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Pero quién eres tú, hombre, que protestas contra Dios


Enviado por   •  1 de Marzo de 2013  •  Trabajos  •  3.270 Palabras (14 Páginas)  •  388 Visitas

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¿Pero quién eres tú, hombre, que protestas contra Dios? ¿Puede lo que está formado decir al que lo formó: «¿Por qué me hiciste así?». ¿No es el alfarero elseñor de la arcilla para que del mismo material pueda hacer una vasija fina y unavasija barata?

—¿Entonces quiere decir que Dios está sentado en el cielo jugando con los sereshumanos?—La idea de San Agustín es que ningún ser humano se merece la salvación deDios. Y sin embargo Dios ha elegido a algunos que se salvarán de la perdición. Paraél, por lo tanto— no existe ningún secreto sobre quién se salva y quién se pierde yaque está decidido de antemano. Somos arcilla en la mano de Dios. Dependemostotalmente de su misericordia.—Entonces volvió en cierto modo a la vieja fe en el destino.—Algo así. Pero San Agustín no les quita a los hombres la responsabilidad de suspropias vidas. Nos aconsejó que viviésemos de manera que por nuestro ciclo vitalpudiéramos darnos cuenta de que pertenecemos a los elegidos. Porque no niega quetengamos un libre albedrío. Pero Dios «ha visto de antemano» cómo vamos a vivir.—¿No es eso un poco injusto? —preguntó Sofía—. Sócrates opinaba que todoslos seres humanos tenían las mismas posibilidades porque todos tenían la mismacapacidad de razonar. Pero San Agustín dividió la humanidad en dos grupos. Uno delos dos grupos se salvará, el otro se perderá.—Sí, con la teología de San Agustín nos hemos alejado ya un poco delhumanismo de Atenas. Pero no fue San Agustín el que dividió la humanidad en dosgrupos. Se apoya en la doctrina de la Biblia sobre la salvación y la perdición. En unagran obra llamada

La ciudad de Dios

, profundiza sobre este pensamiento.—¡Cuenta!—La expresión «Ciudad de Dios» o «Reino de Dios», procede de la Biblia y de lapredicación de Jesús. San Agustín piensa que la Historia trata de la lucha que se libraentre la «Ciudad de Dios» y la «Ciudad terrena». La dos «ciudades», no son ciudadespolíticas fuertemente separadas entre ellas. Luchan por el poder en cada persona. Noobstante, la Ciudad de Dios está presente de un modo mas o menos claro en la Iglesia,y la Ciudad terrena está presente en los Estados políticos, por ejemplo en el ImperioRomano, que se desintegró precisamente en la época de San Agustín. Esta idea se ibahaciendo cada vez más clara conforme la Iglesia y el Estado luchaban por el poder alo largo de la Edad Media. «No existe ninguna salvación fuera de la Iglesia», se habíadicho ya. La Ciudad de Dios de San Agustín se identificó por tanto, finalmente, conla Iglesia como organización.Hasta la Reforma, en el siglo XVI, no se protestaría contra la idea de que el hombretuviera que pasar por la Iglesia para recibir la gracia de Dios.—Entonces ya era hora.

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—También debemos fijarnos en el hecho de que San Agustín fuera el primerfilósofo, de los que hemos estudiado, que introdujo la propia Historia en su filosofía.La lucha entre el bien y el mal no era en absoluto algo nuevo. Lo nuevo es que estalucha se libra dentro de la Historia. En este sentido no hay mucho platonismo en SanAgustín, sino que se encuentra firmemente plantado en la visión lineal de la Historia,tal como la encontramos en el Antiguo Testamento. La idea es que Dios necesita laHistoria para realizar su «Ciudad de Dios». La Historia es necesaria para educar a loshombres y destruir el mal. O, como dice San Agustín: «La providencia divina conducela Historia de la humanidad desde Adán hasta el final de la Historia, como si se tratarade la historia de un sólo individuo que se desarrolla gradualmente desde la infanciahasta la vejez».Sofía miró su reloj.—Son las ocho —dijo—. Pronto tendré que irme.—Pero primero voy a hablarte del otro gran filósofo medieval. ¿Nos sentamosfuera?Alberto se levantó del banco, juntó las palmas de las manos y comenzó a salirlentamente de la iglesia. Parecía como si estuviese rezando a Dios o como si meditaraalgunas verdades espirituales. Sofía le siguió; le pareció que no tenía elección.Fuera había todavía una fina capa de neblina sobre el suelo. El sol había salidohacía mucho, pero aún no había penetrado del todo en la neblina matutina. La Iglesiade María se encontraba en las afueras de un viejo barrio de la ciudad.Alberto se sentó en un banco delante de la iglesia. Sofía pensaba en lo que podríaocurrir si alguien pasaba por allí. Ya era bastante insólito estar sentado en un bancoa las ocho de la mañana, pero aún más insólito era estar sentada junto a un monjemedieval.—Son las 8 —empezó Alberto—. Han pasado unos cuatrocientos años desde SanAgustín. Ahora comienza la larga jornada escolar. Hasta las 10 los colegios de losconventos son los únicos que se ocupan de la enseñanza. Entre las 10 y las 11 sefundan las primeras escuelas de las catedrales y sobre las 12 las primerasuniversidades. En la misma época se construyen además las grandes catedralesgóticas. También esta iglesia se construyó en el siglo XIII. En esta ciudad no habíarecursos para construir una gran catedral.—Supongo que tampoco haría falta —comento Sofía—. No hay cosa peor que lasiglesias vacías.—Bueno, las grandes catedrales no se construyeron únicamente para acoger agrandes congregaciones. Se levantaron en honor a Dios y eran en sí una especie deservicio divino. Pero también ocurrió otra cosa en este período de la Edad Media, algoque tiene importancia para filósofos como nosotros.—¡Cuéntame!

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Alberto prosiguió.—La influencia de los árabes en España comenzó a hacerse notar. Durante todala Edad Media los árabes tuvieron una viva tradición aristotélica, y desde finales delsiglo XII, árabes eruditos iban al norte de Italia, invitados por los príncipes de esaregión. De esta manera muchos de los escritos de Aristóteles fueron conocidos ypoco a poco traducidos del griego y del árabe al latín. Esto despertó un nuevo interéspor cuestiones científicas, ademas de revivir la antigua polémica sobre la relación entrelas revelaciones cristianas y la filosofía griega. En los asuntos de ciencias naturalesya no se podía pasar por alto a Aristóteles. ¿Pero en que ocasiones había queescuchar al filósofo y en cuales había que apoyarse exclusivamente en la Biblia? ¿Mesigues?Sofía asintió brevemente, y el monje prosiguió.—El filósofo más grande y más importante de la Alta Edad Media fue

Tomás de Aquino

, que vivió de 1225 a 1274. Nació en la pequeña ciudad de Aquino, entre Romay Nápoles, pero trabajó también como profesor de filosofía en la universidad de Paris.Lo llamo «filósofo», pero también fue, en la misma medida, «teólogo». En aquellaépoca no había en realidad una verdadera distinción entre «filosofía» y «teología».Para resumir podemos decir que Tomás de Aquino cristianizó a Aristóteles

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