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Principios éticos para la acción

pata22Trabajo13 de Diciembre de 2012

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Principios éticos para la acción

Juan Gerardo Garza

La ética está cobrando importancia en el mundo de los negocios. Destaca su importancia la incorporación del tema en congresos, foros académicos, artículos en revistas especializadas y libros publicados. Las universidades incorporan cursos de ética en sus programas académicos. La dimensión ética de los problemas se menciona como parte importante de la vida de las organizaciones. El mundo de los negocios está cobrando conciencia de las implicaciones éticas de sus acciones.

Muchas pueden ser las causas de esta reciente y relevante preocupación por la perspectiva ética en las decisiones empresariales. Los dilemas éticos ¿son nuevos?, ¿enfrentan las organizaciones condiciones distintas en la época contemporánea? Todas las organizaciones privadas y públicas, industriales, comerciales o de servicios, grandes o pequeñas empresas han tenido desde hace décadas problemas semejantes a los que enfrentan ahora. Cualquiera se pregunta ¿por qué este inusitado y reciente interés en la

ética?

Algunos afirman que este interés es simplemente una moda. Como toda moda, pronto pasará y sólo será una preocupación transitoria. Los que piensan de esta manera están convencidos de que las organizaciones imitan a empresas líderes y el fenómeno se magnifica cuando las empresas adoptan el tema como preocupación para no quedarse atrás de una tendencia importante. Una moda se abandona, cuando aparece otra tendencia que a juicio de las organizaciones se juzgue más importante.

Otros afirman que la ética en las organizaciones es simplemente producto de una necesaria estrategia de popularidad y aceptación frente a clientes, gobierno, competidores, proveedores, etc. Es una manera de aparentar que se actúa conforme a criterios éticos. No es lo importante ser bueno, sino parecerlo. El cultivo de una determinada imagen es conveniente y recomendable. Esta actitud es lo que en el lenguaje empresarial se denomina "la doble moral de las organizaciones".

Una posición diferente a las anteriores es la que hizo popular la frase "los negocios son los negocios". Lo que significa aceptar de manera explícita que las reglas en los negocios son diferentes. Detrás de esta expresión se "justificaban" acciones que típicamente contradecían la costumbre o inclusive las disposiciones legales.

Una última postura relacionada con la ética en los negocios es la que sostiene que la ética es parte de la rentabilidad de las organizaciones. Actuar éticamente es una regla básica de la competitividad de las organizaciones. Ser honesto, respetar los derechos de los demás, actuar de buena fe, reditúa en los negocios. La ética debe ser considerada como un valor agregado a las organizaciones.

Es esta última posición la que nos interesa discutir en este documento. La organización convencida de que su éxito a largo plazo está relacionado con el respeto a principios éticos, ¿cómo tiene que actuar para apegarse a criterios éticos? ¿Qué principios o reglas debe respetar?

Una de las preguntas que frecuentemente se formulan directivos y empresarios en la vida diaria de las organizaciones es la siguiente: ¿cuáles son los criterios éticos que debo seguir? Las empresas reconocen que los dilemas éticos están presentes en las decisiones financieras y económicas de la empresa, en sus políticas con el personal, en las acciones y estrategias de negocio, y también en la relación con los competidores y con la comunidad.

El hombre de negocios debe decidir dónde están los límites de la publicidad de imagen y la publicidad engañosa, distinguir entre planeación financiera y evasión fiscal, imitación creativa o el espionaje industrial. Las organizaciones y sus directivos se refieren a la ética cuando piensan en las acciones que no sólo implican ganar o perder en términos económicos sino en acciones que se relacionan con un deber ser. Decisiones que involucran un juicio de valor ético: ¿es correcto o incorrecto? ¿debe o no hacerse? ¿causamos un bien o un mal con esta decisión?

La ética se identifica en las organizaciones con los dilemas que la organización tiene que resolver. Problemas que afectan misión, estrategias, políticas, decisiones en cualquier organización. Estas decisiones están relacionadas con tópicos tales como: confidencialidad en la información, ataque al competidor, especulación financiera, corrupción, propiedad intelectual, uso de información privilegiada, secreto profesional, fraude, conflictos de interés, engaño al consumidor y trato equitativo.

