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La Despersonificación Del Personaje


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  4.163 Palabras (17 Páginas)  •  725 Visitas

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LA DESPERSONIFICACIÓN DEL PERSONAJE

Por Pedro Miguel Rozo

El concepto de personaje teatral ha ido variando conforme ha ido evolucionando el concepto que tenemos de individuo. Por ende, comprender el personaje como la ilusión de la persona humana es apenas una perspectiva, que si bien es totalmente válida, ocasionalmente se divorcia de la realidad del hombre contemporáneo, quien ha llegado a una desindividualización de los conflictos: cada vez somos menos dueños de nuestras culpas y méritos, cada vez es más nítida la cadena de causas y efectos que provocan los acontecimientos, y por lo tanto, la responsabilidad que recae sobre éstos se vuelve más y más compartida. No obstante, somos cada vez más responsables en la medida en que paulatinamente somos más conscientes de esta cadena de causas y efectos, y paradójicamente nuestro poder para cambiar el mundo es cada vez menor. Ante tal panorama, por qué seguir pensando que comprender la esencia de un individuo necesariamente implica comprender la esencia de su humanidad? Acaso la humanidad no reside precisamente en esa nula individualidad a la que estamos cada vez más expuestos? Perdimos nuestra intimidad; para bien y para mal la globalización nos ha vuelto a todos espejos de los demás, y al hacerlo, hemos perdido nuestra identidad propia, o más bien, nuestra propiedad privada sobre la identidad individual.

Entonces ¿por qué el teatro sigue pensando que la esencia de la humanidad reside en el personaje entendido como individuo? Pienso que el lenguaje teatral (y todo el lenguaje en general) debe irse transformando de acuerdo a este tipo de preguntas que van surgiendo acorde con la época, pues de lo contrario tal lenguaje se volverá un dogma, y por lo tanto, una imposibilidad para el conocimiento y la renovación.

Pensando en ello, me pregunto ¿cómo la despersonificación del personaje puede ser un medio coherente para acercarse a plasmar la crisis de identidad descrita anteriormente? La persona como célula del personaje no necesariamente es la premisa más fiel a la fragmentada y simultáneamente globalizada realidad del actor, el director y el público del teatro contemporáneo. No pretendo con esto invalidar la existencia del personaje teatral como tal, pero sí cuestionar su valor clásico como mímesis de un individuo, indagando su posibilidad de abarcar varias personas en un solo personaje, o una sola persona fragmentada en varios personajes. No se trata sólo de que un actor haga varios personajes, o que varios personajes los interprete un solo actor, se trata además de que cada personaje como tal posea una unidad que no tenga que ser equivalente a la unidad de individuo y aún así tener un desempeño consistente, lúdico, provocador y creativo para la escena.

A manera de abrebocas para este tema tan vasto, en el presente fragmento trataré de explicar la dialéctica existente entre el personaje definido por fuera de lo teatral, para luego examinar sus equivalencias en el ámbito del drama y de tal manera encontrar diferencias y similiaridades que nos lleven a una comprensión del personaje más vigente en el teatro contemporáneo.

1. EL PERSONAJE SOCIAL

Nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en la sensación

D. Diderot

Siempre he creído firmemente que los códigos del arte son códigos naturales a la expresión humana que residen fuera del ámbito del arte como tal. El arte funciona con los mismos dispositivos que opera la vida. Particularmente en el teatro, pienso que sucede de la misma forma: los recursos sígnicos de los que nos valemos para representar una escena son los mismos recursos que en la vida diaria empleamos para expresarnos entre nosotros. Nuestra comunicación cotidiana está repleta de puntos de giro, conflictos, tensiones, construcción de situaciones… las estructuras que sostienen el drama residen en nuestra vida diaria, es una condición humana intrínseca en nuestra forma de pensamiento. Lo que opino que debemos hacer como teatristas, es descubrir cuáles son los principios que rigen esta construcción natural de sentido expresivo y examinar su comportamiento sémico en la escena.

Así pues, si queremos adentrarnos en un análisis sobre el personaje teatral, tendremos primero que hacer un estudio sobre lo que significa el concepto de personaje por fuera de las tablas. Y no me refiero a un estudio desde los especialistas. Muy al contrario, creo que es un estudio que tiene que partir desde el sentido común, del conocimiento general. Sólo desde allí podremos aproximarnos a una lectura realmente vigente del concepto sin caer en anacronismos academicistas respecto al tema.

En The free dictionary, -un diccionario en línea que hallé a la mano- encontré una definición lo suficientemente general y al mismo tiempo exacta, que nos servirá como punto de partida a nuestro análisis: personaje: persona que por sus cualidades, conocimientos u otras actitudes se destaca o sobresale en una determinada actividad o ambiente social. Téngase en cuenta que la definición no restringe la noción de personaje a alguien necesariamente admirable, sino más bien a alguien necesariamente notable, como apunta Santiago García .

Obviamente, esta notoriedad sólo se da por algo que llame nuestra atención, es decir, algo que sobresale del promedio de normalidad al que estamos adaptados. En esta medida, una mujer de dos metros que camina por una calle de Bogotá, se convierte en un personaje gracias al promedio de estatura de las mujeres colombianas. La misma mujer, en una calle de Nueva York, pasará totalmente desapercibida, luego perderá su noción de personaje, para convertirse en una persona común.

Llegamos con esto a una conclusión que me parece fundamental en cuanto al tema que nos atañe: el personaje depende absolutamente de su contexto. Es su contexto el que lo valida o no como personaje, pues es la noción del promedio la que realmente determina su notoriedad. Sin un contexto claro, el personaje deja de llamar la atención y por consiguiente se convierte en una persona, y de allí sacamos otra valiosa conclusión para nuestro estudio: el personaje debe mantener nuestro interés. En el sentido estricto de la palabra, el personaje que carece de interés no es un personaje, puesto que estaría renunciando a su característica definitiva.

Definido el contexto, podemos pasar a establecer la cualidad, conocimiento u otra actitud que nos permitirá hacer que la persona sobresalga lo suficiente como para convertirse en “todo un personaje”. A este respecto sólo tenemos

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