Manejo Ecologico
pedroloock24 de Noviembre de 2011
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Manejo ecologico
Se entiende por laboreo cualquier acción mecánica sobre el suelo, realizada para que éste ofrezca las condiciones ideales para el desarrollo de la vida vegetal. En este sentido, deberá considerarse que estas condiciones deben ser óptimas, primero, para la germinación de las semillas y, después, para el desarrollo de la actividad radical.
En los medios naturales, estas acciones son ejercidas por los agentes climáticos (hielo y deshielo, variaciones de temperatura, cambios de humedad) y biológicos (galerías de animales y raíces, movimientos de partículas por animales), pero, aunque en nuestro suelo se dan también estos procesos y debemos potenciarlos, nosotros podemos acelerarlos o modificarlos a nuestra conveniencia, aunque no debemos olvidar la vocación del conjunto suelo-clima, para adaptar a ella el cultivo y las técnicas culturales.
Objetivos del laboreo
Los fines generales del laboreo pueden resumirse en los siguientes puntos:
1. Preparar el suelo para la siembra.
2. Asegurar una buena fertilidad.
3. Incrementar la resistencia del suelo a los agentes ambientales (mejorar la estabilidad estructural).
Para ello, los objetivos concretos que pueden perseguirse con el laboreo son muy numerosos y variados. De ellos destacamos:
• Favorecer o reducir algunas de las condiciones físicas, químicas o biológicas que se describirán más adelante.
• Incorporar en el suelo enmiendas y abonos.
• Controlar las plantas adventicias.
• Reducir el número y actividad de los patógenos.
• Formar regueras y eras de cultivo.
• Aporcar, recalzar o desaporcar determinadas plantas.
• Extraer del suelo raíces y tubérculos.
Estado óptimo del suelo para el laboreo
El laboreo del suelo tiene siempre un efecto de rotura de los poros y disgregación de agregados, pero el grado en que se producen estos efectos está íntimamente relacionado con el contenido en humedad del suelo.
Cuando se labra con poca humedad se obtiene una estructura cavernosa o terronosa, que suele resultar desfavorable, o se produce un desmenuzamiento excesivo de los agregados y la obturación de muchos poros. Por el contrario, las labores hechas con demasiada humedad suelen amasar y cementar las partículas disgregadas al secarse el suelo, obteniendo también condiciones desfavorables.
Se impone, en consecuencia, caracterizar el estado adecuado de humedad del suelo para poder obtener, mediante el laboreo, la estructura grumosa que es más recomendable. Este estado de humedad se conoce como estado de tempero o sazón.
Sin embargo, aunque el estado de tempero sea el más habitual para el laboreo, existen algunos casos concretos en los que se ha de labrar con contenidos de humedad distintos al del estado de tempero. Así, para obtener tierra fina (por ejemplo al preparar el suelo para la siembra de semillas pequeñas) puede ser necesario labrar con el suelo bastante seco. Para obtener prismas de tierra compactos, que puedan sufrir la meteorización invernal sin grandes riesgos de erosión, puede interesar un estado de humedad superior al del tempero.
Efectos del laboreo en el suelo
El laboreo actúa directamente sobre diversas propiedades físicas del suelo, como la aireación, humedad, estructura y temperatura y, como consecuencia de estas acciones, influye indirectamente sobre las propiedades químicas y biológicas.
Acción sobre las propiedades físicas del suelo
Humedad: saneamiento, en los climas húmedos y suelos encharcados, mediante labores de drenaje, o conservación de la humedad, en los climas secos o estaciones áridas, aumentando la velocidad de infiltración del agua y la capacidad de retención y reduciendo la evaporación al romper la capilaridad.
Aireación: el mullimiento, con el correspondiente aumento de la porosidad, facilita la aireación del suelo y favorece la difusión gaseosa entre la atmósfera edáfica y la exterior.
Temperatura: las labores reducen, en principio, las oscilaciones térmicas del suelo. Sin embargo, la destrucción de las plantas adventicias y la incorporación de los residuos de cosecha pueden tener un efecto inverso.
Estructura: las labores realizadas en condiciones adecuadas deben favorecer, en general, la formación de una estructura grumosa, con agregados de tamaños variables (1 a 5 mm).
Suela de labor: la realización de labores repetidas a la misma profundidad, principalmente con aquellos aperos que o bien disgregan mucho el suelo o bien presionan las capas inmediatamente inferiores a la profundidad de trabajo, conduce a la formación de una capa bastante dura e impermeable, difícil de ser atravesada por las raíces y por debajo de la cual suele faltar el aire y la humedad.
