La propensión al mal reflejada en la humanidad

Título: La propensión al mal reflejada en la humanidad

Curso:  Ética

El presente ensayo se desarrollará en base a la propensión natural del hombre al mal y la vinculación que tiene con el libre albedrío que se presenta en la primera parte de “La religión dentro de los límites de la mera razón” de Immanuel Kant. Esta obra caracterizada por abundantes paradojas en los diferentes fragmentos de la obra y como en el pensamiento kantiano.  Además, se ejemplificará los tres grados de propensiones al mal con la película “¿Qué le paso a Lunes?”. Dicha película se centra en un futuro distópico en el que se presenta una gran problemática “la sobrepoblación”, debido a esto los recursos naturales no satisfacen las necesidades básicas humanas. En esta medida el gobierno rige una ley de hijo único para neutralizar el incremento poblacional. En este contexto, el abuelo de unas septillizas logra ocultarlas bajo un astuto plan. Le asigna a cada una, un día de la semana y les da la libertad de poder salir en su día respectivo, pero en las calles todas tienen la identidad de Karen Settman. En 2073, tras treinta años manteniéndose ocultas, el gobierno descubre el plan secreto. Nicolette Cayman planifica un proyecto “criosueño” donde las familias que tengan más de un hijo serán obligados a congelarlos y descongelarlos en el año en que la población se haya disminuido.  

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En principio, Kant analiza “la disposición original al bien en la naturaleza humana” y lo que se profundizará “la propensión al mal en la naturaleza humana”. La propensión es naturalmente una inclinación hacia una cosa y es contingente, se puede dar de manera innata como también ser adquirida por el hombre. Con relación al mal, según Kant consta en “el fundamento subjetivo de la posibilidad de la desviación de las máximas respecto de la ley moral y que puede ser aceptada como perteneciente de modo universal al hombre” (2001:38). De tal manera, se alude al mal moral en el que es únicamente posible como determinación del libre albedrío y será considerado como bueno o malo por sus máximas. Dicha propensión radica en que el hombre reconoce lo que es bueno (ley moral) usando la razón, tiene la capacidad de decidir de modo contrario, es decir, alejarse de las máximas morales.  

La relación de la propensión al mal con el libre albedrío reside en que es radical, moralmente mala, puesto que altera el fundamento de las máximas y es imposible eliminarlo por esfuerzos humanos, pues la propensión es natural. Para Kant es esencial que el bien y el mal se fundamenten en una máxima que la voluntad constituye para su libre albedrío. Contempla a los motivos impulsores de un albedrío, puede que se den acciones buenas, no obstante, el pensamiento es cautivado desde la raíz, así, el hombre denominado malo. Justificándolo, Kant menciona que “Por lo tanto el fundamento del mal no puede residir en ningún objeto, que determine el albedrío mediante una inclinación, en ningún impulso natural, sino en una regla que el albedrío se hace el mismo para el uso de su libertad” (2001:31). Entonces, el fundamento subjetivo anticipa toda acción, la propensión al mal está aliada con la facultad moral del libre albedrío, y solo este puede engendrar el mal, en cambio, la naturaleza no.  

La propensión al mal se piensa en tres grados diferentes según Kant. Primero, la fragilidad, es la debilidad del corazón humano en el seguimiento de máximas adoptadas. El hombre sabe que debe seguir su máxima pues está actuando de una forma negativa, pese a ello no puede oponerse al mal, su inclinación es más fuerte que no logra rechazarlo. Un claro caso es en la película “¿Qué le paso a Lunes?, el abuelo les da órdenes a las hermanas de no poder salir a las calles si es que no es su día porque podrían ser descubiertas e internarlas en el criosueño. Un sábado, el abuelo se lleva a la niña a sus clases de ballet, mientras que Jueves se escapa por la ventana para salir a jugar con su skate.  Por ende, Jueves sabía que salir cuando no era su día estaba mal, aún así, su inclinación al divertirse fue más grande que hacer lo correcto.

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