La Filosofia
lucius_pele26 de Abril de 2015
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LA FILOSOFÍA
La palabra filosofía está compuesta de las raíces originarias del griego antiguo phylos y sophia. Phylos es equivalente a afinidad, interés por algo; sophia tiene en el griego antiguo un significado referido a la posesión del conocimiento de aquello más esencial e importante, a lo que es la sabiduría que distingue al más sabio.
La definición del concepto de filosofía como “amor por la sabiduría” que suele expresarse, debe matizarse por lo tanto en el sentido de que no se trata de un “amor” en sentido emocional, sino de un aprecio de profundo sentido intelectual, originado en la conciencia de que el contenido del conocimiento que se procura alcanzar es altamente valioso. No se trata tampoco de una sabiduría caracterizada por la vastedad cuantitativa que abarque, ni destacada por un sentido enciclopédico; sino por su rasgo cualitativo de referirse a aquellos asuntos más trascendentales entre las cuestiones humanas.
Pero, si el contenido de los conocimientos filosóficos reviste ese carácter que lleva a colocarlo en la cúspide del conocimiento humano, no menos importante y valorable en torno a la filosofía es todo lo relativo a sus métodos para adquirir ese conocimiento; en cuanto ellos consisten en emplear al máximo las capacidades intelectivas del hombre, el razonamiento y la reflexión, y especialmente en comprender y desarrollar el mecanismo por el cual el instrumento del razonamiento inteligente ha de conducir a conclusiones correctas, o sea la lógica.
De esta manera, el estudio del conocimiento filosófico no solamente constituye un objetivo en sí mismo; sino que representa asimismo un proceso de aprendizaje de la metodología del razonamiento correcto, de los mecanismos para pensar y para llegar a conclusiones acertadas en relación a casi todas las principales cuestiones y situaciones de la vida humana.
Los principios del razonamiento.
La adquisición del conocimiento filosófico por medio de los procesos mismos del pensamiento y del razonamiento, determina que se haga necesario examinar aunque sea brevemente algunos principios que constituyen el instrumento de ese raciocinio.
Uno de los procedimientos principales del razonamiento, lo constituye la analogía; mediante la cual se examinan dos objetos del pensamiento para evidenciar sus caracteres coincidentes, procediendo a una comparación de la cual sea posible extraer conclusiones tanto en base a esos factores comunes como a partir de los diferenciales. También se expresa diciendo que la analogía permite atribuir iguales predicados a distintos objetos que tienen elementos coincidentes que así ; lo justifican. La analogía, por definición no trata de elementos idénticos, sino primariamente distintos, pero que tienen algunos componentes comunes o equivalentes.
Los principales principios que se aplican en relación a los procesos del razonamiento, son:
El principio de no contradicción, que se enuncia expresando que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, y que es la base de la lógica de Aristóteles. También se expresa indicando que si una proposición es verdadera, su opuesta ha de ser falsa; o que de dos proposiciones contradictorias no pueden ser ambas verdaderas o ambas falsas.
El principio de identidad, que se refiere a la condición propia de cada objeto, y su permanencia como igual a sí misma; y como una unidad del ser a pesar de su diversidad .
El principio de tercero excluido, que se enuncia en cuanto no existe una tercera posibilidad, respecto de que algo sea falso o verdadero.
Las cuestiones filosóficas.
Puede decirse que, en sentido general, el objeto principal del conocimiento filosófico consiste en inquirir la razón y el fundamento de todo aquello que se presenta como de índole esencial para la vida humana y la naturaleza. Especialmente, implica cuestionar muchos conceptos que se dan por sabidos, por supuestos y por verdaderos a partir de una percepción sensorial o primaria; en una actitud que busca esclarecer si verdaderamente son como se presentan, y cuál es el sentido de su propia existencia, en un intento de alcanzar a comprender intelectualmente el significado más profundo de todas las cosas.
Cabe preguntarse por los motivos que impulsan al hombre a interrogarse acerca de la razón y el fundamento primero y esencial del mundo en que vive, y de sí mismo. Platón y también Aristóteles, postularon que ello se debe a la capacidad de asombro, de admiración y de extrañeza que siente el hombre ante la realidad que lo rodea, y ante la conciencia de sí mismo y de algunas circunstancias que lo afectan; que le suscitan un insaciable deseo de saber más.
