PONENCIA A 7 VOCES
leorocke889 de Abril de 2014
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PONENCIA A 7 VOCES 7.
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PONENCIA A 7 VOCES 7.
PONENCIA A 7 VOCES 7.
PONENCIA A 7 VOCES 7.
PONENCIA A 7 VOCES 7.
Las políticas y las bolsas (las nuestras y las de ellos).
Prólogo.-
Esta ponencia será presentada en la Mesa I del Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. Todos saben que la llamada mesa I (eso de "mesa" es un eufemismo con el que los zapatudos pretenden distraer a los invitados al encuentro y hacerles más amable el tierno lodazal de La Realidad), se nombra "De Peines, Cepillos de Dientes, Pantuflas y otros conceptos de una Nueva Ciencia Política"...
¿Qué? ¿No así se llama?
¿Cómo? ¿"Qué política tenemos y qué política necesitamos"?
¿Deveras? Bueno, está visto que eso de que los zapatones tienen mucha imaginación es otro mito, quiero decir, otro mito además de esa nariz que se autodenomina genial. Bien, dejemos eso para después. Este es un prólogo y debe hacer lo que todos los prólogos hacen, es decir, tratar de convencer al lector o al oyente de que lo que sigue vale la pena (o de consolarlo antes de que se desilusione al darse cuenta de que lo que sigue al prólogo tampoco vale la pena). Como se podrá ver a continuación, esta ponencia es fundamental para esta mesa, sus aportaciones al tema político son indiscutibles y rebosan sapiencia, contundencia, y otras especias. La forma en que esta ponencia llega a este encuentro y esta mesa es algo que bien amerita otro encuentro intergaláctico. Pero para eso habrá que esperar a que todos nos repongamos de este desvarío intercontinental que algún iluso llama "Encuentro". Mientras eso ocurre, os haré una breve reseña:
El escrito fue hallado dentro de una botella de trago vacía, encontrada en medio de una de esas tormentas que azotan el abrazo que nos regala el julio de la montaña. El otro julio que nos sigue regalando abrazos, Julio Cortázar, hizo su propio encuentro interplanetario en un sólo día y, además, se dio el lujo de enseñarnos a dar "La vuelta al día en ochenta mundos".
En uno de esos mundos, aquel Julio nos mandaba su propia ponencia a la que llamó: Coda Personal.
"Por eso, señora, le decía yo que muchos no entenderán este paseo del camaleón por la alfombra abigarrada, y eso que mi color y mi rumbo preferidos se perciben apenas se mira bien: cualquiera sabe que habito a la izquierda, sobre el rojo. Pero nunca hablaré explícitamente de ellos, o a lo mejor sí, no prometo ni niego nada. Creo que hago algo mejor que eso, y que hay muchos que lo comprenden. Incluso algunos comisarios, porque nadie está irremisiblemente perdido y muchos poetas siguen escribiendo con tiza en los paredones de las comisarías del norte y del sur, del este y del oeste de la horrible, hermosa tierra".
Así las cosas, no viene a mal recordar a ese Julio en este julio y, junto a ellos, recordar a todos los prisioneros de todas las comisarías de todo el mundo. Ya sé que un prólogo no es lugar para dedicar un escrito, pero los dos julios parecen haberse confabulado para trastocar la amable rutina de las montañas del sureste mexicano con un mensaje dentro de una botella. Si una botella con un mensaje puede ser encontrada en medio de una tormenta en la montaña, entonces bien puede encontrarse una dedicatoria en medio de un prólogo. Por lo tanto, y puesto que mensajes, botellas, julios y comisarías, esta ponencia está dedicada...
A los presuntos zapatistas presos y,
a través de ellos,
a todos los presos políticos del mundo.
A los zapatistas desaparecidos y,
a través de ellos,
a todos los desaparecidos políticos del mundo.
Bien, sigamos con el escrito que encontramos dentro de una botella y que hoy se presenta como ponencia en la Mesa 1 del Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo. Y ya que estamos hablando de encuentros, alguien haría mucho por la humanidad si les dijera a los zapateros que no usaran nombres tan largos para llamar a sus locuras. Es tan largo el nombre de este encuentro que cuando se llega a la parte que dice "contra el Neoliberalismo" uno está tan cansado que, créanmelo, dan ganas de todo, menos de enfrentarse contra algo.
¿En qué me quedé?
¡Ah sí! En la ponencia que encontramos dentro de una botella. Pues bien, el texto no tiene fecha, pero estudios científicos computarizados han determinado que pudo haber sido escrito cualquier día, en cualquier parte del mundo y por cualquiera de los seres humanos que en el mundo son y han sido. Sin embargo, lo más importante no ha sido esclarecido. Los más grandes centros científicos de prestigio y desprestigio han sido consultados, pero todo ha sido inútil. No ha sido posible determinar quién se vació, entre pecho y espalda, el contenido de la botella, ni que extraño baile le provocó a este improbable ser la alegría que pudo haber encontrado en el líquido y que, es sabido, en realidad ya lleva el ser humano donde se debe llevar la alegría, es decir, en los pies...
