Humanismo, ética, Comunidad Juan Manuel Silva Camarena
CelesJimenez5 de Junio de 2013
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HUMANISMO, ÉTICA, COMUNIDAD
Los seres humanos, ¿son por naturaleza humanos? O se tiene que ganar la humanidad mediante los méritos de las acciones dignas y buenas que realizamos.
El humanismo es algo más que un conjunto de ideas o principios que se pueden aprender para ponerlos en práctica en mejorar las relaciones humanas tan frecuentemente conflicto.
Por consiguiente, el humanismo, no consiste nada más en la determinación de tratar bien al prójimo. No es únicamente un genuino sentimiento de solidaridad, y tampoco se reduce a un verdadero humanismo que permita conmoverse o sufrir por las desgracias ajenas, encendiendo vivos deseos de ayuda o asistencia. El humanismo tampoco es una doctrina política, y no puede reducirse a una doctrina religiosa; ya que no se identifica con ningún conjunto de creencias en relación con un ser divino.
En síntesis, ser humanista es reconocer y aceptar que tenemos que vivir manteniendo nuestra comunidad mediante la calidad de nuestros propios actos. Humanista es quien lúcidamente reconoce la necesidad de defender la naturaleza humana bajo cualquier circunstancia o situación histórica.
Es ahora cuando comienza a cobrar sentido el hecho de que nuestra naturaleza no es tan "natural" como parece. Notamos, sin embargo, que el hombre puede hacerse menos hombre.
Para bien o para mal no esta naturaleza se adapta a la forma que decidimos darle ya que el ser humano puede ser un hombre hecho y derecho, pero también puede ser un pobre hombre o poco hombre. Uno se hace hombre por medio de sus actos y éstos dependen de otra cosa extraordinaria, de que "el hombre es una cosa natural susceptible de ser transformada mediante la educación", entiéndase cómo educar como la transformación de lo que naturalmente somos, para convertirnos en algo sobrenatural: en seres humanos capaces de descubrir su humanidad y cuidar.
Como el humanismo mantiene la fuerza de la voz de la conciencia moral, todo humano es eticidad, es decir, imposibilidad de ser indiferentes. Por esto nos damos cuenta de lo que nos hace menos y lo que nos hace más, lo que humanista o deshumaniza.
La moral es individual y comunitaria. Pertenezco a una comunidad, y en función de ella soy quien soy. Dependo del bloque en cada caso cada uno es lo que es, ella se empobrece o se enriquece como comunidad precisamente humana.
No se puede callar la voz que nos dice que algo está mal, aunque finjamos indiferencia. La falla moral que se expresa diciendo "no quiero meterme un problema" en cierto modo anuncia un debilitamiento de la fuerza moral de nuestra humanidad.
¿Cómo es posible que se eche a perder lo que soy? Si no lo entendemos y lo aceptamos, tampoco entenderemos que la comunidad a la que pertenecemos se puede declinar, dejar de ser lo que es y convertirse en una mera colectividad. El bien común no es el conjunto de bienes que pertenece a todos los ciudadanos. El bien común es el bien moral que como fundamento constituye lo esencial de la comunidad.
Nuestro ser, en un balance existencial, en una contabilidad espiritual, presenta pérdidas y ganancias. Lo que es decisivo es advertir que la forma de vida de nuestra depende de que estamos estructurados como un ser libre, con la necesidad de producirnos a nosotros mismos, y con el extraordinario don de poder construir nuestra propia forma de ser individual, persona y única. Podemos crear libremente nuestra manera de vivir, como de ser.
El modelado del hombre, primero de la mano de quien lo guía, de quien le enseña, y luego por sus propias manos, que quiere decir por sus propias acciones, es acción educadora, es paideia. La educación al mismo tiempo tiene un sentido personal y comunitario, porque somos lo que somos en función de nosotros mismos y de nuestra comunidad.
Cuando hay un problema ético grave, hay un problema de humanismo: la descomposición,
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