Efectos sobre las propiedades químicas del suelo
Movilización de los elementos nutritivos: la disgregación mecánica de los terrones de suelo, la mayor aireación y las condiciones más favorables de humedad aceleran los procesos de meteorización y mineralización, provocando una mayor liberación de los elementos nutritivos contenidos tanto en la fracción mineral como en la orgánica.
Solubilización de los compuestos minerales: una vez disgregados los terrones y movilizados los elementos minerales, su solubilización se ve, asimismo, favorecida por el laboreo, tanto por la más fácil circulación del agua en el suelo como por el mayor desprendimiento de CO2 que se produce en la rizosfera de los suelos bien labrados.
Oxidación de los elementos minerales y orgánicos: el aumento de la porosidad y de la aireación favorecen la oxidación de los elementos minerales y orgánicos que, de esta manera, pueden ver favorecida su asimilación por las plantas (NO3-, SO42-) o reducida su toxicidad (Mn, B, Zn).
Acción sobre las propiedades biológicas del suelo
Sobre los microorganismos del suelo: la acción sobre las propiedades físicas y químicas enumeradas anteriormente, sí se realiza correctamente, puede favorecer la vida del suelo, lo que se traduce en un mayor número de organismos por unidad de suelo e incremento de su actividad.
También las labores permiten luchar eficazmente contra las adventicias y destruir numerosos parásitos, rompiendo los ciclos de los mismos y exponiendo a la acción de la intemperie larvas, huevos y esporas.
Sobre el desarrollo y actividad radical: la fisuración y la aireación del terreno, si están bien realizadas, favorecen el desarrollo de las raíces y su actividad. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que la creación excesiva de macroporos puede dificultar la absorción de agua y elementos nutritivos, que la formación de suela de labor impide el crecimiento de las raíces por debajo de ella y que el laboreo puede dañar directamente algunas raíces.
Bases de planificación del laboreo
En el laboreo, como en las demás técnicas agronómicas, no existen recetas aplicables de forma general. Cada caso concreto debe ser estudiado en función del suelo, el clima, el cultivo y las otras técnicas empleadas. A partir de e stos datos y conociendo los efectos del laboreo sobre el suelo y las características del mismo que se desean tras la labor, es posible determinar el tipo de trabajo a realizar, la forma concreta en que se ha de llevar a cabo y el momento oportuno para ejecutarlo.
Concretando, las bases mínimas que nos permiten planificar adecuadamente el laboreo son:
• Características que debe reunir el suelo tras la labor y profundidad en la que se han de lograr: debe quedar un suelo suelto en profundidad (patata, zanahoria, guisante), asentado (cereales), fuerte (prados, colza, abonos verdes), superficialmente bien disgregado (siembra), firme en profundidad y ligero en superficie (judías verdes).
• Las características del suelo: en los suelos arcillosos, pesados, suele interesar disgregarlos y romper estructuras compactas. Mientras que en un suelo arenoso, suelto, interesará aumentar la cohesión (evitar labores en seco, aperos poco disgregadores, incorporación progresiva de la materia orgánica en profundidad).
• Las condiciones meteorológicas actuales y previstas: debe prepararse el suelo para acumular agua, retener la existente, drenar el exceso de humedad, permitir un calentamiento rápido en primavera.
• La evolución de la materia orgánica en el suelo: debe mineralizarse o, por el contrario, debe asegurarse un contenido suficiente.
• El manejo de las plantas adventicias, tanto de las presentes en el momento actual como de las que pueden aparecer en el futuro.
• Determinados intereses concretos, como puede ser incorporar un abono en profundidad.
• La resistencia que ha de mostrar el suelo a los procesos erosivos.
• La disponibilidad de tiempo y de material.
A la vez, el laboreo condiciona otras operaciones de cultivo. Por ejemplo, la necesidad de realizar una escarda nos puede obligar en un momento determinado a realizar labores repetidas, las cuales dejarán el suelo mullido. Estas labores condicionarán el cultivo siguiente y puede ser necesario variar la rotación que se había previsto anteriormente.
Para asegurar el éxito, debemos adaptar la elección del cultivo a las características del suelo, reduciendo al máximo las alteraciones necesarias.
Consideraciones generales
Sin ser normas estrictas, de forma general debemos procurar cumplir los siguientes principios:
- No labrar por rutina, sino cuando sea necesario, reduciendo al máximo el número de labores.
- Conservar el perfil del suelo o potenciar su formación si es
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