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La Culpablidad De Helena


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2013  •  812 Palabras (4 Páginas)  •  269 Visitas

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La culpabilidad de Helena De Troya.

* Ángel Galván Cepeda.

No se puede defender lo indefendible. El hombre es tan dueño de su vida, como responsable de sus actos y no es posible ni justo intentar cubrir sus errores con burdas excusas, pues cada acción tiene consecuencias, y por muy elocuentes y rebuscadas que sus palabras sean, el tiempo no detendrá su marcha e inevitablemente nos mostrara la verdad.

Creo invariablemente que Georgias De Leontini en su “Elogio de Helena” Tergiversa la verdad e intenta, sin tener éxito, limpiar de toda culpa a Helena de Troya; Ella no puede culpar a la mala fortuna de sus indebidas acciones, pues según ella, la mala fortuna Ya la acompañaba, y era tanta su infelicidad, que siendo esposa de Melenao, no dudo en traicionarle, arrojándose en los brazos de París.

¿Qué ser humano en sus cinco sentidos podría considerar que a Helena la acompañaba la mala fortuna?; Concebida por dioses, considerada la mujer más bella del mundo, deseada por todo hombre, envidiada por toda mujer y esposa de un rey. Es inaceptable la argumentación de Leontini, ya que Helena de Troya sin duda alguna, era una mujer afortunada entre los humanos, y nadie que gozara de tal fortuna podría sanamente desear más.

Pero si el caso hubiera sido otro, y se pudiera pensar que fue raptada y sufrió ilegal violencia, No podríamos justificar su silencio ante tal ofensa, tal aseveración dista mucho de la realidad, pues la mujer que ha sido raptada, ofendida, ultrajada y separada de sus amigos y familia, siempre muestra deseos de perder la vida. Más por el contrario helena fue cómplice de su propio rapto, por consiguiente, también culpable.

Así mismo, si hubiese sido convencida y engañada por la palabra. No podría en ningún caso y por ningún motivo ser inocente. Pues hasta una pequeña niña sabe distinguir entre el bien y el mal. Pero si ese fuera el caso y ella siendo hija de dioses y mujer con experiencia de vida, no contara con la inteligencia para poder distinguir entre el bien y el mal, aun así no se podría considerar inocente, pues si las palabras salidas de la boca de un experto en la mentira le causaron confusión y poco a poco le fueron envolviendo entre sus versos y su prosa hasta adormilar su cerebro y convencerle de tomar decisiones que en su propio perjuicio se regresarían. Entonces les digo, que en su alma, la mujer que teniendo oídos para oír no escucha y boca para hablar no habla, es cómplice de su propia desgracia y merecedora de su condena. Pues como mujer casada ella al sentirse confundida y perturbada por las palabras de otro hombre que la invitaba a pecar, tenia no solo el derecho, sino también, la obligación de respetar su hogar y de hacer del conocimiento de su esposo la situación que agobiaba su alma.

De esa manera queda

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