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Mitos Y Leyendas

alexandradv8 de Junio de 2015

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La Sayona

Es un fantasma con la figura de una mujer elegante ,alta y muy hermosa de larga cabellera. Le dicen La Sayona porque se cubre con una túnica o saya larga. Esta aparición viene asustando a los trasnochados desde el siglo XIX y dicen que se aparece a los bebedores, trasnochadores y adúlteros. Deja que la admiren pero cuando tratan de enamorarla, ella entonces sonríe, mostrando unos colmillos largos y puntiagudos y luego desaparece, dejando aterrorizados a los pobres pecadores.

Considerada como una señal castigadora de los hombres infieles.

La Sayona es un relato originario de los llanos Venezolanos y data de la época colonial. Se trata de la historia de una mujer muy celosa que mató a su marido y su mamá, pensando que éstos tenían un romance.

Su mamá, en la agonía de muerte, la maldijo diciéndole: “Sayona serás para siempre y en nombre de Dios, que así sea”. Desde ese entonces vaga sin descanso ni paz, persiguiendo a los hombres infieles para conquistarlos y luego matarlos.

Entre las muchas historias que se cuentan en los llanos venezolanos se encuentra la siguiente:

Una noche un hombre se escapó para encontrarse con su amante, en medio del camino se sorprendió al ver que ella venía a su encuentro, aunque le extrañaba su caminar tambaleante. Corrió detrás de ella, pero al llegar a su casa la mujer siguió de largo.

El hombre desconcertado le dijo: Pero bueno, ¿Qué pasa? Cuando volteó, se encontró con una mujer blanca con cara de muerte, dientes afilados como hachas y unas enormes uñas como garras. Salió corriendo hacia su casa y el ánima lo persiguió con los brazos abiertos para estrecharlo.

El hombre logró escapar y al llegar a su casa, se encontró con su suegra despierta, quien al verlo tan agitado le preguntó:

Mijo ¿Y a ti qué te pasó?

¡Qué buen susto me llevé! Salí un momentico a orinar y me salió esa mujer…

¡Ay mijito, tú como que le estás montando los cuernos a mi hija! Déjese de eso, yo que se lo digo…

El hombre asegura que tras esa experiencia no le quedaron mas ganas de volver a engañar a su mujer.

Por lo tanto, es mejor que aquellos hombres que disfrutan engañando a su pareja, se lo piensen bien antes que se le aparezca LA SAYONA que tiene la particularidad de desdoblarse, es decir, puede aparecer como un perro o un lobo.

El Silbón

Se cuenta en los llanos Venezolanos que hace tiempo un joven asesinó a sus padres. Por este crimen atroz está condenado por siempre a cargar un saco con los huesos de sus progenitores y a asustar a la gente silbando una serie de notas características y haciendo sonar los huesos. Nunca se sabe dónde está porque, si su silbido se oye lejos es porque El Silbón está muy cerca y si se oye cerca, el fantasma ya está lejos. Algunos dicen que aquél que escucha el silbido, está oyendo el anuncio de su propia muerte. La narrativa dice que es un hombre alto y delgado que mide como seis metros.

La descripción que presentan quienes lo han visto y escuchado; dicen que es la de un hombre desproporcionado, muy alto, que camina sobresaliendo por encima de la copa de los árboles emite un silbido espeluznante y lleva un costal lleno de huesos que los hace sonar como una matraca de Semana Santa.

La leyenda dice que el Silbón es el ánima en pena de un hijo que mató al papá y le comió la asadura (o sea el hígado, el corazón y el bofe). El muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto, el muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato, le sacó las vísceras y se las llevó a su madre para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su marido. Preguntándole al muchacho, este confesó la verdad.

De inmediato lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los talones.

En los llanos orientales de Colombia se conoce como el silbador; se dice que es el espanto sin rumbo de un alma en pena de un hombre parrandero y mujeriego que murió solo y abandonado y busca la compañía de alguien que cabalgue a deshoras de la noche por los senderos de esta llanura.

Otros dicen, que persigue a las mujeres en estado de embarazo; este silbador emite un silbido largo y agudo que penetra por los oídos y al mismo tiempo se siente un frío intenso que congela a las personas. Hay la creencia de que cuando silba bien agudo es una mujer que se va a morir; pero si por el contrario el silbido es grueso, es un hombre o un amigo el que muere.

