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La Revelion Del Ser


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  1.976 Palabras (8 Páginas)  •  215 Visitas

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LA ALIENACION EN LA LITERATURA DEL SIGLO XX: UN ENSAYO SOBRE LA CONDICIÓN HUMANA.

Por Jorge Luis lanza Caride

Profesor de Cine Cubano y Estética de la Universidad de Cienfuegos, Cuba

“El escritor que afirme y trate de probar que puede seguir escribiendo en donde no existe la libertad de creación, es como el pez que declarara públicamente no necesitar del agua para seguir existiendo.”

Mijail Bulgakov

A lo largo de la Historia, el hombre ha sido objeto de disímiles formas de enajenación que han intentado dominarlo y someterlo a la más brutal servidumbre. Tal pareciera que éste estuviera destinado a luchar contra los engranajes de una maquinaria que lo asfixia y lo convierte en un objeto cosificado, he aquí la esencia del presente artículo, que versa sobre el tratamiento de la enajenación humana a través de algunas obras de la literatura del siglo XX, tales como 1984, de George Orwell, La Metamorfosis, de Kafka, entre otras.

Desde la aparición de la esclavitud en la Antigüedad, asistimos a un proceso de deshumanización que aún no ha culminado, sino que ha adoptado otras formas más sutiles, a diferencia de las que tenía antes, pero la esencia sigue siendo la misma, y los poderes que enajenan al hombre aún se mantienen vivos, sólo que los mecanismos de dominación ahora son otros, atrás quedó la época en que la religión constituyó una forma de alienación y extrañamiento del ser, tal como lo analizó Hegel en su obra Fenomenología del espíritu.

Ya no vivimos tampoco en la época del capitalismo salvaje de mediados del siglo XIX donde la condición de mercancía que adquirió el trabajo era la principal fuente de alienación al constituir éste un castigo, pues este capitalismo no difería mucho de las anteriores modalidades de esclavitud que conoció el género humano, simplemente que los nuevos esclavos tomaron el triste nombre de obreros, forma de enajenación muy bien analizada por Marx en una de sus primeras obras titulada “Manuscritos económico-filosóficos de 1884”, en la que desde un enfoque económico y también filosófico desentraña las causas que generan la alienación del hombre, pues según él la naturaleza del trabajo en la sociedad capitalista es la principal causa que lleva a la existencia de este estado de cosas en el mundo que le tocó vivir a este notable pensador y filósofo.

Entramos así en el siglo XX, el cual fue testigo de nuevos y disímiles conflictos en el orden internacional, tanto en lo político como lo cultural: dos guerras mundiales, continuas crisis económicas, epidemias y hasta pandemias como la del SIDA. Una etapa nueva se abre para el hombre contemporáneo, pero a la vez, aparece otra forma de alienación y servidumbre que en lo político toma el nombre de Totalitarismo, término creado por el mismo Benito Musolinni para designar a aquellos sistemas políticos donde el estado controlaría prácticamente toda la vida de la sociedad, asfixiando así cualquier atisbo de individualidad, precisamente el pasado siglo conoció dos ejemplos tristemente célebres de regímenes totalitarios: el nazismo encabezado en la figura de Hitler, y el estalinismo en la figura de José Stalin, ambas ideologías dejaron notables huellas de sangre en la historia, además de sembrar el dolor y el sufrimiento humano, intentando así aniquilar lo más preciado del género humano: el sentimiento de libertad y el respeto a la individualidad.

En el caso del totalitarismo, no hay mejor testimonio literario sobre su naturaleza absolutista y antihumana que la que plasmó George Orwel en su libro 1984, aunque Rebelión en la Gran Granja también posee un mérito en este sentido. En 1984 Orwel lanza su crítica a una sociedad dirigida y controlada por el Gran Hermano, símbolo del partido único en la tierra de Ingsoc, donde la vida del hombre, desde su pensamiento hasta sus sentimientos tenían que subordinarse a los dictámenes del Gran Hermano, magistral metáfora que refleja la vida en un mundo en que el poder institucional se sitúa por encima del hombre, lo que deviene un poder ajeno a él, y en medio de ese engranaje el personaje de Wiston Smith no sólo ve amenazada su propia individualidad como ser humano sino hasta su propia existencia si no cumple con su triste condición de ser miembro de una maquinaria que intenta extirpar en él su derecho inalienable a pensar y ser libre, y eso es precisamente el mundo que recrea esta obra, un universo ausente de libertad y en el cual la represión es utilizada de distintas maneras, incluyendo las telepantallas, hasta el interior del mismo ser. Pues en Ingsoc, cualquier vestigio de traición era detectado por la llamada Policía del Pensamiento, hasta el amor era controlado por el partido, todo se debía subordinar a esa maquinaria que es el Estado, especie de Leviatán aún peor que el que Tomás Hobbes concibió como metáfora del capitalismo. Las dimensiones que adopta el dominio ejercido por el Partido a través de esta obra son de tal magnitud que podemos afirmar que éste no se preocupa de perpetuar su sangre, sino de perpetuarse a sí mismo. No importa quien detenta el poder con tal de que la estructura jerárquica sea siempre la misma, lo que constituye una manera de reproducir una forma de poder y control social de manera institucional.

Por lo tanto, 1984 es una obra imprescindible para aquellos que quieran asomarse al abismo de los regimenes totalitarios, su psicología, su proceder, lo que deviene anatomía de ese mal que sufrió el pasado siglo, pero que aún existen manifestaciones de él, tanto en lo político como en lo religioso. Pues toda ideología que intente homogeneizar al hombre está destinada al fracaso, idea mesiánica

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