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La república de los filósofos


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2020  •  Ensayos  •  2.094 Palabras (9 Páginas)  •  123 Visitas

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La república de los filósofos                                                                                             

Francisco Tumi

 

Las humanidades son tan decisivas para el desarrollo de una empresa o un país como la ciencia y la tecnología, asegura el jesuita Vicente Santuc, fundador de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

Vicente Santuc (Francia, 1936), jesuita con grados académicos en filosofía y sociología, además de estudios en temas agrarios y economía del desarrollo, es el gerente general de la novel Universidad Antonio Ruiz de Montoya, inaugurada este año sobre la base de la anterior Escuela Superior de Pedagogía, Filosofía y Letras Antonio Ruiz de Montoya. Nacido en el sur del país galo, en la región que durante la Segunda Guerra Mundial, tras la ocupación alemana, conformó la denominada Francia de Vichy -el régimen títere del mariscal Philippe Pétain-, su infancia fue marcada por la enseñanza laica, los retratos de Pétain en la escuela y el apoyo de su familia granjera a la resistencia de los maquíes. "Yo sabía que venían a sabotear a los alemanes y que había que callar lo que veíamos", recuerda. Antes de cumplir los 20 años, siendo ya novicio diocesano, fue enrolado por el servicio militar y enviado a Argelia, en ese tiempo una colonia francesa donde la guerrilla local luchaba a tiros y bombazos por su independencia. "Estuve tres años y allí conocí el mal, lo absurdo de todo. De noche escuchaba a través de la pared los gritos de los torturados y no podía soportarlo. Pero al mismo tiempo, absurdamente, pensaba que tal vez esa tortura podía hacer que supiéramos algo que al día siguiente nos permitiría volver con vida a nuestro campamento. Eso hace la guerra con las personas". Al regresar a Francia, dejó la diócesis y se hizo jesuita, y a comienzos de los años 70 arribó al Perú, donde fundó el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) de Piura. Allí estuvo hasta que, en 1989, sus superiores le encargaron lanzar un centro de formación superior para los estudiantes jesuitas, la escuela que inauguró en 1991 y que este año

se convirtió en universidad.

¿Por qué crear una nueva universidad -y, además, de humanidades-, si ya hay tantas?

Hay diferentes maneras de acercarnos a este asunto, pero lo que podemos ver es que la mayoría de las universidades forman a sus estudiantes de acuerdo con las demandas del mercado.

¿No es eso lo más lógico, sobre todo en un país como el Perú?

Eso está muy bien, pero si hacemos eso únicamente, no es suficiente. El mundo en el cual habitamos está dominado por la mentalidad del cálculo, por la mentalidad de la funcionalidad, por la mentalidad de la racionalidad instrumental, y al final el hombre acaba por achicarse hasta esas dimensiones. Y no somos eso. Olvidamos que en la vida se trata, sobre todo, de estar presente, y de que un sistema económico tiene, sobre todo, que servir y permitir al ser humano realizarse.

En los últimos tiempos se ha impuesto la idea de que la universidad es una suerte de centro de entrenamiento de algunas disciplinas profesionales. ¿Es eso?

No. La universidad debe ser el lugar -al menos esa es la idea nuestra- donde el joven es invitado a abrirse, a aprender a manejar de manera crítica las preguntas esenciales, recogiéndolas de la historia de la humanidad, de la literatura, siguiéndolas en la filosofía. ¿Cuáles son las preguntas esenciales? Pues de qué se trata nuestra vida. Para ello enseña mucho conocer cómo el hombre se ha enfrentado a estos problemas en el mundo griego, en el mundo romano, en el mundo medieval, en el mundo contemporáneo.

¿Le sirve a una empresa o a un país tener más gente con formación humanística?

No lo dudo. En este momento el mundo no va bien, ¿no es cierto? Nadie duda de eso. ¿En manos de quién está este mundo? Pues en manos de personas que han salido de las universidades. Es decir, son las universidades las que han preparado estas mentalidades que nos gobiernan.

¿Qué tipo de universidades?

Son estas universidades modernas, que han segmentado el saber en especialidades en las que cada uno termina siendo especialista de una sola parte del saber humano, de una sola dimensión de la vida humana, e ignorando prácticamente otras dimensiones y, sobre todo, no pudiendo acceder a una visión de conjunto. Es decir, la ausencia o presencia de una visión humanística sí tiene consecuencias prácticas. Claro que sí. La visión segmentada del mundo, la carencia de una visión de conjunto -que solo dan las humanidades-, genera una situación como esta en que estamos, en la cual no sabemos qué hacer con más de la mitad de la población humana, qué hacer con la juventud o con los ancianos. Cuando una especie o una cultura no sabe qué hacer con su juventud, está ocurriendo algo grave.

 

VISIÓN DE CONJUNTO

¿Qué peso deben tener las humanidades en las carreras que no tienen orientación humanística como, por ejemplo, ingeniería o administración?

Es importante que cada carrera se ubique dentro de una finalidad humana. A fin de cuentas, no entiendes lo que es el arrancador, o cualquier parte del coche, si no tienes una visión del conjunto del coche. Si tomas una parte únicamente y te vuelves experto solo en esa parte, sin saber para qué es, no comprendes, aunque puedas perfectamente dedicarte toda la vida a ser el especialista de esa parte. Pero la especialización es uno de los soportes del mundo contemporáneo. Eso ha ocurrido: hemos formado mentes especializadas en partes, en segmentos, pero si no tenemos la visión de conjunto, la visión del para qué es eso, del para qué puede servir la herramienta o la especialidad para la cual me estoy formando, si no tengo esa visión, entonces voy a hacer funcionar efectivamente esa herramienta, produzca lo que produzca, sean efectos positivos o negativos.

¿Por qué las humanidades no tienen buena imagen cuando se habla de desarrollo y progreso nacional?

Porque no sirven para nada. Si tenemos una mentalidad formateada únicamente con el criterio de utilidad, que nos viene precisamente del mundo empresarial y comercial, es evidente que las humanidades aparecen de inmediato como una especie de lujo, de cosa artificial e innecesaria. No es fácil revertir este punto de vista tan generalizado. Yo creo que o lo revertimos o nos estrellamos como humanidad y como país. No hay especie que pueda vivir tanto tiempo fuera de su agua o de su aire. La especie humana no puede vivir demasiado tiempo fuera de la pregunta por el sentido de su vida. De modo que después de haber formado generaciones de generaciones de especialistas, que saben todo sobre la cola de la lagartija, pero nada sobre la lagartija en su conjunto, pues empezamos a hacernos la pregunta: ¿Para qué todo eso?

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