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Lo Verdadero O Lo Falso


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  2.494 Palabras (10 Páginas)  •  1.131 Visitas

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La religión y sus falsos sucedáneos

RESUMEN

El reencantamiento del mundo del que está siendo testigo la sociedad actual es una reacción, hasta cier- to punto comprensible, frente a la crisis de identidad y a la deshumanización de una sociedad donde predominan una competitividad y un individualismo hedonista y consumista exacerbados. Pero es un reencantamiento que, a parte de su traumática versión fundamentalista, configura un mundo ambiguo y polimorfo, que garantiza la ceremonia de la confusión. Es necesario, pues, para poder aprovechar su posible potencial humanizador distinguir entre la “verdadera religión” y sus falsos sucedáneo, Palabras clave: Postmodernidad, Reenca ntamiento, Individualismo, Pluralismo, Relativismo, Desinstitucionalización, Sincretismo religioso.

Curiosamente, hace ya unos años, que en nuestra sociedad se está produciendo lo que los sociólogos han llamado un reencantamiento del mundo. Ello hace pensar a algunos que la modernidad acabó por ser no tanto antirreligiosa, como más bien poco hospitalaria con ciertas formas de religiosidad. La razón de ello es que, a pe- sar del aparente éxito de la secularización, la razón instrumental no sabe responder a una pregunta fundamental: ¿quién soy yo? Por ello, en el fondo, el individuo se en- cuentra vacío y desorientado. Como observa Charles Taylor, y a pesar de que el re- chazo de la fe sigue pesando como una posibilidad o una llamada, «La gente sigue experimentando un sentimiento de incomodidad en el nuevo mundo sin fe: algunos sienten que se ha dejado fuera algo grande, algo importante, que se ha ignorado al- gún nivel profundo del deseo, que se ha relegado alguna realidad superior y exterior a nosotros. Dicha incomodidad se articula en formas muy distintas, pero persiste, y

Reaparece en formas cada vez más diversificadas»1. Es esta la causa por la que, fren- te a la lógica del mercado y la racionalidad burocrática, se está produciendo, como reacción, una recuperación de lo sagrado y de la búsqueda de significados metauti- litarios. La sociedad de la técnica se resiente al carecer de respuestas adecuadas pa- ra las cuestiones fundamentales que, después de todo, siguen vigentes. La moderni- dad del cientifismo se revela impotente ante el desarme de sentido que ella misma ha provocado al desechar el simbolismo religioso. Por ello, «es imposible entender la secularización como la creciente y constante reafirmación de la superioridad de la ciencia sobre las creencias tradicionales. Es una “metanarración” que ha entrado en tiempos difíciles»2 No obstante, este reencantamiento, que Mardones llamó «la ven- ganza de lo reprimido»3, presenta ciertas improntas de la cultura contemporánea: privaticidad, subjetivismo, desinstitucionalización, pluralismo, relativismo, sincre- tismo, etc..

Como indica David Lyon, lo que se ha llamado postmodernidad no es sino el

cambio de las condiciones sociales, que tienen que ver con el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TCI), con la expansión del consu- mismo, con la «fragmentación de la fuerza de trabajo» y los modos de vida que ella ha implicado ( inestabilidad y transitoriedad en el empleo, multiplicidad de identi- dades, etc..)4. Todo ello, y especialmente las formidables posibilidades actuales res- pecto a la información y comunicación (mass - media),los viajes, y el turismo han puesto de manifiesto la evidencia del pluralismo cultural, lo que ha tenido efectos relativizadores en el ámbito de las costumbres y de las creencias. Fácilmente descu- brimos nuevas formas de ver la realidad y de comportamientos sostenidos por nue-

La estructura social que ahora surge es la llamada «sociedad red, abierta y dinámica, muy adecuada al capitalismo innovador, globalizado y descentralizado con el que se relaciona». «Olvídese la idea de que lo que somos nos es dado por Dios o lo conseguimos mediante el duro trabajo en una vocación o una carrera profesional. Moldeamos nuestra imagen maleable merced a lo que compramos: nuestra ropa, nuestras coci- nas y nuestros coches, cuentan la historia de quiénes somos (en quiénes nos convertimos)». «El consumo del tiempo libre está desplazando al trabajo como fuente de identidad». El reconocimiento y la autoestima se compran en el mercado. Y es que, «la satisfacción y el estatus social dependen de las posibilidades de utili- zación de los bienes e incluso de las imágenes con el fin de exhibir y sustentar diferencias entre las perso- nas». En fin, «es posible que, bajo el bombardeo de signos e imágenes, se fragmente el sentido de la identi- dad personal y cultural, cuya consecuencia es una producción continua y fragmentaria de la autoconstruc- ción, lo que puede a su vez derivar en identidades múltiples o seriales». Es más, el fruto de todo ello, puede ser «una persona a modo de pastiche, de tal manera que el yo –y la vida misma– se vuelve pasajero, efíme- ro, episódico y aparentemente desprovisto de significado. Es lo que se podría llamar yo plástico, flexible, adaptable a infinitas remodelaciones de acuerdo con el humor, el capricho, el deseo y la imaginación

vos criterios acerca de lo bueno y lo malo, que debilitan la tradición y desafían lo convencional. Ello ha fomentado cierta inseguridad, alimentada por la diversidad e intercambiabilidad de puntos de vista5. No es el mejor momento para las propuestas universalizables. Es cierto lo que sostienen Berger y Luckmann: «Una sociedad es absolutamente inconcebible sin valores comunes e interpretaciones compartidas de la realidad». Sin embargo este presupuesto parece debilitarse alarmantemente en la sociedad actual debido al pluralismo cultural: «...se podría afirmar con certeza que en países industriales altamente desarrollados (…) los sistemas de valores y las reservas de sentido han dejado de ser patrimonio común de todos los miembros de la sociedad». Y este pluralismo puede también propiciar una «crisis estructural de sentido». «El pluralismo moderno conduce a la relativización total de los sistemas de valores y esquemas de interpretación. Dicho de otro modo: los antiguos sistemas de valores y esquemas de interpretación son descanonizados». Esto significa que se pone en cuestión «el conocimiento dado por supuesto» en el orden institucional, «el conocimiento incuestionable», y la gente puede sentirse insegura en un mundo lleno de posibilidades, pero por ello también algo confuso. La seguridad institucional per- mitía la acción sin necesidad de considerar varias alternativas. Ahora esa programa- ción se ha debilitado considerablemente a nivel social e intelectual. «Incluso los dio- ses pueden ser escogidos dentro de un abanico de posibilidades. Puedo cambiar mi fe religiosa, mi ciudadanía,

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