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Primer Semestre


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2012  •  2.118 Palabras (9 Páginas)  •  553 Visitas

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DIALOGO DE PLATON (FEDON O LA INMORTALIDAD DEL ALMA)

- Contesta, pues –prosiguió Sócrates-, ¿qué debe producirse en un cuerpo para que tenga vida?

- Un alma –contestó.

- ¿Y esto es siempre así?

- ¡Cómo no va a serlo! –dijo Cebes.

- Entonces, ¿el alma siempre trae la vida a aquello que ocupa?

- La trae, ciertamente.

- ¿Y hay algo contrario a la vida o no hay nada?

- Lo hay –contestó Cebes.

- ¿Qué?

- La muerte.

- ¿Luego el alma nunca admitirá lo contrario a lo que trae consigo, según se ha reconocido anteriormente?

- Sin duda alguna –dijo Cebes.

- Entonces qué, ¿a lo que no admitía la idea de par, qué le llamábamos hace un momento?

- Impar.

- ¿Y a lo que no admite lo justo o la cultura?

- Inculto e injusto –respondió Cebes.

- Bien. Y a lo que no admite la muerte, ¿qué le llamaremos?

- Inmortal.

- ¿Y no es cierto que el alma no admite la muerte?

- Sí.

- Luego el alma es algo inmortal.

-

Y no es necesario también hablar así a propósito de lo inmortal? Si lo inmortal es, así mismo, indestructible, el es imposible al alma perecer cuando la muerte marche contra ella. Pues, según lo dicho, no admitirá la muerte ni quedará muerta, de la misma manera, decíamos, que el tres ni lo impar será par, ni el fuego ni el calor que hay en él será frío. “Pero ¿qué es lo que impide –diría alguno- el que, por más que lo impar no se haga par cuando se le acerca lo par, según se ha convenido, se convierta en cambio, una vez que deja de existir en par en lugar de lo que era?” Al que así hablara no le podríamos refutar diciendo que lo impar no perece, puesto que lo impar no es indestructible. Pues si hubiéramos reconocido eso, fácilmente le refutaríamos diciendo que cuando se aproxima lo par, tanto lo impar como el tres se retiran. Y en lo relativo al fuego, y al calor, y a las demás cosas, le refutaríamos de la misma manera. ¿No es verdad?

- Por completo.

- Luego ahora también, si convenimos con respecto a lo inmortal que es indestructible, el alma sería, además de inmortal, indestructible. Si no, sería preciso otro razonamiento.

- Pero no se necesita para nada –replicó Cebes-, por esta razón: difícilmente podría haber otra cosa que no admitiera la destrucción, si lo inmortal, que es eterno, la admitiese.

- En todo caso –repuso Sócrates-, la divinidad,

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