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PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL FILOSOFÍA

Mirtha PacarhuancaDocumentos de Investigación20 de Julio de 2017

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PROGRAMA DE FORMACIÓN GENERAL

FILOSOFÍA

SESIÓN 12

ETICA Y MORAL. BIOÉTICA.

Bioética y dignidad humana[1]

Introducción

Es en diciembre de 1998 cuando posiblemente se dará a conocer, por parte de la UNESCO, con motivo de los 50 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, una declaración que provisionalmente lleva el nombre de “Declaración sobre la Bioética” y que tiene que ver con la declaración internacional sobre la aplicación de las nuevas ciencias biológicas al ser humano. Una comisión, dentro del mismo organismo, viene trabajando, específicamente, desde 1993.

El Partido Acción Nacional (PAN), en su plataforma legislativa federal de 1979, contempló, entre muchos aspectos, el Derecho a la Vida. Durante esos preparativos, el trabajo de la comisión redactora de la propuesta abordó múltiples capítulos que hoy son temas comunes, pero que hace una veintena de años no lo eran. Se discutió el tráfico de órganos humanos, el robo de menores de edad y que eventualmente pudieran ser utilizados como bancos de órganos conformando un crimen deleznable; también se tomó en cuenta la posibilidad –remota entonces– de la donación humana y sus implicaciones jurídicas y políticas; el vacío legal, con respecto a la fecundación in vitro, y las madres en alquiler. Tres años más tarde, el PAN denunciaba, por medio de sus diputados federales de la LII Legislatura, las posibles con-secuencias sanitarias de la entonces incipiente epidemia del VIH.

Desde entonces, Acción Nacional ha venido avanzando –aunque debiera hacerlo más aceleradamente en el estudio y definición de es-tos temas que tienen que ver con la salud, la re-producción y la dignidad del hombre. Hoy, ante el reto que origina la manipulación genética, la realización de la clonación de mamíferos superiores, la creación de quimeras biológicas, así como la desencriptación del genoma humano, como la posibilidad de realizar mosaicos biológicos humanos y transgénicos, abre de nuevo el debate sobre la validez de tales experimentos, investigaciones y prácticas en relación con la clínica médica y la investigación biológica.

Ante esta realidad que nadie niega, el hombre, como ser moral, debe plantearse la validez o invalidez de sus actos. No todo lo que es posible realizar, moralmente es válido hacerlo.

Antecedentes

Para muchos, la palabra Bioética no tiene un significado claro, solamente algo que se intuye, pero que verdaderamente no se conoce; para otros, desde hace un poco más de 30 años su significado está en relación con la apertura de la Caja de Pandora de la investigación médica. No dejan de tener razón estos últimos, sobre todo por los experimentos hechos con enfermos ter-minales o niños discapacitados a los cuales se les implantaron células vivas tumorales de cáncer o virus de hepatitis: por supuesto, sin su consentimiento ni el de sus familiares.

Sin embargo, no fueron los únicos experimentos de este tipo; recientemente, la administración del presidente norteamericano Clinton pidió perdón por los experimentos biológicos hechos con indigentes en 1932, en una comunidad de Alabama llamada Tuskegee, con gente de color, económicamente desamparada y, por su-puesto, sin su conocimiento ni consentimiento. Años después, los experimentos hechos por el doctor Mengele en los campos de concentración también atrajeron la atención del mundo, cuando éstos fueron descubiertos. Los hechos ocurridos en 1940 en Grafeneck, Alemania, nos dicen de los mecanismos entonces utilizados para producir una “eutanasia” colectiva.

Significado del término

A la Bioética normalmente se la puede con-fundir con la Deontología Médica, con la cual co-incidió prácticamente durante mucho tiempo; sin embargo, en la actualidad su significado abarca sentidos más amplios; más allá de la investigación médica, para entrar en colisión con la manipulación y manejos que tienen que ver con la dignidad del hombre y no solamente el valor que tiene la vida humana, sino la vida en general. Hoy mismo se habla de derechos ecológicos donde deben ser respetados animales y plantas.

Algunos le dan un sentido semejante a la Ética Médica, es decir, el estudio de los temas morales en el campo del tratamiento médico e investigación. Otras veces, de manera más generalizada, describe los temas éticos en las ciencias de la vida y los recursos de investigación médica.

La Bioética, en el sentido actual del término, fue utilizada hace 30 años por Potter, en los Estados Unidos, quien acuñó la palabra y le dio el sentido que ahora tiene. Por supuesto que los principios fundamentales ya existían en esa época, pero el avance de las ciencias y la técnica –que se suponían ajenas a la moral– se empezaron a ver involucradas en juicios de valor hacia sus propias acciones.