Capítulo I:
Donde el Olivio explica el por qué no hay que tener miedo de los aviones, helicópteros y otros terrores con los que el Poder pretende castigar la rebelde dignidad de los indígenas zapatistas.
Hace unos días, en uno de los rincones americanos del mundo, se reunieron un grupo de personas. Por ahí andaba un amigo. Por el correo electrónico me había llegado el aviso de que un grupo de dignidades se reunirían para brindar y saludar a la rebeldía zapatista. Eso de brindar no sé si agradecerlo o lamentarlo, pero como quiera aproveché para devolver el saludo con una carta y para pedir una taza de café en la cocina. No porque fuera a tomarme el café, sólo quería tener un pretexto amable para rechazar el brindis en caso de que me lo ofrecieran. Sí, ya sé que no se puede brindar por correo electrónico, pero con los avances de la tecnología no hay que confiarse. Dicen que en México hay una guerrilla que usó el fax para declararle la guerra al supremo gobierno y que utiliza el internet y la comunicación satelital para dar a conocer sus pronunciamientos. "Cosas veredes Sancho" diría Durito que, afortunadamente, no está en éste sino en otro capítulo.
Ahora anda por estos lodos, perdón, quise decir por estos suelos, el tal amigo. No es por presumirles, pero el amigo es un mi amigo desde hace muchos años. Claro que él no sabía que era mi amigo. Llegó él hace mucho tiempo. Llegó como llegan los buenos amigos, es decir, a través de las letras. Dice el amigo, a quien llamaré "mi amigo" aprovechando que está ahora atrapado en el lodo y no puede protestar, que las palabras de resistencia en el mundo son numerosas y suenan como lluvia tupida cayendo ahora en los techos de los indígenas zapatistas, en los techos que ahora comparten miles de seres dignos, hombres y mujeres, de todo el mundo. El amigo es uno de esos buscadores de lluvias que hay en el mundo. Camina él, como otros caminan, juntando gotitas de la lluvia de resistencia que se llueven en América. En África, en Asia, en Oceanía, en Europa, hay también otros buscadores de lluvia, de las historias de resistencia que no encuentran lugar en la historia de olvido que escribe el seco poder de la Soberbia. Yo creo que todos los buscadores de lluvia que por acá han llegado, se han dado cuenta de que todos nosotros llegamos a llovernos, que nos dimos cuenta que la lluvia puede ser amable si es hermana la palabra que nos moja. Así que podemos decir que éste es un encuentro de llovedores, forma húmeda de decir que es un encuentro de hermanos.
Esa vez le escribí a mi amigo platicándole del Olivio. Le decía yo que:
"El Olivio es un niño tojolabal. Tiene menos de 5 años y todavía está dentro del límite mortal que aniquila a miles de infantes indígenas en estas tierras. Las probabilidades de que el Olivio muera por enfermedades curables antes de los 5 años es la más alta de este país que se llama México. Pero el Olivio esta vivo todavía. El Olivio se presume de ser amigo del "Zup" y de jugar fútbol con el Mayor Moisés. Bueno, eso de jugar fútbol es arrogante. En realidad, el Mayor se limita a patear el balón lo suficientemente lejos como para librarse de un Olivio que considera, como cualquier niño lo haría, que el trabajo más importante de los oficiales zapatistas es jugar con los niños.
Yo observo de lejos. El Olivio patea el balón con una decisión que da escalofríos, sobre todo si te imaginas que esa patada podría tener tu tobillo como destino. Pero no, el destino de la patada del Olivio es un pequeño balón de plástico. Bueno, esto también es un decir. En realidad la mitad de la patada y de la fuerza se queda en el lodo de la realidad chiapaneca y sólo una parte proyecta el balón por un rumbo errático y cercano. El Mayor da un patadón y la pelota pasa a mi lado y se va muy lejos. El Olivio corre decididamente detrás del esférico (léase esto, y lo que sigue, con voz de comentarista de fútbol por televisión o radio). Esquiva ágilmente un tronco tirado y una raíz ya no tan oculta, gambetea y dribla dos chuchitos ("perritos" para los chiapanecos) que de por sí ya huían aterrados ante el avance implacable, decidido y relampagueante del Olivio. La defensa ha quedado atrás (bueno, en realidad la "Yeniperr" y el Jorge están sentados y jugando con el lodo, pero lo que quiero decir es que no hay enemigo al frente) y el arco contrario está inerme ante un Olivio que aprieta los pocos dientes que tiene y enfila al balón como
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