La Revolucion Cientifica
katherine19912 de Noviembre de 2012
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La revolución científica2007 | 10 | 15
(Material enviado para el libro Historia de la filosofía, de la editorial Algaida de Oviedo)
I. El marco histórico
1. Historiadores de la ciencia y de la filosofía coinciden en saludar el cambio producido en el siglo XV como el comienzo de una “nueva era”. Esta nueva era resulta de la confluencia de factores heterogéneos: políticos, económicos, sociales y culturales. Cronológicamente, los límites entre la Edad Media y el Renacimiento son, sin embargo, difusos. Guizot estableció la caída de Bizancio en manos turcas en 1453 como en inicio de la época, pero otros lo adelantan hasta el final de la Peste Negra en 1350, mientras unos pocos más prefieren retrasar la nueva situación hasta el final del Concilio de Trento en 1563, consecuencia, entre otras cosas, del fenómeno desatado por la reforma protestante que pone en marcha Lutero en 1517, hecho imposible sin la invención de la imprenta en 1454. En todo caso, seguramente el acontecimiento de mayores consecuencias sociales, tecnológicas, económicas y políticas tuvo lugar en 1492 con el descubrimiento de América realizado por Cristóbal Colón con la expedición financiada y organizada por la corona española. Esto junto con la circunvalación de la Tierra por Magallanes y Elcano, son seguramente los momentos que marcan el paso a una nueva época.
2. En el plano económico, la nueva época supone el derrumbamiento del antiguo régimen feudal agrario en favor de un nuevo modelo económico basado en el comercio de mercancías manufacturadas. Las ciudades desplazan al campo como centro económico. En ellas empiezan a formarse los Burgos (asociaciones de artesanos) que permiten el surgimiento de una nueva clase social que acumula capital y, por tanto, poder económico y político: la burguesía. A lo largo del siglo XVI la colonización española de América traerá consigo una transformación absoluta de los procesos económicos en toda Europa con la entrada masiva de oro y plata.
3. En el aspecto Socio-político, la situación se caracteriza por la crisis del sistema político medieval, basado en el reparto del poder entre el Emperador y el Papa. Cuando la burguesía se hace con suficiente poder económico, fuerza la formación de estructuras políticas más eficaces que aseguran las transacciones comerciales en condiciones óptimas: es el momento en que comienza a fraccionarse el antiguo Imperio, surgiendo de sus ruinas los nuevos Estados Nacionales europeos. Por su parte, la Iglesia, acorralada entre una deslegitimación social creciente, y sus propios conflictos internos (Cismas, Reforma, Contrarreforma…) cede también gran parte de su poder político. Roma llegó a ser saqueada por Carlos V. Es la época de la Reforma protestante iniciada en 1517. Lucero pone en entredicho los principios que sustentan la autoridad papal y se abre el camino a la libre interpretación de la Biblia, algo que la imprenta favorece especialmente. El cristianismo soporta así una nueva ruptura, que separa a los católicos ligados a Roma y a los cristianos de las diferentes sectas normalmente ligadas a los nuevos estados, y no sometidas a la autoridad papal. Su debilidad e inferioridad hace que su intransigencia no llegue a ser tan llamativa como la de la Iglesia de Roma, sin embargo, los cristianos protestantes se caracterizaron también por una notable actitud de rechazo a la ciencia, como se pone de manifiesto en la ejecución del español Miguel Servet en Ginebra por Calvino y los temores de Osiander, el editor de la famosa obra de Copérnico. Lutero dijo de Copérnico: “Cualquiera que desee parecer inteligente tiene que idear algún nuevo sistema, el cual, de todos los sitemas, es, desde luego, el verdaderamente mejor. Este necio desea trastornar toda la ciencia de la astronomía; pero la Sagrada Escritura nos dice que Josué mandó pararse al Sol, y no a la Tierra.” Calvino era de la misma opinión. El catolicismo, por su parte, si bien en un principio se mostró más tolerante, enseguida cambiaría de opinión. A él se debe la ejecución de Giordano Bruno y la condena de Galileo Galilei.
4. Dada la situación anterior, el renacimiento también es época de grandes cambios culturales: los viejos sistemas escolásticos se derrumban o se transforman profundamente. El nuevo estilo de pensamiento triunfante se denomina genéricamente “Humanismo” porque sitúa el centro de sus preocupaciones en el hombre y no en el Dios de la Teología medieval. El cuerpo humano alcanza una importancia sin precedentes, tanto desde un punto de vista estético (arte) como científico (medicina, estudios de anatomía: Vesalio, Miguel Servet, Harvey). Se recuperan las grandes tradiciones clásicas, griegas y latinas, de las Letras, las Humanidades y las Ciencias. El descubrimiento de la Imprenta permitió una difusión masiva del saber más allá de los recintos monásticos. Por fin, el descubrimiento de América, aparte de las obvias consecuencias económicas, tuvo también repercusiones profundas repercusiones culturales.
