Manejo De Masas

“Cuando se teme, es porque el temedor le concede poder al temido” (Hesse, 1927), frase que ejemplifica la causal de abuso de autoridad y, cabe decir, da pie a su reconocimiento legal sin importar la moral o ética que lo impidan; pues cuando se alza un poder ilegítimo, para legitimarlo basta reconocerlo. Cualquier parecido con la realidad mexicana, no es mera coincidencia; desgraciadamente es parte de la cotidianidad del país, cuya molestia ha estado encajada en el cuerpo administrativo del Estado por tantos años que, hoy en día, pasa casi desapercibido los trastornos que provoca, pero… ¿a quién culpar?, ¿a la minoría que, para fines propios, después de otorgarle autoridad, no supo controlar el dominio de su uso?, o ¿a la sociedad, que es mayoría, y quienes, abusando de su conformidad en vez de su poder, concedieron potestad incondicional al mandatario indolente?

Las preguntas se contestan por sí solas, mas algo totalmente incuestionable es la neutralidad del poder mismo, ya que el poderío no es ni el villano ni el mártir de cada historia donde terceras personas sufren a causa de su abuso, es compromiso tanto de la persona que lo posee, como de quienes le dan ese derecho, a encontrar un punto de equilibro que les brinde la satisfacción máxima con el perjuicio mínimo.

Aclarando en primer término que el poder es responsabilidad y no imposición, se entiende que lo sublime de éste depende, totalmente, de las virtudes de quien lo tenga, ya lo aclaro Maquiavelo en su obra maestra “El Príncipe”, el valor la fuerza y la astucia son el arte de conquista del poder. Valor para aceptar las obligaciones y desprenderse de sus derechos, anteponiendo el bien común sobre el individual; fuerza, sobre todo en voluntad, para rechazar la omnipotencia y la tentación de los beneficios propios que conlleva; y astucia para sacar el máximo provecho de su autoridad en beneficio de todos los que de él dependen. Un discurso tan emotivo que cualquiera en busca de jurisdicción puede utilizar; no obstante, del dicho al hecho hay mucho trecho, retomando el caso particular de México, ¿qué se puede esperar de los mandatarios traspasan su valor, fuerza y astucia a las cadenas televisivas, monopolios o acarreados?, en sociedades así no es de sorprenderse que la legitimización del poder sea patrocinada por el pan y circo que recibe gustosamente el pueblo.

Ahora bien, el mayor obstáculo contra todo abuso son las tipificaciones legales que lo invalidan. El problema se presenta cuando el abuso es de poder y, además, de índole política; no habría mayor problema si se siguiera el estudio de Derecho Penal que entiende, como delito doloso, el actuar de todo funcionario público en contra de una o varias personas aprovechándose de sus derechos laborales; empero, son estas mismas figuras las que controlan la jurisprudencia y pueden, incluso, cambiarla en favor a sus propósitos.

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