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LA FÓRMULA MÁGICA DEL PLURALISMO MORAL


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  964 Palabras (4 Páginas)  •  639 Visitas

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Capítulo 3: LA FÓRMULA MÁGICA DEL PLURALISMO MORAL.

1. Del monismo al pluralismo moral

Aquellas sociedades en las que ha existido una unión política entre Iglesia y Estado de tal tipo que se han constituido como estados confesionales, se han acostumbrado a regirse por un código moral único, dado por las personas facultadas para ello desde el convenio correspondiente entre ambas instituciones. Éste ha sido, sin duda, el caso de España y de buena parte de países de América Latina, en los que ha estado vigente un código moral nacional católico, es decir, el código moral propuesto al Estado por una parte de la jerarquía eclesiástica, ligada a un sector muy determinado de la sociedad; concretamente, al sector política y económicamente dominante12.

En el mismo orden de cosas, otros países han vivido una experiencia similar desde credos seculares, como ha ocurrido de forma paradigmática en los países que han vivido bajo regímenes comunistas, en los que también ha imperado un código moral único, una ideología única, si bien de carácter laicista. Un determinado grupo, como es sabido, se arrogaba en exclusiva el derecho y la capacidad de juzgar acerca de lo bueno y lo malo para los ciudadanos y para toda la humanidad desde una ideología, como el materialismo histórico, presuntamente científica. Cualquier concepción moral que no se atuviera a la ideología oficial, cualquiera que discrepara de las interpretaciones admitidas por la vanguardia del partido, quedaba tachada ipso-facto de perversidad burguesa y tenía que ser llevada a la hoguera, como en los viejos tiempos.

En todos estos países, fuera cual fuera el grado de cerrazón, el advenimiento de la libertad religiosa y, con ella, el fin del código moral único, sea religioso o secular, supuso el comienzo de un periodo de auténtico desconcierto desde el punto de vista moral. Los ciudadanos se habían acostumbrado a tomar como referente las directrices de aquellos «a quienes correspondía», bien para tenerlas por buenas, bien para asumirlas pero desde una distancia crítica, bien para rechazarlas abiertamente, situándose en la posición contraria, pero siempre teniendo esas orientaciones oficiales como punto de mira.

Y es que con el código moral único -sea cristiano, musulmán, judío o laicista- ocurre lo que con los personajes del teatro moral inglés medieval, de los que nos habla Alasdair MacIntyre. Según él, tanto en ese tipo de teatro como en el teatro Nô japonés, aparecen una serie de personajes que el público reconoce inmediatamente y que marcan el tono del drama, porque los restantes personajes los toman como referente, sea para guiarse en su conducta por sus palabras, sea para actuar justamente por reacción a ellos. Quien no sepa reconocer y comprender a esos personajes tampoco entiende el conjunto de la obra13.

Algo similar ocurre con la trama de las orientaciones morales en países políticamente comprometidos con una confesión religiosa o con una confesión laicista: que los ciudadanos la toman como referente moral,

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