Los Sacramentos
danilo2318 de Julio de 2013
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LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA
Leonardo Boff
Capítulo 1. PUERTA DE ACCESO AL EDIFICIO SACRAMENTAL
1. Cuando las cosas comienzan a hablar
2. El hombre moderno es también sacramental.
3. El sacramento: juego entre el hombre, el mundo y Dios
4. La narrativa: el lenguaje del sacramento
Capítulo 2. EL SACRAMENTO DEL VASO
1. ¿Qué es un sacramento?
2. El vaso visto por fuera: aspecto científico
3. El vaso visto por dentro: aspecto sacramental.
Capítulo 3. EL SACRAMENTO DE LA COLILLA
1. ¿Qué es además un sacramento?
2. Dimensiones de la sacramentalidad.
Capítulo 4. EL SACRAMENTO DEL PAN
1. El pensamiento sacramental: una experiencia total
2. In-manencia, trans-tendencia, trans-parencia.
Capítulo 5. EL SACRAMENTO DE LA VELA DE NAVIDAD
1. Visto desde Dios, todo es sacramento.
2. Mundo sacramental: función indicadora y función reveladora.
Capítulo 6. EL SACRAMENTO DE LA HISTORIA DE LA VIDA.
1. Una vez más: ¿Qué es un sacramento?
2. De lectura en lectura se estructura un sacramento.
Capítulo 7. EL SACRAMENTO DEL PROFESOR DE ENSEÑANZA
PRIMARIA
1. Jesús de Nazaret, sacramento fontal de Dios.
2. Jesucristo, el sacramento del encuentro.
Capítulo 8. EL SACRAMENTO DE LA CASA.
1. Cristo, Sacramento de Dios; Iglesia, sacramento de Cristo.
2. Todo en la Iglesia es sacramental.
Capítulo 9. LOS EJES SACRAMENTALES DE LA VIDA.
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1. Si en la Iglesia todo es sacramento, ¿por qué entonces los siete sacramentos?
a) El nivel histórico-consciente.
b) El nivel estructural-inconsciente.
2. Los siete sacramentos desdoblan y subliman los momentos-clave de la vida.
3. ¿Qué significa el número siete?
Capítulo 10. ¿EN QUE SENTIDO ES JESUCRISTO EL AUTOR DE LOS
SACRAMENTOS?
1. «Los sacramentos fueron instituidos por Jesucristo Nuestro Señor».
2. De los sacramentos de Dios a los sacramentos de Cristo.
3. Sentido en el que Jesucristo es autor de los sacramentos.
Capítulo 11. EL SACRAMENTO DE LA PALABRA DADA
1 Los sacramentos actúan «ex opere operato»: ¿Cómo entenderlo?.
2. Cristo es la palabra de garantía que Dios dio a los hombres.
1. Cuando las cosas comienzan a hablar.
Capítulo 12. EL SACRAMENTO DE LA RESPUESTA DADA Y DEL
ENCUENTRO CELEBRADO .
1. El sacramento es pro-puesta de Dios y también respuesta humana.
2. El encuentro sacramental acontece, pero se prepara largo tiempo.
3. Sacramento y proceso de liberación.
Capítulo 13. LO DIA-BOLICO Y LO SIM-BOLICO EN EL UNIVERSO
SACRAMENTAL
1. El momento sim-bólico en el sacramento.
2. El momento dia-bólico en el sacramento.
Capítulo 14. CONCLUSION: LA SACRAMENTOLOGIA EN
PROPOSICIONES SINTETICAS
1. PUERTA DE ACCESO AL EDIFICIO SACRAMENTAL
1. Cuando las cosas comienzan a hablar.
Este librito sólo puede ser entendido por aquellos espíritus que, inmersos en el mundo
técnico-científico de la modernidad, viven de otro espíritu, que les permite ver más allá de
cualquier paisaje y alcanzar siempre más allá de cualquier horizonte. Este espíritu vive hoy
en los manantiales de nuestra experiencia cultural. Es como un río subterráneo que alimenta
las fuentes, y éstas a los ríos de superficie. No lo vemos, pero es lo más importante, porque
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hominiza las cosas y humaniza nuestras relaciones con ellas. Detecta el sentido secreto en
ellas inscrito.
El hombre no es sólo manipulador de su mundo. Es también alguien capaz de leer el
mensaje que el mundo lleva en sí. Ese mensaje está escrito en todas las cosas que componen
el mundo. Los semiólogos, antiguos y modernos, percibieron muy bien que las cosas, además
de cosas, constituyen un sistema de signos. Son sílabas de un gran alfabeto. Y el alfabeto está
al servicio de un mensaje inscrito en las cosas, mensaje que puede ser descrito y descifrado
por quien tanga los ojos abiertos.
