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La actitud filosófica de S. Agustín


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  Trabajos  •  2.929 Palabras (12 Páginas)  •  195 Visitas

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SAN AGUSTÍN DE HIPONA

DIAPOSITIVAS

1 Isabela:

Su padre, llamado Patricio, era un pequeño propietario pagano al servicio del imperio Romano y su madre, Santa Mónica, es puesta por la Iglesia como ejemplo de "mujer cristiana", de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por el bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas.

2 Diana Camila:

Nació en Tagaste conocida actualmente como Souk Ahras ubicada en lo que hoy es Argelia en el África Romana.

3 Lina:

El niño, según él mismo cuenta en sus Confesiones, era irascible, soberbio y díscolo, aunque excepcionalmente dotado. Romaniano, mecenas y notable de la ciudad, se hizo cargo de sus estudios, pero Agustín, a quien repugnaba el griego, prefería pasar su tiempo jugando con otros mozalbetes. Tardó en aplicarse a los estudios, pero lo hizo al fin porque su deseo de saber era aún más fuerte que su amor por las distracciones; Mónica le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver cómo el joven Agustín se separaba del camino del cristianismo El cristianismo que le ofrecía su madre parecía demasiado simple para satisfacer su exigente intelecto pues necesitaba una explicación a sus preguntas y dudas que resultase convincente y lo bastante profunda para que él pudiera aceptarla se entregó a la oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde Agustín se llamará a sí mismo "el hijo de las lágrimas de su madre".

4. Diana:

San Agustín se destacó en el estudio de las letras. Mostró un gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia.8 Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago, donde se especializó en gramática y retórica.6 Durante sus años de estudiante en Cartago desarrolló una irresistible atracción hacia el teatro. Al mismo tiempo, gustaba en gran medida de recibir halagos y la fama, que encontró fácilmente en aquellos primeros años de su juventud. Durante su estancia en Cartago mostró su genio retórico y sobresalió en concursos poéticos y certámenes públicos. Aunque se dejaba llevar por sus pasiones, y seguía abiertamente los impulsos de su espíritu sensual, no abandonó sus estudios.

5. Isa y Lina:

• Alma Racional

El cristianismo que le ofrecía su madre parecía demasiado simple para satisfacer su exigente intelecto pues necesitaba una explicación a sus preguntas y dudas que resultase convincente y lo bastante profunda para que él pudiera aceptarla. Su primera lectura de las Escrituras le decepcionó y acentuó su desconfianza hacia una fe impuesta y no fundada en la razón.

• "Hortensius de Cicerón" La puerta a la Filosofía

Descubrió la filosofía gracias a la lectura de un libro hoy perdido de Cicerón, el Hortensius. Se trataba de una exhortación a la filosofía y Agustín se sintió, en seguida, atraído por ella; como sus intereses le inclinaban hacia la filosofía en este territorio encontró acomodo durante algún tiempo en el escepticismo moderado .Sin embargo, Cicerón no ofrecía soluciones ni explicaciones a sus problemas morales y se convirtió en una doctrina que obviamente no podía satisfacer sus exigencias de verdad.

• Adhesión al Dogma Maniqueo

Sin embargo, el hecho fundamental en la vida de San Agustín de Hipona en estos años es su adhesión al dogma maniqueo; su preocupación por el problema del mal, que lo acompañaría toda su vida, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo, la religión de moda en aquella época. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las tinieblas), eternas e irreductibles. Era preciso conocer el aspecto bueno y luminoso que cada hombre posee y vivir de acuerdo con él para alcanzar la salvación.

A San Agustín le seducía este dualismo y la fácil explicación del mal y de las pasiones que comportaba, pues ya por aquel entonces eran estos los temas centrales de su pensamiento. La doctrina de Manes, aún más que el escepticismo, se asentaba en un pesimismo radical, pero denunciaba inequívocamente al monstruo de la materia tenebrosa enemiga del espíritu, justamente aquella materia, "piélago de maldades", que Agustín quería conjurar en sí mismo. Dedicado a la difusión de esa doctrina, profesó la elocuencia en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384). Durante diez años, a partir del 374, vivió Agustín esta amarga y loca religión. Fue colmado de atenciones por los altos cargos de la jerarquía maniquea y no dudó en hacer proselitismo entre sus amigos. Se entregó a los himnos ardientes, los ayunos y las variadas abstinencias y complementó todas estas prácticas con estudios de astrología que le mantuvieron en la ilusión de haber encontrado la buena senda. A partir del año 379, sin embargo, su inteligencia empezó a ser más fuerte que el hechizo maniqueo. Se apartó de sus correligionarios lentamente, primero en secreto y después denunciando sus errores en público. La llama de amor al conocimiento que ardía en su interior le alejó de las simplificaciones maniqueas.

6) Diana:

Ya por entonces su entusiasmo por el maniqueísmo había comenzado a decaer. A Agustín se le planteaban grandes dudas a las cuales la enseñanza del Maniqueísmo no era capaz de proporcionar solución. La entrevista que tuvo con el obispo maniqueo Fausto para tratar diversos temas, no hizo sino aumentar sus sospechas hacia el maniqueísmo dada la escasa talla intelectual de éste. Unos años después, en el año 383, Agustín decidió marchar a Roma con su familia para trabajar como profesor de retórica. Al poco tiempo de llegar cayó enfermo de gravedad. Luego restablecido y decepcionado con el materialismo maniqueo, comenzó a tomar en consideración la doctrina escéptica de la Academia Nueva, creyendo que alcanzar la verdad era un objetivo imposible.

7) Isa y Lina:

• “MILAN” Lugar de Luz (Lina)

En el otoño del año 384, Agustín se traslada a Milán, La figura más influyente de ese lugar era el obispo Ambrosio, cuyos sermones atraían a una amplia audiencia. Agustín empezó a frecuentar sus predicaciones y a encontrar en ellas respuestas a las dudas no solucionadas por los maniqueos. Allí lee sin descanso a los clásicos, profundiza en los antiguos pensadores y devora algunos textos de

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