La semilla del odio

UNIVERSIDAD ABIERTA A DISTANCIA -UNAD

ECEDU- ESCUELA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

PSICOLOGIA

JAG- José Acevedo Gómez

Estudiante:

Carlos Javier Anzola Useche

Código: 79770472

Grupo: 70

Tutor: Dorian López Bejarano

       Bogotá, 28 de junio de 2017

UNA SEMILLA LLAMADA ODIO

Una de las maravillas de nuestro planeta es la vegetación con su diversidad de flores, plantas y árboles. Todas ellas a lo largo y ancho de cada país han crecido a partir de semillas. Algunas pequeñas, diminutas o de gran tamaño. Sus formas varían y su aspecto puede ser agradable o desagradable.

El proceso es simple, la semilla debe ser colocada en medio de un ambiente propicio para que allí germine, crezca y luego produzca fruto, capacidad que la mayoría tiene. Las condiciones para que lo anterior se dé deben ser adecuadas. Se requiere tierra o algo que haga sus veces, humedad, luz solar Al colocar en este medio una semilla solo será cuestión de tiempo para que esta se desarrolle.

Definitivamente el odio es una semilla. Que se transmite de un ser humano a otro, un hábito que se aprende, un rasgo de carácter que se enseña con el ejemplo, porque definitivamente a odiar se aprende.

El diccionario de la REA, nos brinda una definición clara de esta palabra.

“Del lat. odium. Antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea.”

No solo es un sentimiento de antipatía y aversión hacia algo o alguien, sino que este sentimiento produce el deseo de hacerle daño o que le ocurra alguna desgracia a ese algo o alguien objeto de odio. Cuando la semilla del odio ha sido sembrada en el corazón de un niño y se la enseñado y modelado por su entorno que esa es la manera correcta de abordar sus diferencias con los demás, se están colocando las bases para un adulto que produzca frutos de odio en todas sus relaciones interpersonales. Porque es allí en la niñez cuando aprendemos a odiar.

Cuando un ser humano crece en medio de ambientes hostiles, dados a la confrontación y al conflicto se están sembrando las primeras semillas del odio. Es allí cuando se aprende a rechazar y odiar la diferencia, cuando el pedir perdón o dar perdón se integran al ser, cuando se valida el odio como una forma de relacionarse con los demás.

Un hermano que odia, unos padres que odian, un profesor que odia, compañeros de escolaridad que odian, poca tolerancia a la diferencia, tratar de aplastar o anular lo que no me gusta, plantan semillas silenciosas que como bombas de tiempo se alojan en las emociones y que en el ambiente adecuado y las condiciones precisas se harán evidentes.

Así como el agua, el sol y la tierra producen una presión en la semilla que hacen brotar del interior su fruto, ciertas circunstancias particulares a la cual se enfrenta el ser humano hacen que esas semillas germinen, afloren y den fruto. Es en ese momento cuando el odio afecta y puede llegar a contaminar todo ámbito en el cual nos desenvolvemos, nuestra familia, trabajo, relación de pareja, nuestro rol como padres. De la misma forma como una fuga de material radioactivo contamina todo al ambiente alrededor, el odio al ser diseminado por medio de palabras, actitudes y acciones tiene el defecto de contaminar todo lo que toca.

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