“LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO” JOSÉ PEDRO VARELA

“LA EDUCACIÓN DEL PUEBLO” JOSÉ PEDRO VARELA

La educación no significa sólo el saber leer y escribir, ni aun la adquisición de un grado, por considerable que sea, de mera cultura intelectual. Es un procedimiento que se extiende desde el principio hasta el fin de la existencia. Un niño viene al mundo, y desde entonces, empieza su educación.

Varela sostiene que la educación destruye los males de la ignorancia, en todo el mundo y a lo largo de la historia, la ignorancia, no sólo ha privado a la humanidad de infinitas alegrías, sino que, creándole innumerables infundadas alarmas, ha aumentado, con ellas, la suma de la miseria humana. En las edades primitivas del mundo, un eclipse total de sol o de luna era considerado como signo de terribles calamidades, como si anunciara imprevistas catástrofes. Mientras que esas grandiosas escenas eran miradas con inexplicable placer por los observadores ilustrados y científicos, los ignorantes y supersticiosos se sintieron agobiados por el horror. Todavía hoy, los aparecidos aterrorizan a cada paso a los ignorantes pobladores de nuestra campaña, el grito de la lechuza, que el salero se derrame sobre la mesa, etc. Lejos de ser inocentes e inofensivas esas supersticiones, tienen, a menudo, los más deplorables resultados, y es deber de los padres y maestros el tratar de destruirlas. La difusión de los conocimientos, destruye los males de la ignorancia, que hombre educado teme a un cometa, un eclipse, o se le ha aparecido un espectro levantado de su tumba.

La educación aumenta la fortuna del individuo, los mejores educados son siempre los mejores pagos, todo esfuerzo exige una compensación. En la realización de un trabajo cualquiera por dos hombres, lo hará mejor y más rápidamente el que sea más educado, el que tenga menos dificultades que vencer, ya sea por estar familiarizado con el trabajo, o por conocerlo bien de otro modo. En todos los ramos de la actividad humana se requiere, al ser inteligente, que al realizar su trabajo, ejercite no sólo las fuerzas físicas, sino las cualidades intelectuales que no poseen, ni poseerán nunca, las máquinas. Así los brazos que podemos llamar inteligentes, reciben un salario más elevado, y son mil veces más solicitados, que los brazos ignorantes, y, en consecuencia, la educación aumenta la fortuna del obrero, ya que eleva la retribución de su trabajo.

Afirma, la educación es fortuna, fortuna que no se pierde, que no se gasta, que produce siempre: capital atesorado, que reditúa constantemente, y que los padres pueden, y deben, legar siempre a sus hijos. Es el único bien que no se pierde nunca, y cuyos beneficios podemos utilizar en todas las épocas de la vida, para salvarnos de los más crueles naufragios.

La educación prolonga la vida, demanda menos esfuerzos para la realización de un trabajo cualquiera, exige menos tiempo y, en consecuencia, si no prolonga materialmente la existencia,

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