales innatas en aquel que comienza a ser, Genius era de alguna manera la divinizacibn de la persona, el princi- pio que rige y expresa toda su existencia. Por esto a Genius era consagrada la frente, no el pubis; y el gesto de llevarnos la mano a la frente, que hacemos casi sin darnos cuenta en los momentos de desconcierto, cuando nos parece casi que nos hemos olvidado de nosotros mismos, recuerda el gesto ritual del culto de Genius (Badr uenerantes deum tangimw frontem). Y dado que este dios es, en cierto sentido, el mls Intimo y propio, es necesario aplacarlo y mantenerlo propicio en todos los aspectos y en todos los momentos de la vida.

Hay una locucibn latina que expresa maravillosamente la

secreta relacion que cada uno debe saber entablar con su pro- pio Genius: indulgere Demo. A Genius es preciso condescen- der y abandonarse,  a Genius debemos conceder  todo aquello

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Genius[pic 23]

que nos pide, porque su exigencia es nuestra exigencia, su fe- licidad es nuestra felicidad. Ann si sus —inuestras!— exigencias puedan parecer poco razonables y caprichosas, es bueno acep- tarlas sin discutir. Si, para escribir, tenemos —itiene él!— nece- si&d de ese papel amarillento, de esa lapicera especial, si nece- sitamos precisamente aquella luz mortecina que alumbra des- dela izquierda, es inutil decirse que cualquier lapicera hace su tiabajo, qi:e todas las luces y todos los papeles son buenos. Si no ›Ne ie  pcna vivir sin aquella camisa de lino celeste (l por favor, no la !anca con el cuellito de empleado!), si nos senti- mos sin ânimo para seguir adelante sin esos cigarrillos largos hechos en papel negro, no sirve de nada repetirse que son solamente manias, que es hora de ponerse mâs juiciosos. Gmium suum defiaudare, defraudar al propio genio, signifi- ed en latin entristecerse la vida, embrollarse a uno mismo. Y gmialis, genial, es la vida que aleja la mirada de la muerte y responds sin dudar a la incitaci6n del genio que la ha generado.

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