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La idea de la soberanía del pueblo de la gran filósofo Jean Jacques Rousseau


Enviado por   •  20 de Octubre de 2014  •  Trabajos  •  3.257 Palabras (14 Páginas)  •  341 Visitas

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¿Cual es el mejor gobierno? El que nos enseña a gobernarnos a nosotros mismos."

Johann W. Goethe.

¿La soberanía en manos del pueblo? ¿Quién osaría decir semejante blasfemia? La Soberanía debe, y tiene que estar en manos del monarca, ese ser divino que se halla en la tierra para mantener el orden, ¿Qué clase de demente diría algo semejante? Esto fue expuesto por vez primera por el hijo de un simple relojero, por un ginebrino huérfano y pobre, por el gran filosofo Jean Jacques Rousseau (1712 – 1778)

Rousseau, quien vivió en uno de los momentos más grandes de la historia del ser: La Ilustración. Pese a que estuvo rodeado y entablo amistad con grandes como Voltaire, Diderot, D`Alembert, etc. no quiso dejarse envolver del todo por esta corriente caracterizada por su racionalidad y frialdad; y decidió trascender, quiso ir más allá y dejarse llevar al límite por sus pasiones. Creyendo que el hombre, por ser un animal pasional, no debía quedarse estancado por los dictámenes de la razón, sino que se debía dejar llevar por la pasión; por ese sentimiento desbordante que conlleva al hombre a ser, y no al deber ser. Dando así, a lo que sería el primer paso para la próxima etapa del ser humano, caracterizado por lo pasional y el culto al yo: El Romanticismo.

Pasional y soñador, fue el que cimentó como soberano al pueblo. El pueblo, la ciudadanía como detentora de la soberanía.

Esta idea, en su momento fue totalmente revolucionaria, un aviso de lo que sucedería en Francia si los monarcas no implementaban algún cambio en su forma de gobernar y un precepto que aun hoy en día se mantiene en los gobiernos democráticos.

¿Esta doctrina de la soberanía popular será acaso el motor impulsor de lo que sería la Revolución Francesa? O ¿Fue acaso una predicción de los acontecimientos venideros?

Sea cual fuese la respuesta, su importancia no sería tan grande como las repercusiones obtenidas gracias a la obra más conocida de Rousseau: El Contrato Social. El cual sirvió de guía para los líderes revolucionarios como Danton, Marat y al “Incorruptible” Robespierre.

Rousseau, en su “Discurso sobre las desigualdades entre los hombres” afirma, que una de las principales causas de las guerras y de muchas muertes es por la propiedad privada. Pero, ¿Cuántos inocentes no pagaron con su vida por una interpretación tergiversada del ideal rousseauniano?

Y es que lo que Rousseau buscó fue totalmente lo opuesto a la materialización del despotismo o del absolutismo; Rousseau, un soñador realista, un romántico ilustrado, lo que buscó fue la fundamentación de la democracia, pero no de cualquier democracia, una pequeña y participativa, ya que esta fue la que él consideró ideal.

La tergiversación de la teoría rousseauniana causó en su momento miles de muertes, y la implementación de un Régimen del Terror; pero con el pasar de los años, esta teoría se fue perfeccionando, hasta convertirse en el pilar de la democracia participativa. Como toda teoría que se intenta llevar a la praxis, se necesitó la implementación del método científico del “ensayo y error” para que pudiese ser perfeccionada; se podría afirmar que en la actualidad se logra apreciar de manera magistral el accionar de la democracia participativa, pero aun esta no se halla perfeccionada.

Pero, ¿Cómo Rousseau logra cimentar esa teoría? Derrumbando así las teorías ya propuestas por sus predecesores, dejando ya por el suelo las teorías de Bodin, Voltaire, Hobbes, Locke, Montesquieu, Maquiavelo, entre otros muchos. Una teoría revolucionaria y osada para su época.

Rousseau, para poder explicar el poder del soberano, parte de una teoría poco novedosa, como lo fue la del Estado Natural; pero con una diferencia, en este estado el hombre era feliz, era un ser solitario, pero, al este hombre querer seguir los designios naturales de la evolución, accede a pactar, pero no cualquier pacto, un pacto caracterizado porque no es entre individuos, o de un superior a un individuo; es un pacto de un individuo hacia la sociedad y viceversa, un pacto del yo al todo y del todo al yo; es un pacto caracterizado por que el individuo no ve un rostro, no es un pacto personalizado, sino un pacto general e impersonal, cuya fuerza vinculante podría decirse que es superior al que se supondría habría en los pactos propuestos por los filósofos anterior a Rousseau; esta fuerza es superior ya que todos los asociados verían en el pacto el reflejo de sus necesidades, las necesidades propias que a todos acongojan.

Pero, pese a que el hombre en la sociedad civil encuentra cierta seguridad, no es feliz ¿Cómo es posible que el hombre en sociedad civil, rodeado de tantos adelantos tecnológicos, de tanta arte, de tanta ciencia, no pueda ser feliz? Al menos, eso es lo que afirma el ginebrino.

El hombre, en esta sociedad se halla rodeado de un sin número de cadenas; nada más cierto que esto. Llámense estas cadenas familia, trabajo, gobierno, leyes, etc. Estos entes, que no le permitirán desenvolverse según las decisiones que él quiera tomar, desde las decisiones más simples hasta las más complicadas.

El hombre para poder vivir en comunidad aceptó enajenar su libertad natural, a cambio de una libertad limitada, como lo es la libertad civil. El hombre debe de aceptar sumisamente los dictámenes de la ley. Pero, estas leyes no son las impuestas por un soberano ajeno al pueblo; estas leyes fueron creadas por el pueblo, el pueblo es el soberano, y los dictámenes del pueblo siempre son buenos, ya que una persona no sería capaz de hacer algo que le perjudicase a sí mismo.

El pueblo ya no es ese ganado que se deja guiar ciegamente por el pastor, el pueblo ya no es un ente sin voz ni voto; el mismo pueblo es el que decidirá lo que es bueno o malo para sí mismo.

Pero, ¿Cómo saber lo que es bueno o lo que es malo?

Ningún ser en la naturaleza opta por realizar una acción que le perjudique, si en algún momento, este ser, realizase alguna acción que la causara algún daño, no lo volvería a hacer, quedaría condicionado a evadir esa forma de accionar, ya que comprendería que esto le perjudica. Todos los seres de la naturaleza, desde los más insignificantes hasta los más imponentes poseen el denominado instinto de auto preservación.

Y el hombre no es la excepción, pero el hombre posee algo más; Rousseau, en uno de sus escritos titulado “La profesión de fe del vicario saboyano”, plantea la tesis de que en el universo

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