Amalivaca y la Creación del Mundo

En la mitología indígena, Amalivaca fue el creador de la humanidad, del río Orinoco y del viento. En principio hizo a los hombres inmortales pero en castigo a su faltas, los volvió mortales. Se dice que hace muchos años atrás hubo una gran inundación. Amalivaca salió entonces en una canoa a recorrer el mundo y junto con su hermano Vochi fueron reparando los daños del diluvio, después del cual solo había quedado una pareja de humanos vivos. Ellos se fueron a una gran montaña llevando semillas de palma moriche y desde allí las dispersaron lanzándolas hacia el mundo. De estas semillas nacieron los hombres y las mujeres que pueblan el planeta.

Guaraira Repano

La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle al pie de la montaña de El Ávila. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Guaraira Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos". Los indígenas de la zona contaron que en tiempos antiguos no existía la montaña y que desde el valle se podía ver el mar. Pero un día las tribus ofendieron a la gran diosa del mar y ésta quiso acabar con todo el pueblo. Entonces levantó una gran ola, la más alta que se había visto; toda la gente se arrodilló e imploró perdón a la diosa y, justo cuando la ola iba a caer sobre ellos, la diosa se compadeció y convirtió la ola en la gran montaña que hoy existe.

Florentino, el que cantó con el diablo.

Florentino era el mejor jinete y coplero de los llanos. Una noche, cabalgando solo por la llanura para asistir a un joropo en un pueblo cercano, notó que de lejos lo seguía otro hombre todo vestido de negro que parecía ir a la misma fiesta.

Cuando comenzó el joropo y Florentino se preparó a cantar, el extraño invitado lo desafió a contrapuntear con él. Florentino aceptó y a medida que se cruzaban las coplas, se dio cuenta de que su adversario era el Diablo y que si perdía en el contrapunteo, perdería su alma. Pero su habilidad como improvisador y su fé mantuvieron al Diablo ocupado cantando toda la noche sin que Florentino se rindiera ni equivocara una rima. Al salir el sol, el Diablo tuvo que desaparecer completamente derrotado. Alberto Arvelo Torrealba escribió un poema monumental narrando el contrapunteo entre Florentino y el Diablo.

La confrontación entre Florentino, el más famoso de los cantadores llaneros, y el Diablo, se desarrolla en varias escenas. La primera de ellas corresponde al Reto; en ella, en algún paraje desolado del verano llanero, El Diablo se cruza con Florentino, caballeros ambos, y lo desafía a un contrapunteo en lugar y oportunidad allí señalados.

La segunda nos representa a Florentino en el sitio convenido, cantando y a la espera del retador, quien no tarda en presentarse. De esta manera se inicia de inmediato el contrapunteo tramado con bandola o arpa, cuatro y maracas, al final del cual, El Diablo es derrotado. Algunos dicen que por la salida del sol; otros, por el conjuro de los santos, pero el hecho es que desaparece. La leyenda que recorre los llanos sugiere que, luego del encuentro, Florentino nunca más volvió a cantar.

Para algunos investigadores e historiadores, no es casual que Alberto Arvelo Torrealba haya decidido dar vida a estos personajes en Santa Inés, escenario clave en la historia de Venezuela ya que es el mismo lugar donde el general Ezequiel Zamora ganó la batalla contra el ejército centralista que defendía a la oligarquía venezolana. Santa Inés, lugar donde «El Catire», Florentino, retó a Satanás y salió airoso.

La leyenda de Florentino y el Diablo también fue revivida por Rómulo Gallegos en su novela Cantaclaro. «Florentino, el catire quitapesares, era el mejor de los copleros. Infaltable en todos los joropos y fiestas del Llano, nadie podía derrotarlo en sus contrapunteos. El propio Diablo, envidioso de los triunfos de Florentino, decidió retarlo a un duelo de coplas», escribió Gallegos.

María Lionza

Según la leyenda, Maria Lionza (Yara) fue una doncella Nívar, hija encantada de un poderoso cacique de Nirgua. El Chamán de la aldea había predicho que cuando naciera una niña de ojos extraños, ojos color verde agua, había que sacrificarla y ofrendarla al Dueño de Agua, al Gran Anaconda por que si no vendría la ruina perpetúa y la extinción de los Nívar. Pero su padre fue incapaz de hacerlo. Y escondió a la niña en una cueva de la montaña, con 22 guerreros que la vigilaban e impedían su salida. Ella tenía prohibido verse en los espejos de agua. Pero un día una fuerza misteriosa

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