La conversación sobre la libertad de la persona

Hoy quiero hablar sobre la libertad.

Usualmente cuando pensamos en una persona que es libre, pensamos en alguien que no está en prisión, pensamos en alguien que no es un esclavo. Por el contrario, alguien no libre está detrás de las rejas de una prisión o impedido de salir de cierto territorio geográfico o tiene un amo que es su dueño. Es clásica la novela “La cabaña del Tío Tom” que muestra la esclavitud de los negros en estados unidos. Más reciente es el caso de Suu Kyi, premio nobel de la paz de la que hace algunos meses se mostraba se mostraba en Santiago la película basada en su vida. Ella estuvo años bajo arresto domiciliario lejos de su familia.

Yo me pregunto: Las personas, todas las que estamos fuera de las prisiones y somos libres de transitar de un lugar a otro somos entonces libres? ¿Es libre la mujer que toma un café en el Starbucks? ¿Es libre el hombre que entra a un mall de compras? ¿Somos libres nosotros que estamos acá en una sala de clases?

Dentro de los distintos conceptos que encierra la palabra libertad, encuentro que hay uno más relevante que todos y que no corresponde a la libertad física. Sino a la libertad de pensamiento.

¿Somos nosotros mismos los que nos colocamos barrotes imaginarios o reales o estos se nos imponen desde el mundo externo? ¿Son las prisiones, los edificios que se construyen en las distintas ciudades o corresponden a las premisas con que construimos nuestras vidas?

Pensemos en Gandhi:

“Estoy absolutamente convencido de que ningún hombre pierde su libertad sino por su propia debilidad”

Pensemos en el exiliado que no puede volver a su país y piensa que sólo será feliz en esta tierra lejana que alguna vez le fue propia. Cree que solo ahí podrá volver a ser feliz y construye día a día du vida sobre esa premisa. ¿Es libre, puede llegar a ser libre ese exiliado. NO. Pero no solo por lo físico de no poder volver al lugar de donde fue exiliado. Sino por su propio pensamiento.

Pensemos en los consumidores que día a día quieren un mejor ipod, un mejor auto, una casa más grande o un barrio más a la moda. Creen que solo así serán felices y libres. Pero ¿Puede ser libre quien se ha atado a sus deseos más superficiales?

Pensemos en el hombre que bebe y bebe para olvidar sus penas, para hacer lo que quiera, para ser otro y sentirse mejor. ¿Puede ser libre el hombre atado a sus adicciones?

Creo que la libertad se construye a partir de uno mismo, de las premisas que están subyacentes a cada paso que uno da, de las creencias que nos guían durante la vida. En este sentido Suu Kyi (premio nobel de la paz), la cual estuvo encerrada en su casa durante diez años pudo haber sido más libre que muchos otros ya que nunca dejo sus propias ideas y creencias.

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