El hombre es el ser capaz de leer el mensaje del mundo. Nunca es analfabeto. Es
siempre el que, en la multiplicidad de lenguajes, puede leer e interpretar. Vivir es leer e
interpretar. En lo efímero puede leer lo permanente; en lo temporal, lo eterno; en el mundo, a
Dios. Y entonces lo efímero se transfigura en señal de la presencia de lo permanente, lo
temporal, en símbolo de la realidad de lo eterno; el mundo en el gran sacramento de Dios.
Cuando las cosas comienzan a hablar y el hombre a escuchar sus voces, entonces emerge el
edificio sacramental. En su frontispicio está escrito: Todo lo real no es sino una señal. ¿Señal
de qué? De otra realidad, realidad fundante de todas las cosas, de Dios.
2. El hombre moderno es también sacramental
No creemos que el hombre moderno haya perdido el sentido de lo simbólico y de lo
sacramental. También él es hombre como otros de otras etapas culturales, y en consecuencia
es también productor de símbolos expresivos de su interioridad y capaz de descifrar el sentido
simbólico del mundo. Quizás se haya quedado ciego y sordo a un cierto tipo de símbolos y
ritos sacramentales que se han esclerotizado o vuelto anacrónicos. La culpa, en ese caso, es
de los ritos y no del hombre moderno. No podemos ocultar el hecho de que, en el universo
sacramental cristiano, se ha operado un proceso de momificación ritual. Los ritos actuales
hablan poco por sí mismos. Necesitan ser explicados. Y una señal que tiene que ser
explicada, no es señal. Lo que precisa de explicación no es la señal, sino el Misterio
contenido en la señal. A causa de esta momificación ritual, el hombre moderno, secularizado,
sospecha del universo sacramental cristiano. Puede verse tentado a cortar toda relación con lo
simbólico religioso. Pero al hacer eso no sólo corta con una riqueza importante de la religión;
cierra simultáneamente las ventanas de su propia alma, porque lo simbólico y lo sacramental
constituyen dimensiones profundas de la realidad humana.
3. El sacramento, juego entre el hombre, el mundo y Dios.
Fenomenólogos y antropólogos han descrito minuciosamente el juego del hombre con
el mundo. Este se produce en tres niveles sucesivos. En un primer nivel, el hombre siente
extrañamiento. Las cosas le producen admiración y hasta temor. Las estudia por todos los
lados. Va sustituyendo sorpresas por certezas. El segundo nivel supone el término de este
proceso y es la domesticación. El hombre consigue interpretar y de ese modo dominar lo que
le causaba el extrañamiento. La ciencia se sitúa a este nivel: encuadra los fenómenos dentro
de un sistema coherente con el objeto de domesticarlos. Finalmente el hombre -se habitúa a
los objetos. Forman parte del paisaje humano. En el entretanto, ese juego ha modificado tanto
al hombre como a los objetos. Estos ya no son meros objetos; se convierten en señales y
símbolos del encuentro, del esfuerzo, de la conquista, de la interioridad humana. Los objetos
domesticados comienzan a hablar y a contar la historia del juego con el hombre. Se
transfiguran en sacramentos. El mundo humano, aun el material y técnico, nunca es sólo
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material y técnico; es simbólico y cargado de sentido. Quien sabe esto perfectamente, son los
conductores de masas a través de los medios de comunicación social. Lo que dirige a los
hombres no son tanto las ideologías, sino los símbolos y mitos activados a partir del inconsciente
colectivo. La propaganda comercial en la TV presenta el cigarrillo LS. Quien
fume de esa marca tendrá parte entre los «dioses»: hombres bellos, ricos, en mansiones
maravillosas, con mujeres deslumbrantes, extasiados en el amor, con todos los conflictos
solucionados. Toda esa escenificación es ritual y simbólica. Son Los sacramentos profanos y
profanizadores que intentan evocar la participación en una realidad onírica y perfecta y dar la
sensación de haber transcendido ya este mundo conflictivo y difícil.
El hombre posee esta cualidad extraordinaria: la de poder hacer de un objeto un
símbolo y de una acción un rito. Presentemos un ejemplo: el de tomar el mate en la calabaza.
Cuando alguien nos visita, en el sur del Brasil, le ofrecemos inmediatamente una calabaza de
mate caliente. Nos sentamos cómodamente al fresco, tomamos de la misma calabaza y
sorbemos por la misma caña. Se toma, no porque se tenga sed o por el gusto del sabor
amargo, ni porque éste «hace milagros y libra a la gente de cualquier indigestión». La acción
cobra otro sentido, Es una acción ritual para celebrar el encuentro y saborear la amistad. El
centro de atención no está en el mate sino en la persona. El mate desempeña una función
sacramental.
Pablo, en 1 Cor 11, 20-22, lo captó perfectamente: algunos vienen a la cena
eucarística sólo para matar el hambre y saciar la sed. Esos pierden el sentido del sacramento.
Celebramos la cena eucarística, no para matar el hambre, sino para festejar y hacer presente
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