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Gorias De Platon


Enviado por   •  19 de Abril de 2015  •  1.795 Palabras (8 Páginas)  •  180 Visitas

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La obra está estructurada claramente en tres partes a modo de coloquios entre Sócrates por una parte, y Gorgias, Polo y Calicles por otra, y en orden sucesivo de intervención. En todas las discusiones que Sócrates mantiene con ellos se alza con la victoria, llevando a su contraparte a una contradicción lógica.

En cuanto a la primera parte, el diálogo entre Sócrates y Gorgias, se trata de una introducción sobre algunas cuestiones que más adelante se profundizarán con Polo y especialmente con Calicles y con el cuento del juicio de las almas relatado por Sócrates que pone fin a la obra.

En este dialogo se discute sobre la retórica. Gorgias comienza sosteniendo que la retórica se ciñe a la facultad de persuasión, es decir, una disciplina utilitarista al servicio de determinados intereses coyunturales y sin sujeción a principios superiores. Sin embargo, Sócrates cuestiona sus argumentos y le hace terminar confesando que el orador necesita de la justicia, luego de haber reconocido previamente Gorgias que la retórica podía ser injusta.

II

En la segunda parte, Sócrates debate con Polo acerca de la finalidad de la retórica en relación con la justicia. Polo asocia retórica con poder, en cuanto que la primera es un medio para lo segundo. Sócrates le acaba demostrando dos proposiciones que al comienzo eran formuladas en sentido contrario por Polo: “que es mayor mal cometer injusticias que sufrirlas” y que “peor es la impunidad que el castigo”.

Por tanto, como la retórica debe servir a lo justo, si un hombre ha obrado injustamente, debe emplear su retórica para que se le castigue y no para quedar impune porque “la expiación libra al alma de su mal, que es la iniquidad”.

La última parte la constituye el dialogo de Sócrates con Calicles, que es la discusión directamente más relacionada con el derecho y también la más aguda, extensa y profunda de las tres. Calicles defiende que la justicia natural es aquella que se identifica con el placer y lo útil. Para este personaje, la ley dicta que el fuerte tenga más, por lo que el derecho se reduce a la voluntad del poder establecido.

Sócrates, basándose en la contradicción entre ley y naturaleza que sostiene Calicles, le rebate demostrándole que no hay tal contradicción ya que se deduce que si la muchedumbre es más fuerte que un hombre, su voluntad será la ley, pero la muchedumbre “juzga justa la igualdad y más vergonzoso perpetrar injusticias que sufrirlas”, lo cual implica la no contradicción entre ley y naturaleza.

Cabe apuntar que en la derrota de Calicles se juntan varios factores que perjudican su ya de por sí débil posición, entre ellos, su prepotencia y arrogancia, al no reconocer ninguno de los avances ya obtenidos en el curso de los dos diálogos previos en los que se concedió que el orador debía ser justo (Gorgias) y que es peor hacer el mal que recibirlo (Polo).

IV

Por último y a modo de conclusión, en relación con lo anteriormente referido, Sócrates conduce a Calicles a la contradicción lógica al mostrarle que el placer, tomado como un fin, conduce al desorden y por tanto el Bien en sí mismo no es el placer sino lo justo en cuanto que orden del alma conforme a una Ley que no es contraria a la naturaleza.

En definitiva, Platón nos plantea lo siguiente: que el hombre debe buscar el Bien y no el placer por lo que debe preferir lo bueno y ordenado aunque no siempre sea placentero. La retórica, como arte humano, debe servir a lo justo que es el bien del alma, aunque eso tampoco sea placentero siempre.

V

El siguiente comentario sobre el dialogo “Gorgias”, es de carácter personal y girará en torno a tres aspectos que me parecen relevantes.

En primer lugar, cabe resaltar que la lectura de este diálogo platónico es muy interesante, no sólo por su temática sino porque es de plena actualidad, y en cierta manera los personajes que intervienen encarnan arquetipos e ideologías de diversa índole que gobiernan las sociedades actuales.

De hecho, el pensamiento de Gorgias, Polo y Calicles, especialmente el de este último, pueden recordar la carga ideológica de muchos gobernantes y “supuestos” representantes políticos, intelectuales y personalidades influyentes de nuestro entorno.

Particularmente, en el ámbito jurídico, existe un aspecto de contraste que afecta a la profesión de abogado, pues sus herramientas son las palabras, la oratoria y las leyes vigentes para defender a su representado en un pleito.

Al abogado se le presentará siempre un dilema ético si hace lo que dice Sócrates en esta obra. Dado que si obtiene del juez o tribunal una sentencia afín a los intereses de su cliente a sabiendas de una injusticia, como profesional estaría cooperando a través de su retórica en una interpretación y aplicación utilitarista de las normas.

Y por otra parte, si el abogado se convierte exclusivamente en moralista, no llevaría casos realmente problemáticos o sustanciales en su despacho, porque nadie confiaría en él si supiera su mandante que prestaría más atención a la justicia general que a sus intereses inmediatos.

Tal vez por eso algunos despachos de abogados, sobre todo los más grandes, mercantilistas e internacionales, son aduladores con el poder y con los jueces, y no tienen al bien común como eje de su actividad profesional sino el objetivo de maximizar sus beneficios, a menudo en detrimento de la justicia.

VI

En segundo lugar, en lo referente al plano político y más concretamente en el marco de la política legislativa, se hace efectivamente patente, desde mi punto de vista, que una gran parte de normativas

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