La Tragedia

La tragedia

“La naturaleza nos ha hecho opacos a nosotros mismos, sujetos a una ceguera que genera el mundo y lo gobierna.

Si lleváramos a cabo una investigación exhaustiva de nosotros mismos, el

asco nos paralizaría y condenaría a una existencia sin provecho.”

- Germán Iván Martínez

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La tragedia se constituye de manera definitiva como filosofía del arte y comienza a adquirir una importancia cada vez mayor desde la perspectiva filosófica (la belleza y el arte se presentarán ligadas a la búsqueda de la verdad).

La tragedia, como categoría estética, servirá como elemento para canalizar esta nostalgia, y como el medio para darle forma a una propuesta alrededor del problema de la pérdida-recuperación de la unidad representada por la Antigüedad. La tragedia es interpretada así, por diversos autores, desde una perspectiva especulativa, como el lugar de la puesta en escena de lo suprasensible, de la libertad, del ser y de la unidad; como el espacio en el que todas estas categorías encuentran su reconciliación con el mundo de lo sensible y la necesidad.

Poetas trágicos

Los tres poetas representantes de la tragedia son Esquilo, Sófocles y Eurípides. Cada uno expresó esto de distinta manera.

Esquilo vivió entre el siglo VI y V, temeroso de Zeus, esto lo reflejó en sus obras pues sus personajes se ven guiados por la fatalidad, otra característica de sus personajes es que no conocen términos medios: triunfan o simplemente mueren.

Sófocles nació en el 496 a.C., él reflejaba los principios espirituales de la Grecia clásica en el momento de máximo esplendor; sus personajes eran más humanizados, no luchaban contra la fatalidad sino contra sus debilidades.

Eurípides nació el 480 a.C., vivió en una época dominada por una crisis que llegó a destruir su cultura, religión. Sus obras reflejan esto, al hombre griego y la decadencia de su imperio. Sus tragedias son racionalistas, pesimistas, tienen realismo psicológico; los grandes héroes se convierten en hombres con todo y sus virtudes y defectos.

Las tragedias a pesar de estar ambientadas en cierto marco histórico, logran retratar la personalidad del hombre, las distintas emociones que éste puede sentir, sus dudas, sus anhelos, los sentimientos que van más allá de la época.

La falta de fe, la deshumanización, la desconfianza, las crisis ideológicas siempre han estado presentes en la historia del hombre, siendo los rasgos más característicos y definitorios del ser humano. Esquilo, Sófocles y Eurípides han logrado plasmar estos rasgos, permitiéndonos

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