Recordemos, entre otras muchas cosas, la acusación de genocidio que pesó sobre los jerarcas nacionalsocialistas que fueron juzgados en Nuremberg al término de la segunda guerra mundial. Dicho proceso desembocaría en El Código y el Tribunal de Nuremberg.

Para el médico Maurice Bernstein, “Bioética es el estudio de juicios de valor pertinentes a la conducta humana en el área de la biología, e incluye aquéllos en relación con la práctica de la medicina”.

Discusión acerca de la Bioética

El término Bioética tiene que ver con la ética relativa a la aplicación de las ciencias biológicas al ser humano. El problema estriba en la disputa por la definición de ser humano, además de querer establecer a la Bioética como una ética general y fundamental, en lugar de que sola-mente sea una ética aplicada y relativa.

Para muchos, el ser humano no es cada persona sino la humanidad, el género humano. Así, se considera en relación de cada individuo como parte de un todo al cual está sujeto por una naturaleza social, sin la cual no se entendería, dando una relación de contingencia a cada persona respecto a la humanidad, la cual es la depositaria de derechos y de un destino que, consideramos, tergiversa la noción de “derechos humanos”. Siguiendo esta pista, cada persona sería simplemente una parte de la humanidad, y su naturaleza biológica un segmento de la misma. Esto equivale a una especie de panteísmo biológico. Cada uno de nuestros órganos estaría a disposición de la humanidad, porque no son nuestros, convirtiéndonos en simplemente depósitos de refacciones orgánicas para arreglar otros cuerpos o depósitos en una dependencia perversa.

Debemos recordar que la persona individual es la que tiene destino temporal y eterno, y que la sociedad y el género humano sola-mente son el medio para conseguirlo. Este es el principio de solidaridad, la especificidad de nuestra doctrina política en Acción Nacional. El Bien Común, en materia biológica, atendiendo la libertad individual de cada cual, percibe la Bioética como la aplicación de principios fundamentales, de carácter trascendente, con res-pecto a la dignidad humana, en su parte mate-rial, pero que es inseparable de una naturaleza humana, que es al mismo tiempo, de manera sustancial, alma espiritual y cuerpo material.

“Constatamos con gran preocupación que la Bioética no es un instrumento para el respeto de los derechos humanos, sino que más bien, por el contrario, abandona en puntos sustancia les el terreno de los mismos, ignorando las experiencias de la historia y sometiendo la protección de los derechos del individuo a consideraciones de valor puramente finalistas”.

Muchos de los bioeticistas modernos –con los cuales diferimos– rechazan los valores últimos, entre ellos la intangibilidad de la vida humana; por lo tanto, para ellos carece de sentido y de valor, si bien puede adquirirlos por medio de determinadas acciones. El supuesto previo a las mismas son las cualidades como la auto-conciencia, el autocontrol, la memoria, la capa-cidad de comunicarse, así como el sentido del futuro y del tiempo.

Lo anterior es muy engañoso, pues la vida humana, desde este punto de vista, solamente tendría valor si posee estos atributos de calidad; sin ellos, la vida humana sería impersonal, falta de dignidad y sin sentido. Estos bioeticistas moder-nos –que actualmente es la corriente dominante– cuestionan, de alguna manera, la universalidad de los derechos humanos, los cuales nos garantizan a cada ser humano, independientemente del

color de su piel, su sexo, su capacidad mental, esté dormido o despierto, en estado de coma

o de salud, la inviolabilidad de su persona y la intangibilidad de su dignidad. La garantía de los derechos humanos significa que el individuo ni adquiere sus derechos ni se los debe a otros ni puede renunciar a ellos.

Algunos bioeticistas modernos pretenden de-rogar este principio: la persona ha de adquirir sus derechos fundamentales a la protección y a la dignidad personales mediante cualidades o prestaciones, le tiene que agradecer el reconocimiento de sus derechos fundamentales a terceras personas, que deciden acerca de si esas cualidades o prestaciones son suficientes o no lo son. A partir de este pensamiento bioético, las personas con discapacidades o enfermedades asociadas al envejecimiento son menospreciadas y degradadas al estatuto de objetos de la investigación y almacén de órganos para trasplantes, mientras que se contempla a las personas moribundas como un factor de desgaste económico y se trata a los embriones como cosas. Esta posición, asimismo, nos vuelve a acercar a los peligrosos experimentos realizados en los campos de concentración, pero ahora de manera legal y en clínicas que fue-ron diseñadas para otros menesteres.

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