También es frecuente mencionar como uno de los motivos que impulsan a filosofar, en el sentido de buscar una comprensión íntima y convincente para uno mismo, acerca de cuestiones que nos resultan trascendentales, el enfrentar en la vida ciertas situaciones que resultan claves, o situaciones límite para las facultades humanas, y que a menudo implican la necesidad ineludible de tomar decisiones de gran importancia: la muerte , el sufrimiento , el sentimiento de culpa, la incomunicación , la soledad ,la decepción , la duda, el amor
Abocado a tratar de descubrir la razón de ser esencial de las cosas, la primera cuestión que se suscita al pensamiento filosófico es la del hombre mismo y su realidad: qué es el hombre, cuál es su origen, cuál la razón de su existencia como género y como individuo. Si tiene un alma y en tal caso en qué consiste y cuáles son sus relaciones con su cuerpo; si es simple o compuesta, si es material o inmaterial, si se extingue con la vida del cuerpo o es inmortal o por lo menos permanece luego de la muerte corporal, cuáles son sus propiedades.
Una similar categoría de interrogantes surgen en relación al mundo en que el hombre habita: cuál es su origen, por qué existe, en qué consiste en definitiva, es eterno o tuvo un principio y puede tener un final, es todo él viviente o no, en qué consisten la materia y la vida, qué razón justifica lo que se presenta al hombre como la existencia de leyes naturales y armónicas que parecen regirlo. De todo ello emana inmediatamente la interrogante de si lo que aparece al hombre como un orden universal y armónico, por lo menos comprensible para él en muchos aspectos de su funcionamiento - la ciencia - obedece a algún plan general, es obra de alguna inteligencia tan superior y poderosa como para haber sido capaz de establecer ese orden; si esa inteligencia tiene una esencia divina o es parte de la naturaleza misma.
Frente a la indudable vastedad que la sola enunciación de estas interrogantes representa, surge necesariamente la de si el hombre es capaz de conocer realmente toda la realidad, y de conocerla en su verdad total; si es capaz de conocer no solamente la realidad que le circunda, sino si es capaz de alcanzar un conocimiento verdadero de sí mismo. Qué valor de verdad pueden esos mismos “conocimientos” que emanan de sus reflexiones filosóficas. En qué consiste y cómo funciona su propia capacidad de razonar.
En tal sentido, puede decirse que hay dos temas que constituyen el centro de las cuestiones filosóficas: el llamado problema del ser, y el llamado problema del conocimiento.
El problema del ser es encarado desde el punto de vista filosófico en diversos enfoques. Puede suscitarse, primeramente, si se trata del “ser” en un sentido existencial; en cuanto a responder a la interrogante de qué significa el “ser”. No es ajena a esta forma de considerar este problema la cuestión no ya filosófica sino filológica - que sobre todo se planteara en la Edad Media - de traducir al latín los términos idiomáticos con que en el griego antiguo se expresaba la idea de “ser”.
Para muchos filósofos antiguos, el problema del ser fue enunciado en términos de tratar de establecer si la condición existencial solamente puede darse en relación a algo concreto; o si cabe sostener que existe respecto de algo más gener al que una sustancia determinada. El otro enfoque del problema del ser, se dirige a tratar de esclarecer las ideas en torno a la existencia de un “ser” esencial o fundamental, un ente respecto del cual están relacionados todos los demás objeto que “son”.
El problema del ser fue identificado por Aristóteles como un tema fundamental del conocimiento filosófico, al punto que lo designó como “la filosofía primera”. La rama de la filosofía que centra su objeto en el problema del ser, es la ontología.
El problema del conocimiento tiene en sentido filosófico el contenido de examinar si el conocimiento es posible - en el sentido de si lo que se conoce por medio de los sentidos o el raciocinio es real y verdadero - los fundamentos, y las formas del conocimiento.
En tal sentido, se hace referencia a la fenomenología del conocimiento, cuyo objeto es el estudio descriptivo del fenómeno del conocimiento, del proceso por el cual se conoce; pero no en un sentido material sino en sus aspectos más abstractos, tales como qué significa que algo sea objeto de conocimiento, o ser el sujeto que accede al conocimiento y también en qué consiste que el sujeto llegue a conocer el objeto de su conocimiento, sobre todo cuando se trata del conocimiento de las ideas.
El tema de la posibilidad del conocimiento suscita por una parte la corriente del pensamiento filosófico del escepticismo según la cual el verdadero conocimiento no es posible; y por otra la corriente del pensamiento filosófico del dogmatismo para la cual el conocimiento no solamente es posible, sino que los objetos de la realidad son conocidos tal como ellos son.
En cuanto a los fundamentos del conocimiento existe por un lado la corriente
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