¿Cómo resolver estos dilemas? ¿Cómo tomar las mejores decisiones? La respuesta no es siempre sencilla. Los dilemas no son "blanco y negro", sino las áreas grises en donde el juicio ético de vuelve más sutil y complejo. A manera de ejemplo podríamos decir que robar, mentir, sobornar o difamar son acciones que faltan a principios éticos. Sin embargo, las decisiones éticas son por lo general menos obvias y definidas. Para resolver mejor estos dilemas las empresas comienzan a formular principios éticos para la acción. Lineamientos de carácter ético que es necesario respetar para tomar una buena decisión.

Los principios a los que nos estamos refiriendo se documentan en Códigos o lineamientos generales para guiar las acciones y decisiones de las empresas. Uno de estos Códigos de Conducta Empresarial fue formulado por la organización Acción Social Empresarial (España, 1993) y consideramos que comprende lineamientos básicos sobre el tema. Con afán de síntesis se reducen los criterios o principios éticos para la acción a siete:

1. El principio de la legalidad

En modo alguno debe entenderse que la existencia de un corpus legal sea incompatible con el ejercicio de la libertad, la búsqueda de la justicia, el respeto a la dignidad del hombre o la promoción de los valores éticos. Más bien, deberíamos afirmar, en principio, todo lo contrario y hacer una suposición en favor de la moralidad de la ley y la eticidad del estado legislador.

Ahora bien, no cabe duda de que la ley no es nunca el tope, el techo más allá del cual no quepa hacer propuesta alguna en materia de moralidad, ya nos refiramos al mundo económico, ya tengamos en mente cualquier otra esfera de vida social. Un planteamiento tan "legalista" de la ética desiste del contenido utópico, presente, por definición, en toda propuesta moral, y se pega al terreno de una forma excesivamente "pragmática", que puede esconder, so capa de legalidad, evidentes injusticias e inmoralidades.

Aunque puede ser legítimo (y de hecho lo es, como lo atestigua la presencia de asesores jurídicos en las empresas y organizaciones, expertos, por ejemplo en fiscalidad) aprovechar todos los "matices" legales en el

objeto de conseguir que la empresa, cumpliendo la ley, obtenga ciertos beneficios, siempre puede darse el caso de que nos asalte el deseo de burlar directamente la ley o buscar los resquicios y lagunas que nos permitan actuar contra su espíritu. Por lo demás, siempre será fácil encontrar "racionalizaciones" que, por débiles que sean, pretendan legitimar nuestra acción y tranquilizar nuestras conciencias: "Todo el mundo lo hace", "Si se cumplieran las leyes, sería imposible hacer negocios", etc.

Es un complejo asunto valorar la relación ética que se establece entre las empresas y el Estado legislador y no podemos entrar ahora en él. Simplemente nos interesa dejar sentado que, en principio, una gestión que aspire a ser considerada como ética debe partir del mismo suelo de la legalidad vigente y cumplir con ella de manera estricta no sólo "a la letra", sino en espíritu.

2. El principio de profesionalidad

Resulta complicado definir precisamente qué sea una profesión y más difícil aún acotar en términos generales los requerimientos éticos de los "profesionales".

Con todo, no cabe duda de que quienes desempeñan una profesión ( en nuestro caso, los directivos, los hombres de negocios, los empresarios) están sujetos a responder ante la sociedad con elevados niveles de competencia técnica, que les lleven a poner todo su saber y diligencia en sus acciones.

En un escalón mínimo, pero muy importante, se situaría la conocida formulación, en negativo, del primer principio deontológico clásico: no hacer el mal.

Es decir: procurar no dañar o que de las acciones se deriven los menores daños posibles, en el caso de que se sigan consecuencias negativas de una acción valiosa.

3. El principio de confidencialidad

En las transacciones mercantiles y en las relaciones que se establecen en el ejercicio de la actividad empresarial aparecen con frecuencia intercambios de información de tipo confidencial, que en modo alguno debe ser divulgada o verse expuesta a convertirse en "noticias de dominio público".

Los casos en que la "confidencialidad" es una "exigencia" ética están en la mente de todos: el jefe de personal, evaluando el desempeño de la tarea de un trabajador: el empresario o directivo que se encuentra en un proceso de negociación de un convenio con los representantes de los trabajadores; el que se ve envuelto en un proceso de fusión o de adquisición de otra u otras empresas o es objeto de ello; el que negocia en la Bolsa de Valores y, por razón de su cargo, "conoce" qué va a ocurrir con determinadas acciones de determinada compañía sin que el resto de los agentes pueda disponer de dicha "información privilegiada", etc.

Estos y muchos otros problemas, reales y cotidianos,

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