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La Estudiosidad


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  2.859 Palabras (12 Páginas)  •  1.192 Visitas

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La estudiosidad es aquella virtud íntimamente relacionada con el conocimiento de la verdad, un apetito por conocerla y proclamarla.

I. La estudiosidad como virtud

En una época de tantas tinieblas como la nuestra, tenemos la misión de iluminar al mundo con nuestro amor a la verdad total, la cual es vida para orientación del hombre. Mientras más nos interesemos por el estudio, mejor preparados nos encontraremos para hablar a este mundo jadeante, que espera más que nunca la proclamación valiente de la verdad y si es posible, de la verdad integral. En este sentido es prójimo, para nosotros, todo aquel que tiene apremio de verdad.

En el lenguaje cotidiano, la palabra “estudiosidad” suele referirse a la particular dedicación de un buen alumno. Santo Tomás de Aquino emplea el término en un sentido preciso a la aplicación del estudio y lo menciona de la siguiente manera, “Lo primero a que se aplica la mente es al conocimiento, y luego a aquellas cosas a las que el hombre se dirige mediante el conocimiento, y solo secundariamente a las obras que debemos realizar mediante la dirección del conocimiento”.

La estudiosidad deriva de las virtudes morales e intelectuales ya que se muestra como el apetito de cono miento y aplica la conciencia cognoscitiva a un objeto. Por ser seres racionales y con una voluntad dependiente tendemos naturalmente al conocimiento pero debemos ordenar el ansia excesiva de saber para evitar caer en la soberbia y en la superficialidad.

Nuestra alma aspira naturalmente a conocer todas las cosas, pero la moderación del deseo de saber es la virtud de la estudiosidad. Esta moderación tendrá dos ámbitos: el fin que buscamos al estudiar y el modo en que lo hacemos. En cuanto al fin si lo que nosotros buscamos es saber y conocer la verdad y lo que ella ilumina, la estudiosidad nos ayudará a evitar los errores intelectuales y filosóficos, rechazándolos. En cuanto al modo, seremos perseverantes. La estudiosidad nos estimulará en seguir adelante. No abandonaremos los estudios por pereza, ni nos desbocaremos con total independencia de la ética y la moral por soberbia.

II. Las condiciones de la estudiosidad

En primer lugar aparece el silencio. Es necesario y casi imprescindible generar un clima de silencio para el trabajo intelectual. Como decía Saint Exuperio, el silencio “es el espacio donde el espíritu puede desplegar las alas”. Solo del silencio brotará la palabra.

En segundo lugar la estudiosidad necesita recogimiento. En una oportunidad un discípulo de Santo Tomás le pidió consejo para ordenarse en los estudios. De los 16 consejos que el santo le dio (y si bien estaban dirigidos a una persona religiosa, estos pueden aplicarse a todos nosotros) 7 de ellos, los cuales se referían al recogimiento. Algunos de ellos eran:

“Deseo que seas tardo para hablar y tardo para acudir allí donde se habla”. Dicho en otras palabras, debemos huir de los lugares en donde la charla es continua, vana y superficial, en donde es sólo cháchara y el espíritu no se alimenta sino que se desparrama.

“No quieras andar averiguando hechos ajenos”. El vivir indagando en las vidas ajenas no es bueno para el alma, porque nos dispersa y nos introduce en intimidades que no nos corresponden y por eso nos sentimos mal. La enorme insatisfacción reinante de la gente desbordada lleva hoy en día a que se cuenten todas las intimidades a cualquiera y aún en público, lo que es mucho más grave, porque se expone a veces la intimidad de otros o se nos involucra en la de ellos.

“Muéstrate amable con todos pero no seas demasiado familiar con nadie, pues el exceso de familiaridad engendra el menosprecio y da la ocasión de sustraer tiempo al estudio”. La excesiva familiaridad pone en peligro la intimidad propia y ajena, porque generalmente terminamos hablando de más y contando lo que deberíamos reservar a personas que no son las indicadas. Los subordinados, en general, tampoco respetan a quien debe mantener su lugar en función de su jerarquía y no lo hace. Cierta distancia en el trato genera respeto. En un mundo tan vulgar como el nuestro, donde predominan los medios de comunicación ordinarios y los niveles de los programas son soeces, esto es común y ha sido exacerbado continuamente por la revolución para embrutecer a las personas y degradarlas, destruir las jerarquías, la autoridad, el pudor y masificar.

“No te entrometas de manera alguna en palabras y obras de los hombres del mundo”. El querer estar al tanto de todo lo que sucede en el mundo, de las últimas noticias, el perder horas hablando de las anécdotas cotidianas que son irrelevantes, resulta nocivo para la concentración que necesita el estudio.

“Huye de todo vano activismo”. El afán febril y desmedido de la acción se contrapone con la serena investigación y contemplación de la verdad. Y por último, Santo Tomás le dijo: “Gusta de frecuentar tu celda, si quieres ser introducido en la celda del vino”. Si bien esto se refiere a un texto del Cantar de los Cantares y está especialmente dirigido a los religiosos, lo que en profundidad nos quiere decir Santo Tomás es la necesidad del recogimiento para llegar a paladear profundamente el Bien, la Verdad y la Belleza. Todas las grandes obras, empezando desde la Redención del mundo, las obras de literatura, de música, de pintura, de arquitectura y de la ciencia, fueron gestadas en un ambiente de serenidad y silencio. Unido al recogimiento está la soledad que es el precio que hay que pagar para crecer en la vida del espíritu. Lo que San Agustín llamaba la “pureza de la soledad” que se puede conservar aún en medio de una gran ciudad y Platón ya lo decía: “puedes estar en una ciudad como un pastor en su cabaña situada en lo más alto de la colina”.

Finalmente, para lograr la virtud de la estudiosidad hará falta una buena dosis de carácter. La inteligencia es sólo un instrumento, nuestro carácter le dará buen uso o no. Es por eso que el estudiante puede compararse al atleta, quien sólo con un entrenamiento constante y firme logrará la meta. La voluntad es por lo tanto imprescindible. Es preferible no ser tan brillante y tener una voluntad férrea.

La virtud de la estudiosidad también requerirá ciertas virtudes morales. Para desarrollar la vida espiritual e intelectual en plenitud deberá hacer falta cierto orden y ejercicio de virtudes morales para que los vicios y los desórdenes, (como la pereza, el orgullo, la ira o la lujuria), no nos arrastren y nos tironeen impidiéndonos concentrarnos y crear. Hay que darle al espíritu el espacio adecuado, las condiciones necesarias

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