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La Amistad En Aristóteles

soni_9322 de Octubre de 2013

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Como es bien sabido, en sus

indagaciones filosóficas Aristóteles es siempre sensible a la pluralidad de opiniones: cuenta

con ellas, trata de explicarlas y de salvarlas en la medida de lo posible, convencido como está

de que la diversidad de las opiniones es siempre una señal de la complejidad del asunto en

cuestión. Así, y por lo que se refiere a la amistad, Aristóteles reconoce y constata que

mientras algunos piensan que hay formas distintas de amistad, otros opinan que solamente

hay una forma de amistad que merece el nombre de tal; los hay que opinan que todos pueden

tener amigos, independientemente de su calidad moral, mientras que otros hay que piensan

que solamente los hombres virtuosos y buenos pueden tener amigos y ser amigos de verdad;

para unos, la amistad se basa siempre y solamente en el interés y en la utilidad, mientras que

otros piensan, por el contrario, que una amistad interesada no sería verdadera amistad ni

debería, por tanto, ser considerada como tal. Y así sucesivamente.

Esta pluralidad de opiniones pone de manifiesto, en último término, que la palabra

'amistad' no es unívoca, sino que posee distintas significaciones y se aplica a distintos tipos de

relación afectuosa. No obstante, la palabra 'amistad' posee un cierto núcleo significativo

común que, en principio, es aplicable a todos los tipos de amistad, y que incluye los rasgos

siguientes. (a) En primer lugar, la amistad se define por el querer (recuérdese que, como dije

al principio, philía comparte raiz con el verbo phileîn, que significa “querer”). Ahora bien, no

toda forma de querer es propiamente amistad: en rigor, no puede hablarse de amistad cuando

el querer se dirige a objetos inanimados y a animales, a pesar de que en estos casos utilizamos

a menudo la palabra “amigo”, lo mismo en griego que en nuestra lengua, por ejemplo, cuando

se habla de “amigos de los castillos” o de "amigos de los animales". En estos casos se trata de

un uso impropio y derivado de las palabras 'amistad' y 'amigo'. (b) En efecto, la amistad exige

un querer mutuo, recíproco y, además, que sea conocido y reconocido por ambos, por ambas

partes. Si el querer no es recíproco, o si una o las dos partes desconocen la reciprocidad de su

querer, no cabe hablar de amistad en sentido estricto.

Pero el querer puede adquirir distintas formas según el fundamento en que se base.

Podemos querer a alguien (o querer algo) sencillamente porque es bueno, por su excelencia,

pero también podemos quererlo porque nos resulta placentero, y podemos quererlo, en fin,

porque nos resulta útil, porque de él obtenemos algún provecho o beneficio. En esta

diversidad de las formas de querer se basa la diversidad de las formas de amistad y, en último

término, la disparidad de las opiniones acerca de ésta. Aristóteles reconoce, en consecuencia,

tres formas o tipos de amistad: la amistad basada en la utilidad, la amistad basada en el placer

y la amistad basada en el bien, es decir, en la virtud o excelencia de la persona a la cual se

quiere. En las dos primeras formas de amistad no se quiere al amigo por sí mismo, sino

accidentalmente, no se quiere al amigo por lo que es o por el que es, sino porque coincide que

tal individuo nos resulta útil o placentero. Solamente, pues, en la amistad basada en la virtud,

en la excelencia, se quiere al amigo por él mismo. Esto plantea, sin duda, problemas en

relación con la noción misma de amistad: ¿en qué medida puede decirse que el concepto de

amistad es uno (es decir, en qué medida el término 'amistad' no es puramente

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