II. Antecedentes de la revolución científica
1. Con el término revolución científica no nos referimos a un acontecimiento histórico semejante a lo que conocemos canónicamente como revoluciones en política, tales como la revolución francesa, la revolución rusa, etcétera. La revolución científica es más bien un proceso de transformación que tiene lugar a lo largo de varios siglos, entre el siglo XV y el siglo XVII, y que efectivamente cambiará la visión del mundo, la visión del hombre, su forma de entender la naturaleza, y particularmente, una nueva forma de entender la vida política, en gran medida, influida por los nuevos conocimientos adquiridos por las ciencias. Sin embargo, procesos políticos tales como la llamada Revolución Gloriosa que tuvo lugar en Inglaterra en 1688 estuvo muy influida por la idea de que la sociedad debería organizarse siguiendo el modelo de las nuevas leyes que rigen los fenómenos naturales, tal como han sido descubiertas por el hombre en esos siglos.
2. La Revolución científica del XV se produce por la confluencia de muchos factores. Primero, la propia necesidad histórica: el saber revelado contenido en la Biblia, sirve para gobernar y mantener cohesionada la sociedad agraria del feudalismo medieval, pero se muestra absolutamente inoperante en la nueva situación política y económica: con el saber que la Biblia recoge no se hacen barcos, ni máquinas de tejer, ni se organizan Estados o ciudades para que funcionen de cara al comercio. Ahora es necesario investigar, experimentar, dotar a la ciencia de un método seguro. La ciencia va a ser también valorada por razones económicas y políticas. El dominio de las nuevas técnicas permite obtener éxitos impresionantes en la guerra, como muestra la conquista de México por Hernán Cortés, quien con un puñado de soldados, pudo someter al imperio más desarrollado de América, gracias entre otras cosas, al armamento, la pólvora, el hierro, amén de los caballos. Francis Bacon consignará estas ideas para mayor gloria del incipiente imperio británico, sobre la idea de que “saber es poder”, el dominio sobre la naturaleza supone también el dominio de las ciudades. Quien conoce las leyes naturales y las domina se hace un Dios para otros hombres:
«En primer lugar, nos parece que entre las acciones humanas, la más bella sin duda, es la de dotar al mundo de grandes descubrimientos, y así es como lo juzgaron los siglos pasados. Concedíase honores divinos a los inventores; a los que, por el contrario, se habían distinguido en el servicio del Estado, como los fundadores de ciudades y de imperios, legisladores, libertadores de la patria afligida por crueles azotes, vencedores de los tiranos, y otros por el estilo, no se les concedía más que el título y las prerrogativas de héroes. Y si se hace una justa comparación de estas dos especies de méritos, se aplaudirá sin duda el criterio de las edades antiguas, pues el beneficio de los descubrimientos se extiende a todo el género humano, y los servicios civiles sólo a un país; éstos no duran más que tiempo limitado y los otros son eternos. Con frecuencia los Estados no adelantan sino en medio de turbulencias y por violentas sacudidas; pero los descubrimientos derraman sus beneficios sin hacer derramar lágrimas.
»Los descubrimientos son como nuevas creaciones que imitan las obras divinas; de ellas dijo con razón el poeta: “La primera en los tiempos antiguos, Atenas la célebre, dio a los infelices mortales los frutos que se multiplicaban creó de nuevo la vida y sancionó las leyes”. Y es digno de observar que Salomón, colmado de todos los beneficios, poder, riqueza, magnificencia de las obras, ejército, servidores, armada, nombradía, admiración sin límites, no haya escogido ninguno para glorificarse, sino que al contrario, haya declarado que la gloria de Dios es ocultar sus secretos, y la del rey descubrirlos.
»Reflexiónese por otra parte en la diferencia que existe entre la condición del hombre en un reino de los más civilizados de Europa y la condición de ese hombre en una de las regiones más incultas y bárbaras del nuevo mundo; tal es esta diferencia que puede decirse con razón que el hombre es un Dios para el hombre, no sólo a causa de los servicios y beneficios que puede prestarle, sí que también por la comparación de sus diversas condiciones. Y esta diversidad no es el suelo, no ses el cielo quien la establece; son las artes. Preciso es también hacer observar la potencia, la virtud y las consecuencias de los descubrimientos: en parte alguna aparecen más manifiestamente que en estas tres invenciones desconocidas
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