¿Para que sirve realmente la etica?

Hace un mes atrás habría sido impensable imaginar la situación en la que hoy Chile se encuentra. Hace cuatro semanas atrás, desde el primer brinco del torniquete empezó el estallido social en Chile. Las causas de ello estaban ahí latentes, como un conjunto de madera seca que solo espera la caída oportuna de una sola chispa de fuego para prenderse un fuego arrasador. Esa oportunidad llego junto con el alza de $30 pesos del pasaje del metro y la reacción de los estudiantes que evadieron en un acto de desobediencia civil. Este simple acto se transformó en una oleada imparable, el sistema colapso, los enfrentamientos con carabineros se agravaron, comenzaron los saqueos, destrozos e incendios a varias estaciones del metro, se iniciaron los cacerolazos y las barricadas. Estos acontecimientos llevaron al Presidente Sebastián Piñera a declarar un “Estado de emergencia” y “Toque de queda”.

Desde Arica hasta Magallanes, la gran mayoría de los chilenos estamos expresando la disconformidad contra el abuso, la injusticia, la corrupción y la impunidad. Descubrimos que somos tantos los hastiados, los cansados, los que poseen sentimientos encontrados, la tristeza, la rabia y el dolor. Estamos viviendo lo que describió Karl Marx: “La necesidad es ciega hasta que se vuelve consciente. La libertad es la conciencia de la necesidad”.^[1]

La oligarquía y su brutal método de explotar a la clase media así como también a los pobres, ha provocado que hoy nuestro país despierte. Se le ha vendido a los privados nuestros derechos sociales básicos, agua, luz, gas, educación, jubilación, salud, medicamentos, bosques, glaciares, lo que ha provocado profundas grietas en nuestra sociedad chilena.

La mayoría de millonarios han acumulado su plata robando y explotando, cometen delitos de tipo tributario que son sancionados con clases de ética, algo que para mí no tiene sentido, la ley debería ser justa sin importar la clase social, pero claramente se puede apreciar que en nuestro país la justicia tiene dos caras, una para los pobres o ciudadanos comunes y otra para juzgar a los políticos y empresarios, la cárcel es para los pobres y clases de ética para los poderosos.

En casos de delitos tributarios, los contadores auditores - públicos tenemos un papel fundamental, nuestra mala actuación puede causar un gran daño a la entidad teniendo como resultado pagar multas o enfrentar sanciones de tipo penal. Nuestra carrera requiere que seamos personas con valores, que nuestro objetivo no sea solo ser técnicos, sino ser buenos ciudadanos y profesionales, que seamos capaces de usar lo que hemos aprendido para alcanzar buenos fines tal como señala Adela Cortina “Valores como la libertad, igualdad de oportunidades, la solidaridad, ya que somos seres vulnerables que siempre necesitamos ayuda, dialogo para resolver los conflictos y el respeto a los distintos puntos de vista, suponen formar buenos profesionales, que sepan que no es solo una profesión sino bastante más”^[2]

Adela Cortina menciona “Sean responsables con los medios que se usan y las consecuencias de sus acciones”^[3], claramente algunos profesionales no piensan en las consecuencias de sus actos, la mayoría de los delitos tributarios que se han cometido se deben a actos deshonestos o indignos, que originan o fomentan la corrupción. Si buscáramos la excelencia nos evitaríamos muchos delitos, trataríamos de sacar cada día lo mejor de nuestras capacidades, conquistaríamos una vida feliz, una sociedad justa, buenos gobernantes y ciudadanos que hoy en Chile se necesitan urgentemente, que no solo busquen su bien privado sino que persigan el bien público.

Una de las causas que nos llevó a esta crisis que estamos viviendo como país es la falta de confianza en las autoridades, a mi parecer ni el presidente Sebastián Piñera ni la clase política demuestran un poco de sensibilidad frente a los hechos que suceden, algo que en absoluto ayuda a solucionar el caos, se resisten a aceptar la idea de que nosotros ya dimos un contundente no al sistema neoliberal y le dijimos basta a un régimen político que burla constantemente las opiniones y decisiones de nuestro pueblo.

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